Enfermedad por coronavirus (COVID-19): afección posterior a la COVID-19
28 de marzo de 2023 | Preguntas y respuestasLa mayoría de las personas que desarrollan la COVID-19 se recuperan por completo, pero los datos empíricos disponibles actualmente parecen indicar que aproximadamente entre el 10% y el 20% de la población experimenta diversos efectos a medio y largo plazo después de recuperarse de la enfermedad inicial. Si bien nuestro conocimiento actual de las causas de la afección posterior a la COVID-19 y de por qué algunas personas se ven más afectadas es reducido, las siguientes preguntas y respuestas le ayudarán a entender mejor la afección posterior a la COVID-19, de manera que podrá adoptar decisiones informadas para protegerse a sí mismo y a los que le rodean.
La afección posterior a la COVID-19, también conocida como «COVID de larga duración», hace referencia a una variedad de síntomas prolongados que algunas personas presentan después de haber padecido la enfermedad. Las personas que experimentan esta afección a veces se refieren a sí mismas como «enfermos de larga duración».
Esos síntomas pueden persistir desde la enfermedad inicial o presentarse después de la recuperación. Pueden aparecer y desaparecer, o reaparecer con el tiempo.
Los síntomas más frecuentes asociados a la afección posterior a la COVID-19 son la fatiga, la disnea y la disfunción cognitiva (por ejemplo, confusión, pérdida de memoria o falta de concentración y claridad mental). La afección posterior a la COVID-19 puede menoscabar la capacidad para realizar actividades cotidianas, como trabajar o realizar labores domésticas.
La afección posterior a la COVID-19 suele ser diagnosticada por un profesional de la salud al menos tres meses después de que el paciente haya enfermado de COVID-19. Ese periodo de tres meses permite a los profesionales de la salud descartar el proceso habitual de recuperación de un cuadro agudo de la enfermedad. A veces, ese período de recuperación puede ser largo, especialmente si alguien está muy enfermo.
Los síntomas deben persistir durante un mínimo de dos meses desde que alguien cae enfermo por primera vez para que se considere una afección posterior a la COVID-19.
Los síntomas de la afección posterior a la COVID-19 pueden persistir desde la enfermedad inicial o comenzar después de la recuperación. Los síntomas y los efectos de la afección posterior a la COVID-19 solo pueden explicarse cuando se han descartado otras afecciones con síntomas similares a los de la afección pos-COVID-19 mediante un diagnóstico médico. Los síntomas también pueden cambiar con el tiempo.
Los síntomas varían de una persona a otra, y entre adultos y niños. Entre los síntomas más comunes de la afección posterior a la COVID-19 cabe mencionar:
- fatiga
- disnea o dificultad para respirar
- problemas de memoria, concentración o sueño
- tos persistente
- dolor torácico
- dificultad para hablar
- dolor muscular
- pérdida del gusto o del olfato
- depresión o ansiedad
- fiebre
Las personas con afección posterior a la COVID-19, también conocida como «COVID-19 de larga duración», pueden tener dificultades para desenvolverse en la vida cotidiana. Su afección puede menoscabar su capacidad para realizar actividades cotidianas, como el trabajo o las labores domésticas.
Si tiene síntomas persistentes después de haber contraído la COVID-19, consulte a su proveedor de atención de salud. Este le ayudará a determinar la causa y le prestará la atención que necesita para tratar los síntomas.
En la actualidad, no existe ningún tratamiento farmacológico de eficacia reconocida para la afección posterior a la COVID-19. Se trata de un ámbito en el que se está investigando activamente. No obstante, algunos medicamentos de uso común pueden aliviar los síntomas. Hay datos que parecen indicar que una atención integral puede ayudar a los pacientes a recuperar su función física, cognitiva y emocional y contribuir a mejorar su calidad de vida.
Cualquier persona puede desarrollar una afección posterior a la COVID-19. Las investigaciones indican que aproximadamente entre el 10% y el 20% de los pacientes de COVID-19 desarrollan síntomas prolongados asociados a la afección posterior a la COVID-19. Los datos de que se dispone actualmente no permiten saber con certeza quién tiene más probabilidad de verse afectado, aunque algunos problemas (por ejemplo, la disnea) parecen ser más frecuentes entre las personas en que la COVID-19 fue inicialmente más grave, así como entre las mujeres.
Según la definición de la OMS, los síntomas deben persistir durante dos meses o más antes de que pueda diagnosticarse una afección posterior a la COVID-19, ya que se sabe que el proceso normal de recuperación puede durar ese tiempo. Es importante que se consideren otras causas que puedan explicar la persistencia de los síntomas. Para obtener más información, véase la definición de caso clínico de afección posterior a la COVID-19 (en inglés).
No se puede predecir cuánto tiempo durará la afección posterior a la COVID-19 de una persona determinada. La mayoría de las personas experimentan una mejoría de los síntomas, pero sabemos que los síntomas persistentes pueden durar de algunas semanas a meses. Actualmente, sigue siendo imposible predecir cuánto tiempo puede durar la afección posterior a la COVID-19 en una persona determinada.
La forma más eficaz de protegerse contra la afección posterior a la COVID-19 es adoptar medidas para evitar la infección por COVID-19. Ello incluye medidas sociales y de salud pública que reducen las posibilidades de infectarse. Para mantenerse a sí mismo y a su familia a salvo no se olvide de:
- seguir lavándose las manos con regularidad;
- mantener una distancia de seguridad con los demás;
- utilizar mascarilla en lugares concurridos, cerrados o mal ventilados;
- vacunarse y estar al día con las dosis de refuerzo;
- tomar precauciones al toser y estornudar (cubrirse la boca y la nariz con la parte interior del codo flexionado).
Se están realizando investigaciones al respecto. La capacidad de una vacuna para prevenir la afección posterior a la COVID-19 depende, en primer lugar, de su capacidad para prevenir la COVID-19. La finalidad de las vacunas que utilizamos hoy en día es prevenir la enfermedad grave y la muerte causadas por una infección por COVID-19. Sin embargo, algunas personas pueden infectarse por el virus de la COVID-19 incluso después de haberse vacunado.
No, la afección posterior a la COVID-19 no es transmisible a otras personas.
Un grupo de expertos de la OMS formado por pacientes, trabajadores de la salud e investigadores ha estudiado los efectos de la afección posterior a la COVID-19 en niños y adolescentes. Las conclusiones de su informe pueden consultarse aquí (en inglés). Si desea obtener más información, puede asistir a un seminario web gratuito titulado: Afección posterior a la COVID-19: niños y jóvenes (who.int) (en inglés).
Los niños pequeños con COVID-19 presentan principalmente síntomas respiratorios y es más probable que requieran atención médica de forma prolongada por tos persistente. Los niños con afección posterior a la COVID-19 también podrían experimentar fatiga, alteraciones del olfato y ansiedad con mayor probabilidad que los niños sanos.