Meningitis

1 de abril de 2025

Datos y cifras

  • La meningitis es una enfermedad devastadora que puede ser mortal y a menudo provoca graves problemas de salud a largo plazo.
  • La meningitis sigue siendo un gran problema mundial de salud pública.
  • Hay muchos microorganismos que pueden causar meningitis, entre ellos bacterias, virus, hongos y parásitos.
  • La meningitis bacteriana resulta especialmente preocupante. Alrededor de 1 de cada 6 personas que contraen este tipo de meningitis muere y 1 de cada 5 presenta complicaciones graves.
  • Se dan epidemias de esta enfermedad en todo el mundo, aunque son especialmente frecuentes en África Subsahariana.
  • Las vacunas son la forma más eficaz de brindar una protección duradera.

Panorama general

La meningitis es la inflamación de los tejidos que rodean el cerebro y la médula espinal. Puede ser de origen infeccioso o no infeccioso y puede implicar un alto riesgo de muerte y complicaciones a largo plazo, por lo que requiere atención médica urgente.

La meningitis sigue siendo una importante amenaza para la salud mundial. Puede estar causada por varias especies de bacterias, virus, hongos y parásitos. Los traumatismos, el cáncer y los medicamentos son responsables de un pequeño número de casos.

La meningitis bacteriana es el tipo más grave de meningitis. Es una afección grave y potencialmente mortal que a menudo puede tener consecuencias adversas para la salud a largo plazo. Hay cuatro bacterias principales que causan meningitis:

  • Neisseria meningitidis (meningococo)
  • Streptococcus pneumoniae (neumococo)
  • Haemophilus influenzae
  • Streptococcus agalactiae (estreptococo del grupo B)

Estas bacterias causan más de la mitad de las defunciones por meningitis en todo el mundo y pueden dar lugar a otras afecciones graves, como la sepsis y la neumonía.

Otras causas importantes de meningitis en todo el mundo incluyen otras especies de bacterias (por ejemplo, Mycobacterium tuberculosis, Salmonella spp. no tifoidea, Listeria monocytogenes), virus (por ejemplo, enterovirus, herpesvirus y arbovirus), hongos (por ejemplo, Cyptococcus spp.) y parásitos (por ejemplo, algunas especies de amebas).

Grupos de riesgo

La meningitis puede afectar a cualquier persona, en cualquier lugar y a cualquier edad. Los agentes patógenos que la causan pueden variar en función de la edad y el sistema inmunitario de la persona afectada, así como del nivel de exposición al riesgo, que puede verse influido por las condiciones de vida y la ubicación geográfica.

Los recién nacidos corren más riesgo de infección por el estreptococo del grupo B, mientras que los niños y los adolescentes corren más riesgo por el meningococo, el neumococo y el Haemophilus influenzae. El neumococo y el meningococo también son responsables de la mayoría de los casos de meningitis bacteriana en adultos.

Las personas inmunodeprimidas y/o que viven con el VIH tienen mayor riesgo de padecer diferentes tipos de meningitis.

A escala mundial, la mayor carga de morbilidad se observa en una región de África Subsahariana conocida como el «cinturón africano de la meningitis», que se extiende desde el Senegal hasta Etiopía y donde el riesgo de que ocurran epidemias de meningitis meningocócica es muy elevado.

Los brotes de meningitis meningocócica se producen con mayor frecuencia en condiciones de riesgo especial, por ejemplo, entornos concurridos donde las personas se encuentran muy próximas entre sí, zonas de extracción, concentraciones multitudinarias en eventos religiosos o deportivos, entornos con refugiados o personas desplazadas, instituciones cerradas, campamentos militares y zonas con alta migración, como mercados muy concurridos y zonas fronterizas.

Transmisión

La vía de transmisión varía según el organismo. La mayoría de las bacterias que causan meningitis, como el meningococo, el neumococo y Haemophilus influenzae, son portadas por los seres humanos en la nariz y la garganta. Se propagan de una persona a otra a través de gotículas respiratorias o secreciones de la garganta. El estreptococo del grupo B suele estar en el intestino o la vagina de los seres humanos y puede contagiarse de la madre al niño en el momento del parto.

El estado de portador de estos organismos no suele causar síntomas y ayuda a desarrollar inmunidad contra la infección, aunque a veces las bacterias invaden el cuerpo, causando meningitis, sepsis y otros cuadros de enfermedad invasiva.

