Enfermedad por coronavirus (COVID-19): Tuberculosis

23 de mayo de 2024 | Preguntas y respuestas

Los pacientes de COVID-19 que contraen tuberculosis tienen un mayor riesgo de morir. En el caso de las personas con tuberculosis que contraen la COVID-19, el resultado terapéutico puede ser peor si se interrumpe el tratamiento de la tuberculosis. La edad avanzada, la diabetes y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) están relacionadas con una forma más grave de la COVID-19, y son también factores de riesgo para que el tratamiento de la tuberculosis arroje unos peores resultados. En las personas con estas enfermedades preexistentes, las autoridades de salud recomiendan tomar precauciones especiales para protegerse de la COVID-19 y la tuberculosis.

Tanto la COVID-19 como la tuberculosis atacan principalmente los pulmones. Las personas con COVID-19 y tuberculosis pueden presentar síntomas similares, como tos, fiebre y dificultad para respirar. El período de incubación desde la exposición hasta la enfermedad es más largo en el caso de la tuberculosis, y la enfermedad se manifiesta de una manera más lenta.

Si bien tanto la COVID-19 como la tuberculosis se propagan por contacto directo entre personas, el modo exacto de transmisión es distinto, lo que explica algunas diferencias en las medidas de control de infecciones para mitigar ambas afecciones. Cuando un paciente con tuberculosis tose, estornuda, grita o canta, las bacterias de la tuberculosis permanecen suspendidas en el aire durante varias horas y pueden infectar a las personas que las inhalan. La infección afecta a los pulmones.

La transmisión de la COVID-19 se ha atribuido principalmente a la inhalación directa de partículas expulsadas por una persona con COVID-19 (una persona puede ser contagiosa antes de que las manifestaciones clínicas sean evidentes). Cuando una persona tose, estornuda, expira o habla, puede contaminar objetos y superficies, y los contactos pueden infectarse con COVID-19 si tocan estos objetos y superficies y posteriormente se tocan los ojos, la nariz o la boca. Por lo tanto, una medida importante para el control de la COVID-19 es, además de las precauciones respiratorias, lavarse las manos.

La pandemia de COVID-19 tuvo unos efectos perjudiciales en el acceso al diagnóstico y el tratamiento de la tuberculosis y en la carga de la enfermedad. Los avances realizados hasta 2019 se ralentizaron, estancaron o revirtieron, y se está lejos de alcanzar las metas mundiales en la lucha contra la tuberculosis. La consecuencia más evidente e inmediata fue una notable disminución mundial en el número de personas a las que se diagnosticó tuberculosis. De la cifra récord de 7,1 millones en 2019, se pasó a 5,8 millones en 2020 (-18%); es decir, se regresó a unos niveles que no se habían visto desde 2012. El descenso en el número de personas a las que se diagnosticó tuberculosis en 2020 y 2021 parece indicar que ha aumentado el número de personas con tuberculosis no diagnosticada y que no reciben tratamiento, lo que ha provocado, en primer lugar, un aumento en el número de muertes por tuberculosis y una mayor transmisión comunitaria de la infección. En todo el mundo, se estima que se pasó de 1,4 millones de muertes a causa de la tuberculosis en 2019 a 1,6 millones en 2021, revirtiendo así los descensos registrados entre 2005 y 2019. Deben adoptarse cuantas medidas sean necesarias para garantizar la continuidad de los servicios para las personas que necesitan tratamiento preventivo y curativo contra la tuberculosis.

Debe garantizarse la prestación de servicios de prevención, diagnóstico, tratamiento y atención de la tuberculosis centrados en la persona, al tiempo que se trata la COVID-19. A fin de reducir las posibilidades de transmisión, es mucho más preferible la atención ambulatoria y comunitaria al tratamiento hospitalario de los pacientes con tuberculosis (salvo en el caso de las afecciones graves que requieren hospitalización).

Prevención: deben adoptarse medidas para limitar la transmisión de la tuberculosis y la COVID-19 en instituciones colectivas y establecimientos de atención de la salud. Algunas medidas administrativas, ambientales y de protección personal se aplican a ambas afecciones (por ejemplo, medidas básicas de prevención y control de las infecciones, precauciones al toser y estornudar o triaje de los pacientes). Hay que seguir proporcionando tratamiento preventivo de la tuberculosis y ampliarlo.

Diagnóstico: las pruebas para el diagnóstico de la tuberculosis y la COVID-9 son distintas y las personas con síntomas respiratorios, que pueden ser similares para las dos enfermedades, deben poder acceder a ambos tipos.

