Preguntas y respuestas sobre la salud y la seguridad en el trabajo en el contexto de la COVID-19

26 de junio de 2020 | Preguntas y respuestas

Consideraciones sobre las medidas sociales y de salud pública en el lugar de trabajo en el contexto de la COVID-19

Esta página ya no se actualiza. Permanece en línea sólo como referencia.

El coronavirus de 2019 se propaga principalmente a través de gotículas respiratorias o mediante el contacto con superficies contaminadas. La exposición puede producirse en el lugar de trabajo, durante los desplazamientos al trabajo, durante los viajes relacionados con el trabajo a una zona con transmisión comunitaria, así como en el trayecto hacia y desde el lugar de trabajo.

 

 

El riesgo de exposición al coronavirus de 2019 en el lugar de trabajo depende de la probabilidad de acercarse a menos de 1 metro de los demás, de tener un contacto físico frecuente con personas que puedan estar infectadas con COVID-19 y del contacto con superficies y objetos contaminados.

 

 

Los directivos, con el apoyo de asesores en materia de salud y seguridad en el trabajo, deben llevar a cabo evaluaciones rápidas de los riesgos para determinar la posibilidad de un riesgo de exposición a fin de establecer medidas preventivas. Esto debe hacerse para cada entorno específico y para cada puesto de trabajo.

Riesgo de exposición bajo

Los trabajos o puestos en los que no hay un contacto frecuente y cercano con el público en general o con otras personas. Los trabajadores de este grupo tienen un contacto mínimo con el público y con otros compañeros de trabajo. Entre los ejemplos de esos trabajos se encuentran los trabajadores a distancia (es decir, los que trabajan desde sus hogares), los trabajadores de oficina sin un contacto cercano frecuente con los demás y los trabajadores que prestan teleservicios.

Riesgo de exposición medio

Los trabajos o puestos en los que hay un contacto frecuente y cercano con el público en general o con otras personas. Este nivel de riesgo puede aplicarse a los trabajadores que tienen un contacto frecuente y estrecho con las personas en entornos laborales con una alta densidad de población (p. ej., los mercados de alimentos, las estaciones de autobuses, el transporte público y otras actividades laborales en las que puede ser difícil observar una distancia física de al menos 1 metro), o a las tareas que requieren un contacto estrecho y frecuente entre compañeros de trabajo. También puede incluirse el contacto frecuente con personas que regresan de áreas con transmisión comunitaria. Entre los ejemplos de trabajos de este tipo se incluyen los trabajadores de primera línea en la venta minorista, el reparto a domicilio, el alojamiento, la construcción, la policía y la seguridad, el transporte público, el agua y el saneamiento. 

Riesgo de exposición alto 

Los trabajos o puestos en los que hay un contacto cercano con personas que tienen más probabilidades de estar infectadas por COVID-19, así como con objetos y superficies posiblemente contaminadas por el virus. Algunos ejemplos son el transporte de personas con casos confirmados o sospechosos de COVID-19 sin separación entre el conductor y el pasajero, la prestación de servicios domésticos o de atención domiciliaria a personas con COVID-19 y el contacto con personas fallecidas que se sabía o se sospechaba que tenían COVID-19 en el momento de su muerte. En esta categoría se incluyen los trabajadores domésticos, los trabajadores de asistencia social, los proveedores de transporte personal y de reparto a domicilio y los técnicos de reparación de viviendas (fontaneros, electricistas) que tienen que prestar servicios en los hogares de las personas con COVID-19.

Los empleadores y los directivos, en consulta con los trabajadores, deben llevar a cabo y actualizar periódicamente la evaluación de los riesgos de exposición a la COVID-19 que resulte de las actividades laborales, de preferencia con el apoyo de los servicios de salud en el trabajo.

