Los líderes mundiales se reúnen en la Conferencia Ministerial Mundial sobre Seguridad Vial para reconocer que la seguridad vial es una prioridad urgente de salud pública y en materia de desarrollo y promover medidas encaminadas a reducir a la mitad las muertes en accidentes de tránsito para 2030.
Si le preguntaran cuál es, en su opinión, la causa principal de mortalidad entre los niños y los jóvenes de todo el mundo, ¿qué respondería?
¿El paludismo? ¿La neumonía? ¿El suicidio? Todas esas opciones figuran entre las causas principales, pero el primer lugar lo ocupa otra: los accidentes de tránsito.
Hace más de 120 años que existen los automóviles, y sabemos cómo prevenir esas tragedias. Y, con todo, los accidentes de tránsito siguen cobrándose más de dos vidas por minuto, y casi 1,2 millones de vidas al año.
Si estas muertes se debieran a un virus, hablaríamos de pandemia y el mundo se las ingeniaría para desarrollar vacunas para prevenirla.
Sin embargo, reducir las muertes en accidentes de tránsito ha sido, durante mucho tiempo, una cuestión ignorada, malinterpretada e infrafinanciada.
La gente siempre cometerá errores en la carretera, pero disponemos de soluciones de eficacia probada y que garantizan que nuestros sistemas de transporte pueden absorber esos errores y reducir notablemente el riesgo de fallecimiento.
Como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y el Decenio de Acción de las Naciones Unidas para la Seguridad Vial 2021-2030, el mundo se ha fijado una meta ambiciosa: reducir a la mitad las muertes en accidentes de tránsito en todo el mundo para 2030.
Solo diez países, entre ellos, algunos de ingreso mediano bajo muy afectados, han logrado reducir las muertes en accidentes de tránsito en más del 50 % en un decenio, y más de 30 países se acercan a este objetivo. Esto demuestra que la meta es factible, pero estamos todavía muy lejos de alcanzarla. Necesitamos medidas urgentes.
Un aspecto clave para alcanzar este objetivo es la decisión de diseñar y construir nuestros sistemas de transporte pensando en las personas, y no en los vehículos de motor, y hacer que la seguridad sea un elemento fundamental en todas las decisiones y acciones.
Esto es especialmente importante en el caso de los usuarios más vulnerables de las vías de tránsito, como los peatones, los ciclistas y los motociclistas, que a menudo están peligrosamente desprotegidos.
Promover la seguridad vial es fundamental en sí mismo, pero también es clave para el desarrollo sostenible en general.
El mundo está inmerso en una ola de motorización sin precedentes. Más de mil millones de vehículos circulan por las carreteras. Se trata de una situación insostenible, de modo que debemos dejar de centrarnos en los desplazamientos de coches, motocicletas y camiones y pensar en el movimiento de las personas.
El transporte representa una cuarta parte de las emisiones de carbono en todo el mundo y aumenta la congestión en nuestras ciudades. Sin embargo, si existe una movilidad segura y accesible, las personas se decantan por las opciones de transporte público más ecológicas, así como por caminar y andar en bicicleta.
Concebir las ciudades en torno a un transporte sostenible, incluidos carriles para ciclistas, zonas peatonales y un transporte público accesible, también fortalece a las comunidades al hacer que los espacios sean más seguros y más habitables, y mejora al mismo tiempo el acceso a una vivienda adecuada y a unos servicios básicos para toda la población.
Unas carreteras seguras impulsan la economía. Las muertes por accidente de tránsito pueden costar a los países entre el 3 % y el 5 % de su PIB, y velar por que aumente el número de personas que pueden desplazarse de forma segura al trabajo, a la escuela y a servicios de primera necesidad impulsa el desarrollo.
Un transporte seguro, accesible y asequible también acaba con las barreras a las que se enfrentan los grupos desfavorecidos en relación con el empleo, la escuela y las oportunidades. Esto ayuda a garantizar que todo el mundo pueda desplegar su potencial.