Tratamiento y atención: todos los pacientes con tuberculosis deben tener acceso al tratamiento de la tuberculosis, de acuerdo con las directrices más recientes de la OMS, incluidos los que están en cuarentena y aquellos con un diagnóstico confirmado de COVID-19. Todos los pacientes deben recibir medicamentos contra la tuberculosis en cantidades adecuadas a fin de reducir los desplazamientos para ir a buscar medicamentos.

Debe intensificarse el uso de tecnologías de la salud digitales en relación con los pacientes y los programas. De acuerdo con las recomendaciones de la OMS, tecnologías como los instrumentos electrónicos para el seguimiento de la medicación y las consultas a través del vídeo pueden ayudar a los pacientes a completar su tratamiento contra la tuberculosis.

Una planificación y un seguimiento adecuados son esenciales para garantizar que no haya interrupciones en la adquisición y el suministro de medicamentos y pruebas diagnósticas contra la tuberculosis.

La OMS supervisa el suministro de medicamentos a nivel mundial, mientras que el Fondo Mundial, el Servicio Farmacéutico Mundial (GDF) de la Alianza Alto a la Tuberculosis, USAID, Unitaid y otros donantes desempeñan un papel esencial a la hora de prestar apoyo a los países para garantizar un suministro adecuado y sostenible de medicamentos y pruebas diagnósticas contra la tuberculosis. 

La respuesta a la COVID-19 puede beneficiarse de las iniciativas de creación de capacidad que se han desarrollado para luchar contra la tuberculosis gracias a años de inversión por parte de las autoridades nacionales y de los donantes. Estas iniciativas incluyen la prevención y el control de las infecciones, el rastreo de contactos, la atención domiciliaria y comunitaria y los sistemas de vigilancia y seguimiento.

Aunque los modos de transmisión de ambas enfermedades son ligeramente distintos, algunas medidas administrativas, ambientales y de protección personal se aplican a una y otra (por ejemplo, medidas básicas de prevención y control de las infecciones, precauciones al toser y estornudar o triaje de los pacientes).

Gracias al apoyo de la OMS y de distintos asociados internacionales, se han establecido redes de laboratorios especializados en el ámbito de la tuberculosis en los países. Estas redes, así como los mecanismos de transporte de muestras, también podrían utilizarse para el diagnóstico y la vigilancia de la COVID-19.

Los neumólogos, todo el personal de los servicios de neumología, los especialistas en tuberculosis y los trabajadores de la salud en el nivel de atención primaria de la salud pueden ser puntos de referencia para pacientes con complicaciones pulmonares provocadas por la COVID-19. Todos ellos deben familiarizarse con las recomendaciones más recientes de la OMS para el tratamiento de apoyo y la contención de la COVID-19.

Distintas tecnologías digitales que se utilizan en los programas de lucha contra la tuberculosis pueden contribuir a la respuesta contra la COVID-19, como las tecnologías que ayudan a saber si se está siguiendo el tratamiento, las historias clínicas electrónicas y el ciberaprendizaje.

Las recomendaciones vigentes de la OMS para la prevención y el control de la tuberculosis y la COVID-19 deben aplicarse estrictamente, en particular en lo que respecta al uso de equipo de protección personal.

Las enseñanzas extraídas a lo largo de años de prevención y control de la infección por tuberculosis, rastreo de contactos, investigación y manejo de los casos pueden ser útiles para los esfuerzos encaminados a detener la propagación de la COVID-19.

En la mayoría de los casos, el tratamiento de la tuberculosis es el mismo, haya o no infección por COVID-19.

El tratamiento preventivo de la tuberculosis y el tratamiento de la tuberculosis farmacosensible o farmacorresistente deben continuar sin interrupciones a fin de proteger la salud del paciente, reducir la transmisión y evitar la aparición de farmacorresistencia.

Los tratamientos eficaces para prevenir la tuberculosis y tratar la tuberculosis activa se han generalizado y se utilizan en todo el mundo. El riesgo de fallecimiento en el caso de pacientes con tuberculosis es de casi el 50% si no se trata la enfermedad, y puede ser mayor en los ancianos o en presencia de otra enfermedad.

Más información sobre el manejo clínico de la COVID-19 (en inglés)

Sí, las personas con tuberculosis y las que corren el riesgo de contraerla deben vacunarse contra la COVID-19 si no tienen fiebre ni otros síntomas.

Más información (en inglés)