 

 

En todas las evaluaciones de los riesgos debe tenerse en cuenta el entorno, la tarea, el peligro, los recursos disponibles (como el equipo de protección individual) y la viabilidad de las medidas de protección. En la evaluación de los riesgos también debe incluirse el alojamiento colectivo que facilite el empleador a los trabajadores, por ejemplo, los dormitorios. Es posible que los trabajadores de los servicios públicos esenciales, como la seguridad y la policía, la venta de alimentos al por menor, el alojamiento, el transporte público, los repartos, el agua y el saneamiento, y otros trabajadores de primera línea corran un mayor riesgo de exposición a riesgos para la salud y la seguridad en el trabajo. En la evaluación de los riesgos individuales deben tenerse en cuenta los trabajadores que pueden correr un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad grave por COVID-19 debido a la edad o a afecciones médicas preexistentes.

 

 

La decisión de cerrar o reabrir un lugar de trabajo o de suspender o reducir las actividades debe basarse en la evaluación de los riesgos, la capacidad de implantar medidas de protección y el nivel de cumplimiento, así como en las recomendaciones de las autoridades nacionales.

 

Las medidas para prevenir la transmisión de la COVID-19 pertinentes para todos los lugares de trabajo y para todas las personas en el lugar de trabajo incluyen el lavado o desinfección frecuente de las manos con un gel hidroalcohólico, la higiene respiratoria, como cubrirse al toser, el distanciamiento físico de al menos 1 metro, según las recomendaciones nacionales, el uso de mascarillas cuando no sea posible el distanciamiento, la limpieza y desinfección constante del entorno y la limitación de los viajes innecesarios. Es fundamental disponer de políticas y mensajes claros, así como capacitar y educar al personal y a los directivos para aumentar la concienciación en torno a la COVID-19. La gestión de las personas con COVID-19 y sus contactos también es fundamental, p. ej., exigir a los trabajadores que no se encuentren bien o que presenten síntomas que se queden en casa, que se aíslen y que se pongan en contacto con un profesional médico o con el teléfono de información local sobre la COVID-19 para recibir asesoramiento sobre las pruebas y la derivación a un establecimiento de salud.

 

 

Los lugares de trabajo de los puestos de riesgo medio requieren una limpieza y desinfección diaria, al menos dos veces al día, de los objetos y superficies que se tocan con frecuencia, incluidas todas las habitaciones, superficies, suelos, baños y vestuarios compartidos. Debe plantearse suspender toda actividad donde no pueda respetarse por completo el distanciamiento físico de al menos 1 metro. Si esto no es posible, es preciso aumentar la ventilación, mejorar la higiene de las manos con regularidad y exigir al personal que utilice mascarillas, gafas, guantes y ropa de trabajo adecuados durante los procedimientos de limpieza que generen salpicaduras, a tiempo que se imparte capacitación sobre su uso. También es necesario realizar las disposiciones necesarias para que los trabajadores se cambien de ropa y la laven en el lugar de trabajo, de modo que no se la lleven a casa.

 

En las zonas de trabajo de alto riesgo, debe estudiarse la posibilidad de suspender la actividad; mejorar la higiene habitual de las manos; proporcionar mascarillas médicas, batas desechables, guantes y protección ocular a los trabajadores que deban trabajar en los hogares de personas con casos confirmados o sospechosos de COVID-19; capacitar a los trabajadores en las prácticas de prevención y control de infecciones y en el uso de equipo de protección individual; evitar asignar tareas de alto riesgo a trabajadores que tengan afecciones médicas preexistentes, estén embarazadas o sean mayores de 60 años.

 

La OMS recomienda mantener una distancia de al menos 1 metro entre las personas en todos los entornos, incluidos los lugares de trabajo. Puesto que la transmisión puede darse en lugares de trabajo muy concurridos, la OMS recomienda proporcionar suficiente espacio, al menos 10 metros cuadrados, para cada trabajador. Es posible que, en las recomendaciones nacionales para el distanciamiento físico, se exija una distancia todavía mayor entre las personas. En ese caso, deben respetarse las recomendaciones nacionales. 

Para facilitar el cumplimiento de las recomendaciones nacionales o locales, conviene aplicar las orientaciones sobre la distancia física de forma práctica y factible en el contexto de las tareas que se desempeñan, de manera que sean aceptables tanto para los trabajadores como para los empleadores. Es recomendable incitar a los trabajadores a cumplir con las normas de distanciamiento físico también en actividades fuera del lugar de trabajo, en la comunidad y en los dormitorios. 