Signos y síntomas

Los síntomas de la meningitis pueden variar en función de la causa, la rapidez con la que progresa la enfermedad, su duración, la afectación cerebral y otras complicaciones graves como la sepsis.

Los síntomas habituales de la meningitis son: fiebre, rigidez de nuca, confusión o alteración del estado mental, cefalea, fotosensibilidad, náuseas y vómitos. Otros síntomas menos frecuentes son crisis convulsivas, coma y déficits neurológicos, por ejemplo, debilidad en las extremidades.

Los menores de 1 año suelen presentar síntomas diferentes a los adultos:

  • comportamiento inusual, por ejemplo, falta de actividad y dificultad para despertarse;
  • irritabilidad;
  • llanto débil y continuo;
  • inapetencia;
  • abultamiento del punto blando de la cabeza.

Algunos agentes patógenos bacterianos pueden provocar también otros síntomas, como consecuencia de una infección del torrente sanguíneo que puede derivar rápidamente en sepsis, y que incluyen frío en manos y pies, respiración acelerada e hipotensión arterial. La sepsis meningocócica puede presentar una erupción cutánea característica que no palidece al presionarla.

Complicaciones y secuelas

Una de cada cinco personas que sobrevive a una meningitis bacteriana puede presentar secuelas de larga duración, como pérdida de audición; convulsiones; debilidad de las extremidades; problemas con la vista, el habla, el lenguaje, la memoria y la comunicación; y deformidades cicatriciales y amputaciones de extremidades tras la sepsis.

Prevención

Las vacunas ofrecen la mejor protección contra los tipos comunes de meningitis bacteriana.

Las vacunas pueden prevenir la meningitis causada por:

  • meningococo;
  • neumococo;
  • Haemophilus influenzae de tipo b (Hib).

Las vacunas maternas contra el estreptococo del grupo B, orientadas a prevenir una enfermedad estreptocócica invasiva en niños menores de 1 año, se encuentran en las últimas fases de desarrollo clínico.

Las meningitis bacterianas y víricas pueden contagiarse de una persona a otra. Si usted vive con alguien que padece una meningitis de alguno de estos dos tipos, se le recomienda:

  • hablar con su profesional médico o de enfermería sobre la posibilidad de tomar antibióticos (si la causa es bacteriana);
  • lavarse las manos con frecuencia, sobre todo antes de comer;
  • evitar el contacto íntimo y no compartir vasos, utensilios o cepillos de dientes.

1. Vacunación

Hace muchos años que existen vacunas autorizadas contra las meningitis meningocócicas, neumocócicas y por Haemophilus influenzae. Existen varias cepas (conocidas como «serotipos» o «serogrupos») de estas bacterias y las vacunas están ideadas para proteger contra las más peligrosas. No existen vacunas universales.

La vacuna contra el Hib se utiliza en la mayoría de programas nacionales de vacunación infantil del mundo. La OMS también recomienda el uso universal de la vacuna antineumocócica conjugada. Las vacunas antimeningocócicas incluyen vacunas conjugadas de polisacáridos multivalentes (MMCV), que cubren entre cuatro y cinco serogrupos de meningococo (A, C, W, Y, X); vacunas basadas en proteínas, que cubren el serogrupo B del meningococo, y vacunas combinadas que combinan estas últimas con la MMCV tetravalente. Las vacunas de polisacáridos se siguen comercializando a escala internacional, aunque están siendo sustituidas gradualmente por las vacunas MMCV.

En el cinturón africano de la meningitis, el meningococo del serogrupo A causaba el 80 %-85 % de las epidemias de meningitis antes del despliegue a gran escala, a partir de 2010, de una vacuna antimeningocócica conjugada contra este serogrupo. En 2023, la OMS precalificó la primera vacuna antimeningocócica MMCV pentavalente, que protege contra los serogrupos A, C, W, Y y X (denominada Men5CV), y recomendó su uso en los países del cinturón africano de la meningitis. El despliegue de la Men5CV ofrece la posibilidad de eliminar las epidemias de meningitis y lograr que el cinturón africano de la meningitis pase a la historia.

2. Antibióticos para la prevención (quimioprofilaxis)

La administración de profilaxis posexposición con antibióticos a los contactos directos de personas con enfermedad meningocócica permite eliminar el estado de portador asintomático de meningococo en la nariz y reducir el riesgo de transmisión.

