Coronavirus disease (COVID-19): Environmental Surveillance Enfermedad por el coronavirus de 2019 (COVID-19): vigilancia ambiental

2 de diciembre de 2020 | Preguntas y respuestas

El análisis de aguas residuales goza de una larga tradición en el ámbito de la salud pública. La vigilancia ambiental ya se viene utilizando para detectar el poliovirus en entornos de gran riesgo, seguir de cerca la resistencia a antimicrobianos y complementar las actividades de vigilancia inscritas en otros programas de salud pública.

Los análisis de aguas negras pueden servir para vigilar la presencia del virus SARS-CoV-2 en aguas residuales no tratadas.  Varios países controlan la presencia del SARS-CoV-2 (virus causante de la COVID-19) en las aguas residuales de diferentes lugares con fines diversos, en particular los siguientes

  • alertar rápidamente sobre la presencia de casos de COVID-19 en una comunidad; 
  • detectar la COVID-19 en lugares con una endeble vigilancia sindrómica; 
  • seguir de cerca la circulación del virus durante los brotes; o
  • activar la búsqueda de casos en lugares donde haya o pueda haber presuntos casos, como centros hoteleros de cuarentena, campus universitarios o prisiones. 

Algunos países también están analizando muestras archivadas de aguas residuales para obtener pruebas de la circulación del SARS-CoV-2 en el pasado. 

Las pruebas moleculares, como la de reacción en cadena de la polimerasa (PCR), sirven para detectar el virus SARS-CoV-2 a partir de los fragmentos de su material genético (ARN) presentes en las aguas residuales. El hecho de encontrar este ARN en las aguas residuales significa que probablemente una o más personas del vecindario hayan excretado el virus por la orina, las heces o tosiendo o estornudando. La presencia de ARN deja suponer que el virus circulaba en la comunidad en el momento en que fue excretado. Sin embargo, el análisis de aguas residuales no permite determinar quién estaba o está infectado ni indica si las personas que excretan el virus aún son contagiosas para los demás.  

 

Aunque se han detectado fragmentos de material genético (ARN) del SARS-CoV-2 en muestras urinarias o fecales de algunos pacientes, hasta la fecha no se ha descrito la transmisión de la COVID-19 por la orina o las heces. Aun así, no deja de ser importante protegerse con equipo de protección personal siempre que pueda haber contacto con líquidos corporales y limpiarse las manos con frecuencia.

Tampoco se ha observado la presencia de SARS-CoV-2 infecciosos en las aguas residuales, lo que parece indicar que la transmisión por contacto o por contaminación con aguas residuales es sumamente improbable.

Consulte aquí pautas relativas al agua, el saneamiento, la higiene y la gestión de desechos. 

Los datos probatorios existentes llevan a pensar que el SARS-CoV-2 no se propaga por el agua. Ni las masas naturales de agua ni las piscinas parecen entrañar riesgo alguno de transmisión de la COVID-19, aun cuando presenten contaminación fecal o por aguas residuales. Por regla general, las piscinas son tratadas periódicamente para evitar la contaminación con una serie de patógenos que podrían estar presentes. 

Sin embargo, en playas o piscinas abarrotadas sí existe el riesgo de propagación de la COVID-19 por contacto directo con personas infectadas o superficies contaminadas. Para reducir este riesgo de transmisión hay que limpiarse las manos con frecuencia, mantenerse al menos a 1 metro de distancia de los demás, dentro y fuera del agua, y llevar puesta mascarilla cuando no sea posible guardar esta distancia. 

Se considera que el riesgo de que haya coronavirus presentes en el agua de bebida es pequeño y hasta ahora el virus SARS-CoV-2 no ha sido detectado en los suministros de agua potable. 

Los métodos de tratamiento del agua de bebida neutralizan los patógenos infecciosos presentes en el agua. El SARS-CoV-2 es un virus con envoltura, lo que significa que tiene una frágil envoltura grasa que el proceso de tratamiento destruye fácilmente. Por lo tanto, el agua de bebida tratada no entraña riesgo alguno por lo que respecta a la COVID-19. 

Para implantar análisis de aguas residuales es preciso tener claro cómo podría ser de utilidad la vigilancia ambiental para monitorear la propagación de la enfermedad. En algunos entornos pueden faltar o escasear los medios de laboratorio necesarios para analizar muestras de aguas residuales. Las pruebas clínicas y la vigilancia epidemiológica son dispositivos que revisten mayor prioridad, pues llevan directamente a adoptar medidas de salud pública que pueden reducir la transmisión. Las actividades relacionadas con el agua, el saneamiento y la higiene, como el hecho de proporcionar a cada cual acceso a instalaciones donde lavarse las manos, también son prioridades básicas de salud pública. Conviene sopesar cuidadosamente la relación costo-beneficio de los análisis de aguas residuales en comparación con otras medidas de salud pública.

A día de hoy se necesitan más pruebas sobre el uso de la vigilancia ambiental como medida de lucha contra la COVID-19. Cabe considerar que la vigilancia de las aguas residuales es un método optativo y complementario de vigilancia de la COVID-19, que se suma a la más clásica vigilancia sindrómica.  Los científicos y las autoridades de salud pública continúan valorando su eficacia y validando métodos de análisis en diferentes entornos. La OMS alienta a seguir trabajando para estudiar posibles usos del análisis de aguas residuales y reconoce las posibilidades que este ofrece como novedosa herramienta para combatir más eficazmente la COVID-19.