Dr. Gottfried Hirnschall, Director, Departamento de VIH/Sida
Recuerdo muy bien cuando me incorporé al Departamento de VIH/Sida de la OMS. Se estaba a punto de atacar una de las inequidades más increíbles en el ámbito de la salud: la OMS y sus asociados iban a fijar el primer objetivo mundial en materia de tratamiento antirretroviral (ARV), “tres millones para 2005”. La meta era proporcionar un tratamiento antirretroviral a tres millones de personas para el final de 2005.

Pese al entusiasmo general, había muchas incertidumbres y, para ser honesto, un gran número de interrogantes sin respuesta: ¿la comunidad en su conjunto adheriría a este programa?, ¿los sistemas de salud más débiles podrían hacer frente a una demanda en aumento?, y sobre todo ¿quién pagaría?
14 millones en 2014
Hoy, más de 14 millones de personas toman ARV, lo que muestra que el mundo procura subsanar las deficiencias en cuanto al acceso al tratamiento contra el VIH. Los medicamentos que consumen son mucho menos costosos, mucho más seguros y mucho más simples (una sola píldora al día en vez de un puñado de comprimidos diferentes). Los pacientes toman esos medicamentos para mantenerse en buena salud, pero también para limitar los riesgos de transmitir el VIH a sus parejas y a sus hijos.
Acabo de regresar de Sudáfrica. Este país padece la epidemia de VIH más grande del mundo, pero ha llegado a ser un ejemplo elocuente de lo que puede hacerse con energía, compromiso, recursos y con la voluntad de adoptar rápidamente las innovaciones. En este momento, más de 2,7 millones de personas toman ARV; se dispone de servicios desde el nivel de base hasta el superior; la realización de pruebas de detección se ha ampliado mucho recientemente, y el país cuenta con un plan concreto para seguir avanzando.
“Hemos recorrido un largo camino, pero seguimos teniendo desafíos que afrontar. Uno de ellos es ayudar más a las personas para sigan tomando los medicamentos y observen el tratamiento”, me explicó la semana pasada en Johanesburgo el Dr. Yogan Pillay, Director General Adjunto encargado del VIH, la tuberculosis y la salud maternoinfantil. “Esta es una esfera en la que podemos y debemos hacerlo mejor, al tiempo que seguimos aumentando el número personas que reciben tratamiento.”
El plan de este país consiste en parte en aplicar la recomendación de la OMS sobre la “utilización estratégica de los ARV” a fin de prevenir y tratar el VIH –un elemento básico de las directrices unificadas de la Organización sobre los ARV, publicadas en julio de 2013.
Utilizar los antirretrovirales de manera estratégica
Las directrices ponen de relieve los posibles beneficios a largo plazo para la salud que reportaría el ofrecer ARV a las personas no solo para proteger su propia salud sino también para prevenir nuevas infecciones. La OMS también recomienda ofrecer tratamiento a las mujeres encintas para limitar la transmisión a los hijos, así como a las parejas sexuales que no sean portadoras del virus. Según las directrices, convendría asimismo comenzar a tomar medicamentos mucho más temprano en el curso de la enfermedad, cuando el sistema inmunitario es aún robusto, con un recuento de CD4 inferior al umbral de 500.
Desde que la OMS publicó sus recomendaciones hace 18 meses, 71 países han adoptado las nuevas directrices. Muchos países están aumentando la financiación interna de la expansión del tratamiento para complementar la procedente del exterior.
Actualmente, son muchos quienes consideran la utilización estratégica de los ARV como la piedra angular de un plan más ambicioso encaminado a poner fin a la epidemia de sida. Si el 90% de las personas conocen su estado serológico, el 90% de ellas reciben antirretrovirales y el 90% de estas últimas consiguen liberarse del virus, hay una posibilidad real de evitar la casi totalidad de nuevas infecciones por VIH y de defunciones de aquí a 2030.
Deficiencias por subsanar
¿En qué medida, pues, hemos progresado y cuánto queda aún por hacer? Si bien quienes ahora conocen su estado serológico son mucho más numerosos que cuando llegué a la OMS, alrededor de la mitad de las personas que viven con el VIH en el mundo siguen sin saber que son portadoras del virus. Por ello, se requiere un esfuerzo concertado a fin de ofrecer pruebas de detección más abarcadoras y más precisas, así como para proporcionar un tratamiento lo antes posible.
También será fundamental asegurarse de que las personas que comienzan a tomar ARV no interrumpan el tratamiento. No siempre es fácil estar dispuesto a tomar medicamentos cuando uno no se siente enfermo y a seguir con el tratamiento de por vida. A nivel mundial, un paciente de cada siete que comienzan un tratamiento con ARV “se pierde de vista en el transcurso del seguimiento” al cabo de un año.
El gran problema ahora tiene que ver con los grupos poblacionales particularmente afectados por el VIH, a saber, niñas y mujeres en el África subsahariana, migrantes y poblaciones móviles en muchas partes del mundo, y otras “poblaciones clave”, en especial los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas transgénero, los profesionales del sexo, las personas que se inyectan drogas, y los reclusos, en general en el mundo entero. Por ello, la OMS publicó una nueva serie de recomendaciones con ocasión de la Conferencia Internacional sobre el Sida, celebrada este año en Melbourne, lo que ha puesto de relieve la certeza de que el conjunto de las recomendaciones formuladas en 2013 deben ser aplicadas a todos los grupos de población y que es preciso suprimir los obstáculos al acceso a esos servicios de salud.
Con motivo del Día Mundial del Sida 2014, publicamos un conjunto adicional de directrices con objeto de seguir mejorando la calidad y la eficacia de los programas de prevención y tratamiento del VIH. Recomendamos a los países que amplíen el acceso a los AVR a las personas que han estado expuestas al VIH (lo que habitualmente se denomina profilaxis postexposición) –agentes de salud, por ejemplo, que pudieran haber estado expuestos al contacto con sangre contaminada, y personas que hubiesen mantenido relaciones sexuales sin protección– a fin de prevenir la infección. Proponemos también medios para que los países presten mejor atención clínica a las personas que viven con el VIH y otras infecciones, como la tuberculosis o la hepatitis.
Subsanar las deficiencias en relación con el tratamiento del sida será sumamente beneficioso para que las personas se mantengan sanas y activas, y para reducir el riesgo de nuevas infecciones. Pero con solo subsanar esas deficiencias no basta para acabar con la epidemia de VIH. Es preciso un esfuerzo paralelo mayor en materia de prevención, inclusive una programación sobre el uso de preservativos, la reducción de los daños, la circuncisión médica masculina voluntaria y una atención continua a aquellos grupos que siguen presentando altas tasas de infección y a los cuales actualmente no se tiene acceso.
Subsanar las deficiencias de acceso a la prevención y el tratamiento del VIH y alcanzar las metas de 90-90-90 es al mismo tiempo una visión inspiradora y un tremendo desafío. En cierto modo, estamos en un momento comparable al que vio nacer la idea de “tres millones para 2005”, salvo que ya hemos recorrido, por lo menos, la mitad del camino. Pero no debemos dormirnos en los laureles y dejar pasar esta oportunidad única.