La evaluación de los riesgos y la consulta entre los empleadores y los trabajadores es muy importante para establecer y llevar a la práctica las medidas de distanciamiento físico en el lugar de trabajo. Puede que estas requieran la modificación de los lugares de trabajo, un cambio en el uso de los espacios comunes y los vehículos de transporte, la implantación de turnos de trabajo escalonados, equipos partidos y otras medidas para reducir la interacción social en el lugar de trabajo. 

Si no es posible aplicar las medidas de distanciamiento físico en el lugar de trabajo para ciertas tareas específicas, debe estudiarse la posibilidad de suspender esas actividades y, si esto tampoco es posible, deben tomarse medidas de protección adicionales, como el uso de pantallas, protectores de estornudos y una mejor higiene de las manos, ventilación y desinfección.

El distanciamiento físico por sí solo no previene la transmisión de la COVID-19; es importante que esté acompañado de otras medidas de salud pública, como la higiene de las manos y las vías respiratorias, la limpieza del entorno y la desinfección de las superficies y los objetos que se tocan con frecuencia, la ventilación, el uso de mascarillas y una política de quedarse en casa en caso de indisposición. 

 

Los empleadores, los trabajadores y sus organizaciones deben colaborar con las autoridades de la salud para prevenir y controlar la COVID-19. La cooperación entre los directivos y los trabajadores y sus representantes es fundamental para la aplicación de las medidas de prevención relacionadas con el lugar de trabajo. Deben respetarse plenamente las normas internacionales del trabajo sobre los derechos y responsabilidades de los trabajadores y empleadores en materia de seguridad y salud en el trabajo (SST). 

Los empleadores, en consulta con los trabajadores y sus representantes, deben planificar y ejecutar medidas para prevenir y mitigar la COVID-19 en el lugar de trabajo a través de controles técnicos y administrativos y proporcionar equipos y ropa de protección individual de acuerdo con la evaluación de los riesgos. Dichas medidas no deben suponer costo alguno para los trabajadores.

Es necesario adoptar medidas especiales para proteger a los trabajadores que corren un mayor riesgo de desarrollar enfermedades graves, como los mayores de 60 años o con dolencias médicas subyacentes, por recomendación de los servicios de salud en el trabajo. Los trabajadores de la economía informal y de las plataformas digitales, los de las pequeñas empresas, los trabajadores domésticos y los migrantes no deben quedarse atrás en cuanto a protección tanto de su salud y seguridad en el trabajo como de sus medios de vida.

No debe haber estigma social o discriminación en el lugar de trabajo por ningún motivo, tampoco en el acceso a la información y la protección contra la COVID-19, los servicios de salud en el trabajo ni a la salud mental y el apoyo psicosocial.

Si la COVID-19 se contrae por exposición en el lugar de trabajo, podría considerarse como una enfermedad profesional. En ese caso, debe notificarse como tal y el trabajador debe recibir la indemnización debida según lo establecido en las normas internacionales del trabajo y los planes nacionales de prestaciones por accidente del trabajo y enfermedad profesional.

 

Los trabajadores tienen la responsabilidad de cumplir con las medidas de SST y de prevención y control de infecciones establecidas para su lugar de trabajo, así como de participar en la capacitación que proporcione el empleador. Los trabajadores deben informar a su supervisor de cualquier situación que pueda presentar un peligro inminente y grave para su vida o su salud. Todo trabajador tiene derecho a alejarse de una situación de trabajo cuando tiene motivos razonables para creer que esta entraña un peligro inminente y grave para su vida o su salud. Cuando un trabajador ejerza este derecho, debe estar protegido de cualquier consecuencia injustificada. 

 

 

En los lugares de trabajo deben elaborarse planes de acción para prevenir y mitigar la COVID-19 dentro del plan de continuidad de las actividades y de acuerdo con los resultados de las evaluaciones de los riesgos y la situación epidemiológica. 

