Dr. Jean-Marie Okwo-Bele, Director del Departamento de Inmunización, Vacunas y Productos Biológicos de la OMS

Este mes se cumplen sesenta años de la publicación de los resultados de amplios ensayos prácticos de la vacuna antipoliomielítica de Jonas Salk. Esos ensayos, en los que participaron un total de 1,8 millones de niños, tuvieron un éxito rotundo. Más adelante ese mismo año se concedió la licencia para la fabricación de la vacuna y los Estados Unidos pusieron en marcha las primeras campañas masivas de vacunación.
En 2014, la OMS había certificado que cuatro de sus seis regiones estaban libres de poliomielitis, y el 80% de la población mundial vive hoy en países en que esa enfermedad, altamente infecciosa y de efectos devastadores, ha sido erradicada.
A finales de la década de los setenta, cuando era un joven estudiante de medicina en la República Democrática del Congo RDC, tenía claro que quería dedicarme a un área que pudiera reportar grandes beneficios a un gran número de personas. Me siento muy afortunado de que esa ambición me llevara directamente al campo de la vacunación y al trabajo del Programa Ampliado de Inmunización (EPI), una iniciativa mundial concertada en favor de la inmunización que arrancó en 1974.
Cuando se puso en marcha el EPI solo cerca de un 5% de los niños del mundo estaban protegidos contra seis enfermedades (difteria, sarampión, tosferina, poliomielitis, tétanos y tuberculosis). En 2013, la cifra correspondiente había aumentado a más del 80% en muchos países y el número de vacunas utilizadas prácticamente se había multiplicado por dos.
Detener las enfermedades prevenibles mediante la vacunación
En la República Democrática del Congo vi cómo las tasas de vacunación pasaban de menos de un 10% a cerca de un 60% en tan solo unos años. El hecho de que pudiéramos conseguir tales resultados en un país como la RDC, que tiene el tamaño de Europa occidental pero se enfrenta a dificultades inmensas en cuanto a infraestructura y sistemas de salud, debe dar a todos la esperanza de que podemos llevar ahora la inmunización al siguiente nivel, esto es, lograr que ningún niño, independientemente de donde viva o de su situación económica, se vea expuesto a enfermedades prevenibles mediante vacunación.
“Todavía se registran cada año cerca de 1,5 millones de defunciones por enfermedades prevenibles mediante vacunación. Estamos lejos de alcanzar las metas fijadas para 2015 en el Plan de acción mundial sobre vacunas, que respaldaron todos los Estados Miembros.”
Dr. Jean-Marie Okwo-Bele, Director del Departamento de Inmunización, Vacunas y Productos Biológicos de la OMS
La OMS calcula que todos los años se previenen entre dos y tres millones de muertes gracias a la inmunización. El trabajo que se realiza en el ámbito del desarrollo de vacunas ha permitido la ampliación de la protección, que está yendo cada vez más allá de las seis enfermedades de partida. Muchos países administran ahora la vacuna contra Haemophilus influenzae tipo b, una bacteria que provoca neumonía grave y meningitis en los niños, la hepatitis B y la enfermedad neumocócica. Y la lista continuará alargándose.
Sin embargo, todavía se registran cada año cerca de 1,5 millones de defunciones por enfermedades prevenibles mediante vacunación. Estamos lejos de alcanzar las metas fijadas para 2015 en el Plan de acción mundial sobre vacunas, que respaldaron todos los Estados Miembros en la Asamblea Mundial de la Salud en 2012. En cifras, eso quiere decir que uno de cada cinco niños no está recibiendo vacunas que salvan vidas. En la práctica, significa que millones de familias del mundo entero continúan viendo cómo sus seres queridos padecen sufrimiento y discapacidad, e incluso mueren, a causa de enfermedades que podemos prevenir con los conocimientos y los instrumentos de que disponemos.
Adaptar las estrategias de vacunación para afrontar los desafíos
Evidentemente, no existe una sola solución para afrontar este desafío sanitario mundial que sea válida en todos los casos. A menudo los niños menores de un año que no son vacunados viven en comunidades rurales aisladas y en barrios marginales urbanos de algunas de las comunidades más pobres del mundo. Muchos residen también en zonas muy afectadas por situaciones de conflicto o inseguridad.
Sabemos bien lo que hay que hacer, y la mayoría de los países tienen ya los instrumentos y la capacidad para actuar. Hemos de trabajar tanto a nivel mundial como nacional para movilizar recursos y respaldar las actividades de inmunización en todas y cada una de las comunidades. Ello requiere una labor de microplanificación que permita ajustar las estrategias de vacunación a las necesidades de los múltiples y variados entornos y situaciones. También requiere encontrar nuevos medios para simplificar los procesos relacionados con las vacunas sobre el terrero, y requiere vigilar los resultados, medir los progresos y adoptar medidas colectivas.
La característica fundamental de los exitosos programas de vacunación es su sencillez. Se pueden adaptar a cada entorno, incluso cuando hay conflictos o crisis de otro tipo. Esos programas funcionan en todos los niveles de los sistemas de salud para garantizar una prestación sostenible de los servicios de inmunización, ya sea en establecimientos sanitarios o mediante actividades de extensión con vacunadores que se desplazan, a fin de llegar a todos los niños.
Cerrar las brechas en inmunización gracias a la responsabilización
A nivel local, los líderes comunitarios tienen un importante papel que desempeñar en los programas de inmunización: deben velar por que tanto los progenitores como los cuidadores comprendan la importancia de la vacunación. Es fundamental que cada cual asuma la responsabilidad que le corresponda en cada etapa de los programas de vacunación. En Nigeria, que está a punto de erradicar la poliomielitis, los funcionarios locales son los responsables de la vacunación de los niños, lo que permite gestionar mejor las campañas contra esa enfermedad y los recursos asignados a ellas.
Para que se cumpla nuestra visión de un mundo libre de enfermedades prevenibles mediante vacunación, todos los interesados clave han de llevar a cabo su cometido, desde los padres y los agentes de salud hasta los gestores de programas, los gobiernos o los asociados.
Juntos podemos cerrar las brechas en inmunización. Cuando empecé mi carrera en la esfera de la salud pública hace 34 años, jamás habría imaginado que vería un continente africano libre de poliomielitis durante mi vida profesional. Y hoy estamos a punto de alcanzar esa meta. Mi sueño ahora es que se logren mejoras más rápidas en la cobertura de inmunización sistemática, para que en un plazo de dos años no sigamos hablando todavía de cómo llegar a ese quinto niño.