Nunca es demasiado tarde para luchar contra la pandemia

Por Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud

29 de septiembre de 2020

Un millón de personas han fallecido hasta la fecha por la COVID-19 y muchas más están sufriendo a causa de la pandemia. Esta situación es un momento es difícil para el mundo, pero hay destellos de esperanza que nos insuflan ánimo ahora y en un futuro cercano. 

Apenas nueve meses después de que se identificara el virus por primera vez, algunos de los mejores científicos del mundo han desarrollado colectivamente pruebas para diagnosticar los casos, han identificado tratamientos como los corticosteroides para reducir la mortalidad en los casos más graves de COVID-19 y han producido vacunas candidatas que se encuentran ahora en la tercera fase final de los ensayos. 

Mientras esperamos nuevos avances, hemos visto que el virus puede ser contenido eficazmente mediante la aplicación de medidas de salud pública probadas y verificadas. 

Muchos países han impulsado una respuesta que abarca a todas las administraciones gubernamentales y a toda la sociedad. Con la infraestructura de preparación adecuada, pudieron actuar con prontitud para contener los brotes antes de que la transmisión se les escapara de las manos. 

Tailandia tiene un sistema médico y de salud pública bien dotado de recursos. Basándose en el mejor asesoramiento científico disponible y apoyándose en agentes de salud comunitarios capacitados y comprometidos, las autoridades tailandesas actuaron con decisión para suprimir el virus y aumentar la confianza de la población. 

Italia fue uno de los primeros países en experimentar un gran brote fuera de China, y en muchos aspectos fue pionera para otros países. Aprendiendo de la experiencia de Wuhan, Italia puso en práctica medidas enérgicas y pudo reducir la transmisión y salvar muchos miles de vidas. La unidad y la solidaridad nacionales, combinadas con la dedicación y el sacrificio de los trabajadores de la salud y el compromiso del pueblo italiano, ayudaron a controlar el brote. 

Aunque las Américas han sido hasta ahora la región más afectada, el Uruguay ha notificado el menor número de casos y muertes en América Latina, tanto en términos totales como por habitante. Esto no es un accidente. El Uruguay tiene uno de los sistemas de salud más sólidos y resilientes de América Latina y realiza una inversión sostenible basada en el consenso político sobre la importancia de invertir en la salud pública. 

El Pakistán aprovechó la infraestructura construida a lo largo de muchos años para combatir la poliomielitis con miras a luchar contra la COVID-19. Los agentes de salud comunitarios, que habían recibido capacitación para ir de puerta en puerta vacunando a los niños contra la poliomielitis, han sido desplegados de nuevo y utilizados para las tareas de vigilancia, rastreo de contactos y prestación de atención. Esto ha permitido suprimir el virus, y a medida que el país se estabiliza la economía también se está recuperando de nuevo, lo que refuerza la enseñanza de que no hay que elegir entre controlar el virus o salvar la economía, sino que ambas cosas van de la mano. 

Hay muchos otros ejemplos, como Camboya, España, Mongolia, el Japón, Nueva Zelandia, la República de Corea, Rwanda, el Senegal y Vietnam. Muchos de estos países aprendieron las lecciones de anteriores brotes de enfermedades como el SARS, el MERS, el sarampión, la poliomielitis, el ebola y la gripe para perfeccionar su sistema de salud y responder a este nuevo patógeno. 

Sin embargo, la enseñanza clave es la misma: independientemente de la fase del brote en que se encuentre un país, nunca es demasiado tarde para cambiar las cosas. 

Hay cuatro medidas esenciales en las que todos los países, comunidades y personas deben centrarse para controlar la epidemia. 

En primer lugar, evitar los eventos amplificadores. La COVID-19 se propaga muy eficientemente entre grupos de personas. 

En segundo lugar, reducir las muertes protegiendo a los grupos vulnerables, incluidas las personas mayores, las que tienen afecciones subyacentes y los trabajadores esenciales. 

En tercer lugar, los personas deben desempeñar un papel adoptando las medidas que sabemos que funcionan para protegerse a sí mismas y a los demás: mantenerse al menos a un metro de distancia de los demás, limpiarse las manos con regularidad, adoptar prácticas respiratorias adecuadas y usar mascarilla. Hay que evitar tres cosas: espacios cerrados, lugares concurridos y entornos de contacto cercano. 

Y, en cuarto lugar, los gobiernos deben tomar medidas adaptadas para encontrar, aislar, someter a pruebas y cuidar a los casos, y rastrear y poner en cuarentena a los contactos. Las órdenes generalizadas de confinamiento pueden evitarse si los países adoptan intervenciones temporales y con un enfoque geográfico. 

El septuagésimo quinto período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas representa una ocasión para que el mundo se reúna y reflexione sobre el año pasado y trace un camino colectivo para avanzar. Esto es esencial, porque esta emergencia de salud pública de importancia internacional necesita una solución global. 

Se espera que la economía mundial se contraiga en US$7 billones en 2020 como resultado de la pandemia. Las vidas y los medios de subsistencia solo se restaurarán si abordamos la pandemia juntos. 

El Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19 (Acelerador ACT), puesto en marcha en abril de este año, es la única iniciativa mundial que ofrece una solución para acelerar el fin de la pandemia de COVID-19. 

El Acelerador ACT cuenta con la mayor cartera de herramientas contra la COVID-19 del mundo, por lo que invertir en él aumenta la probabilidad de poder acceder a la «vacuna candidata ganadora» y cubre el riesgo de que los países que ya han suscrito acuerdos bilaterales individuales acaben con productos que no son viables. 

Se necesitan US$35 000 millones para cumplir el objetivo de desarrollar nuevos instrumentos y producir y suministrar 2000 millones de dosis de vacunas, 245 millones de tratamientos y 500 millones de pruebas diagnósticas durante el próximo año. Eso es solo el 1% de lo que los gobiernos del G20 ya se han comprometido a aportar a los paquetes de estímulo económico nacional. 

Si bien la situación en que nos encontramos hoy nos brinda una pausa para reflexionar, este es un momento para que todos nos unamos solidariamente en la lucha contra este virus. La historia nos juzgará por las decisiones que tomemos o no en los próximos meses. Aprovechemos la oportunidad y crucemos las fronteras nacionales para salvar vidas y los medios de subsistencia.

Autores

Dr Tedros Adhanom Ghebreyesus

Director General
OMS