Es necesario supervisar y actualizar periódicamente el plan de acción y las medidas preventivas. El acondicionamiento, el seguimiento y la renovación del lugar de trabajo en el contexto de la COVID-19 deben realizarse en consulta con los trabajadores y sus representantes y contando con su participación. Es muy importante controlar la efectividad de las medidas preventivas y su cumplimiento por parte de los trabajadores, los visitantes, los usuarios, los clientes y los subcontratistas. Los planes deben actualizarse cuando se dé un caso de COVID-19 confirmado o sospechoso en el lugar de trabajo.   

El regreso al lugar de trabajo debe planificarse cuidadosamente y de antemano, con medidas preventivas establecidas de acuerdo con la evaluación de los riesgos de los diferentes trabajos y tareas. Deben evaluarse todos los riesgos posibles para la seguridad y la salud, como los riesgos resultantes del limitado mantenimiento de las máquinas y las instalaciones durante el periodo de cierre. Si la vuelta al trabajo se hace de forma precipitada —en lugar de hacerlo de forma escalonada y cautelosa—, puede costar vidas y socavar los esfuerzos por restablecer la actividad social y económica.

 

 

La toma de temperatura no permite detectar todos los casos de COVID-19, ya que es posible que las personas infectadas no tengan fiebre al principio de la infección o la enfermedad ni tampoco durante el periodo de incubación o justo antes de que comiencen otros síntomas, aunque ya puedan transmitir la infección. También es posible que algunas personas se bajen la fiebre con medicamentos antitérmicos si les preocupan las posibles consecuencias de no acudir al trabajo. Solo con controlar la temperatura no se detendrá la propagación de este coronavirus en el trabajo.

Puede considerarse parte de un paquete de medidas para prevenir y controlar la COVID-19 en el lugar de trabajo. Debe alentarse a los trabajadores a que vigilen su propia salud, por ejemplo, mediante el uso de cuestionarios, y a que se tomen periódicamente la temperatura en el hogar. En los lugares de trabajos debe adoptarse la política de quedarse en casa cuando alguien no se encuentre bien y conceder permisos flexibles por enfermedad para disuadir a los trabajadores con síntomas compatibles con la COVID-19 de acudir al trabajo.  

 

El uso de las mascarillas depende de la evaluación de los riesgos. Para los trabajos y tareas que conllevan un riesgo medio o alto, para personas de 60 años o más y para aquellos con afecciones subyacentes, debe proporcionarse una mascarilla médica y otros elementos del equipo de protección individual. Las mascarillas o caretas de tela se recomiendan por el momento para las personas más jóvenes y que no presenten síntomas en contextos donde no se pueda lograr el distanciamiento físico. Esto evita la propagación del virus de la persona que lleva la mascarilla (que podría tener COVID-19 pero no presentar síntomas) a los demás. La política sobre el uso de mascarillas o la cobertura facial en los lugares de trabajo de riesgo bajo debe estar en consonancia con las orientaciones nacionales o locales. Las mascarillas conllevan algunos riesgos si no se utilizan correctamente. 

 

 

Debe haber aire limpio y fresco en todos los lugares de trabajo. Para los trabajos y las tareas con riesgo de exposición medio o alto, la OMS recomienda aumentar la tasa de ventilación mediante la aireación natural o la ventilación artificial, preferentemente sin reciclar el aire. En caso de que se utilice aire reciclado, los filtros deben limpiarse con frecuencia. 

 

 

La COVID-19 se asocia con una serie de preocupaciones, como el miedo a enfermar y morir, a la exclusión social, a la cuarentena o a la pérdida de los medios de vida. Los síntomas de ansiedad y depresión son reacciones comunes en el contexto de la COVID-19. Todos los trabajadores deben tener acceso a servicios de salud mental y apoyo psicosocial. Las evaluaciones exhaustivas de los riesgos pueden ayudar a detectar y mitigar los riesgos para la salud mental relacionados con el trabajo.

El documento completo con las consideraciones relativas a las medidas de salud pública y sociales en el lugar de trabajo en el contexto de la COVID-19 se encuentra en https://apps.who.int/iris/handle/10665/332084