Lo mismo sucede con la igualdad de género, y en algunos países hasta el 80 % de las mujeres afirman haber sufrido acoso en el transporte público, de modo que debemos lograr un transporte seguro para mujeres y niñas.
La seguridad vial nos atañe a todos, y el éxito pasa por implicar a los distintos sectores.
Los planificadores urbanos y los ingenieros deben velar por que la seguridad esté integrada en la infraestructura. Las instituciones académicas y la sociedad civil pueden generar evidencia. Los medios de difusión pueden indagar qué soluciones funcionan, cuáles no y los porqués.
El sector privado tiene una influencia extraordinaria. Las empresas pueden contribuir a una movilidad segura y sostenible aplicando, en sus cadenas de valor, principios y prácticas de eficacia probada. Solo deben vender vehículos que reúnan los requisitos de seguridad de las Naciones Unidas.
El papel del gobierno es, pese a todo, primordial. Los gobiernos deben proporcionar enfoques estratégicos y bien coordinados, unos marcos jurídicos y de políticas sólidos que hagan cumplir las normas de seguridad y promuevan unas conductas seguras, y una financiación suficiente. La aplicación de la ley y la educación también son elementos clave.
Esta es la visión que articula el Plan Mundial para el Decenio de Acción de las Naciones Unidas para la Seguridad Vial 2021-2030, que pone a disposición de los gobiernos un programa para reducir las muertes en accidentes de tránsito.
Esta semana, los líderes mundiales se reúnen en la Cuarta Conferencia Ministerial Mundial sobre Seguridad Vial, en Marruecos, para evaluar los progresos, compartir conocimientos y avanzar en las acciones para reducir a la mitad las muertes en accidentes de tránsito para 2030.
Están preparados para adoptar una nueva Declaración de Marrakech, que reconozca que la seguridad vial es una prioridad urgente de salud pública y en materia de desarrollo y que nuestros esfuerzos deben regirse por los principios de equidad, accesibilidad y sostenibilidad.
La Declaración pide a los líderes que redoblen sus esfuerzos para poner en práctica el Plan Mundial para el Decenio de Acción de las Naciones Unidas para la Seguridad Vial. Necesitamos un cambio radical desde el punto de vista de la voluntad política, dotarnos de un sentimiento de urgencia y contar con unas estrategias basadas en la evidencia, debidamente presupuestadas y que se apliquen, una coordinación sólida y una financiación adecuada.
La seguridad vial es una crisis que hace demasiado tiempo que dura. Toda muerte en un accidente de tránsito es una muerte que debería haberse evitado.
Pero nuestro empeño va mucho más allá. Una movilidad segura y sostenible puede impulsar un futuro mejor para todos nosotros.
Firmantes:
- Excmo. Sr. Abdessamad Kayouh, Ministro de Transportes y Logística del Reino de Marruecos, anfitrión de la Cuarta Conferencia Ministerial Mundial sobre Seguridad Vial.
- Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS
- Jean Todt, Enviado Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la Seguridad Vial
- Achim Steiner, Administrador del PNUD
- Rabab Fatima, Secretaria General Adjunta y Alta Representante para los Países Menos Adelantados, los Países en Desarrollo Sin Litoral y los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo
- Inger Andersen, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva del PNUMA
- Anaclaudia Rossbach, Directora Ejecutiva de ONU-Hábitat
- Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)
- Li Junhua. Secretario General Adjunto de Asuntos Económicos y Sociales. Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DAES)
- Jorge Moreira da Silva, Director Ejecutivo de la UNOPS
- Tatiana Molcean, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas/Secretaria Ejecutiva de la CEPE
- Armida Salsiah Alisjahbana, Secretaria Ejecutiva de la CESPAP
- Claver Gatete, Secretario Ejecutivo de la CEPA
- Rola Dashti, Secretaria Ejecutiva de la CESPAO
- José Manuel Salazar-Xirinachs, Secretario Ejecutivo de la CEPAL
- Gilles Michaud, Secretario General Adjunto de Seguridad (DS)
- Felipe Paullier, Subsecretario General de Asuntos de la Juventud