En muchos países se recomienda identificar a las madres cuyos hijos lactantes corren riesgo de contraer la enfermedad por estreptococo del grupo B. A las madres con riesgo de transmitir esta enfermedad se les ofrece penicilina intravenosa durante el parto para prevenir que los recién nacidos presenten la infección.

Diagnóstico

Para diagnosticar la meningitis, se necesita una punción lumbar para examinar el líquido cefalorraquídeo (LCR). Esta prueba debe realizarse antes de iniciar el tratamiento con antibióticos; no obstante, si se sospecha que puede tratarse de una meningitis bacteriana en base a los signos y síntomas, la punción lumbar nunca debe retrasar el tratamiento antibiótico.

Posteriormente, los laboratorios realizarán pruebas específicas con el LCR o la sangre para identificar el agente patógeno causante de la infección. Las pruebas también ayudarán a determinar los tratamientos necesarios y, en el caso específico de las infecciones bacterianas, la sensibilidad a los distintos tipos de antibióticos, así como a identificar la cepa o cepas del agente patógeno responsable y a orientar la respuesta de salud pública.

Tratamiento

La meningitis es una emergencia médica y requiere atención urgente en un establecimiento de salud adecuado.

Cuando existan sospechas de meningitis bacteriana, se debe iniciar el tratamiento antibiótico lo antes posible. No se debe esperar a conocer los resultados de la punción lumbar para administrar la primera dosis de antibióticos. A la hora de elegir el tratamiento antibiótico, se debe tener en cuenta la edad del paciente, la presencia de inmunodepresión y la prevalencia local de patrones de resistencia a los antimicrobianos. En situaciones no epidémicas, se administrarán corticosteroides (por ejemplo, dexametasona) por vía intravenosa junto con la primera dosis de antibióticos para reducir la respuesta inflamatoria y el riesgo de secuelas neurológicas y muerte.

Las personas que han padecido meningitis pueden presentar complicaciones como sordera, dificultades de aprendizaje o problemas de conducta y requerir tratamiento y cuidados a largo plazo. Las repercusiones psicosociales permanentes de la discapacidad debida a la meningitis pueden tener consecuencias médicas, educativas, sociales y de derechos humanos. El acceso a servicios y apoyo para estas afecciones suele ser insuficiente, en especial en los países de ingreso bajo y mediano.

Se debe alentar a las personas con alguna discapacidad causada por la meningitis y a sus familias para que acudan a los servicios y pidan orientación a las organizaciones locales y nacionales de personas con discapacidad y a otras organizaciones centradas en la discapacidad, ya que pueden ofrecer un asesoramiento esencial sobre derechos jurídicos, oportunidades económicas y posibilidades de interacción social, y garantizar así que las personas discapacitadas por la meningitis puedan llevar una vida plena y gratificante.

Asimismo, la OMS ha elaborado un Plan de Acción Mundial Intersectorial sobre la Epilepsia y Otros Trastornos Neurológicos para abordar los numerosos desafíos y carencias que subsisten en el mundo en relación con la prestación de atención y servicios a las personas con epilepsia y otros trastornos neurológicos, incluidas las que padecen secuelas de la meningitis.

Vigilancia

La vigilancia, desde la detección de los casos hasta la investigación y la confirmación en el laboratorio, es esencial para controlar las meningitis. Los principales objetivos son:

  • detectar y confirmar los brotes;
  • hacer un seguimiento de las tendencias de la incidencia, incluida la distribución y evolución de los serogrupos y serotipos;
  • determinar la carga de morbilidad;
  • hacer un seguimiento del perfil de resistencia a los antibióticos;
  • supervisar la circulación, distribución y evolución de cepas específicas (clones); y
  • determinar los efectos de las estrategias de control de la meningitis, en particular de los programas de vacunación preventiva.

Respuesta de la OMS

En 2020, la 73.ª Asamblea Mundial de la Salud aprobó la resolución (WHA73.9), en la que todos los Estados Miembros se comprometieron a aplicar la Hoja de Ruta Mundial con miras a Derrotar la Meningitis para 2030.

La hoja de ruta establece una visión integral «Hacia un mundo sin meningitis» y tiene tres objetivos visionarios:

  • eliminación de las epidemias de meningitis bacteriana;
  • reducción de los casos de meningitis bacteriana prevenible mediante vacunación en un 50 % y de las muertes en un 70 %; y
  • reducción de la discapacidad y mejora de la calidad de vida después de una meningitis debida a cualquier causa.