Datos y cifras
- La tripanosomiasis africana humana es causada por parásitos protozoarios transmitidos por moscas tsetsé infectadas. Es endémica en África Subsahariana. Sin tratamiento, la enfermedad suele ser letal.
- Las personas más expuestas son los habitantes de zonas rurales que se dedican a la agricultura, la pesca, la ganadería o la caza.
- La tripanosomiasis africana humana adopta dos formas, dependiendo de la subespecie del parásito causante: el Trypanosoma brucei gambiense (92% de los casos notificados) y el Trypanosoma brucei rhodesiense (8%).
- Gracias a iniciativas sostenidas para el control de la enfermedad, el número de nuevos casos se ha reducido en un 97% en los últimos 20 años.
- El diagnóstico y el tratamiento son complejos y requieren aptitudes específicas.
Panorama general
La tripanosomiasis africana humana, también llamada enfermedad del sueño, es una parasitosis transmitida por un vector. Los parásitos que la causan son protozoos pertenecientes al género Trypanosoma, que se transmiten al ser humano por la picadura de moscas tsetsé (glossina) que han contraído los parásitos de humanos o animales infectados.
La mosca tsetsé vive en África Subsahariana, y solamente determinadas especies transmiten la enfermedad. Las poblaciones rurales que se dedican a la agricultura, la pesca, la ganadería o la caza son las más expuestas. En muchas regiones con presencia de la mosca tsetsé, no hay casos de tripanosomiasis africana humana. La enfermedad se distribuye por focos, que van desde aldeas individuales hasta regiones enteras, y la incidencia puede variar de una aldea a otra.
Formas de la tripanosomiasis africana humana
La enfermedad adopta dos formas, en función de la subespecie del parásito:
- El Trypanosoma brucei gambiense, que se encuentra en 24 países de África occidental y central, representa en la actualidad el 92% de los casos notificados y causa una enfermedad crónica. Una persona puede llevar meses o incluso años infectada y no presentar signos y síntomas importantes. Cuando estos se manifiestan, es frecuente que la enfermedad ya esté en un estado avanzado y haya afectado al sistema nervioso central.
- El Trypanosoma brucei rhodesiense, que se encuentra en 13 países de África oriental y meridional, representa el 8% de los casos notificados y provoca una enfermedad aguda. Los primeros signos y síntomas se observan pocas semanas o pocos meses después de la infección. La enfermedad evoluciona rápidamente y ataca a múltiples órganos, incluido el cerebro.
La tripanosomiasis americana, o enfermedad de Chagas, se da principalmente en América Latina. El organismo causante pertenece a otra especie del género Trypanosoma, se transmite por un vector distinto y las características de la enfermedad son muy diferentes de las de la tripanosomiasis africana humana.
Tripanosomiasis animal
Existen otros tripanosomas que causan la enfermedad en animales salvajes y domésticos. La enfermedad que afecta al ganado de África recibe el nombre de nagana. La tripanosomiasis en los animales domésticos es un obstáculo importante para el desarrollo económico de las zonas rurales.
Los animales domésticos y salvajes son el principal reservorio del agente patógeno T. b. rhodesiense, que afecta al ser humano. Los animales también pueden infectarse por T. b. gambiense y posiblemente servir de reservorio en menor medida, aunque no se conoce con precisión hasta qué punto.
Carga y distribución de la enfermedad
La tripanosomiasis africana humana amenaza principalmente a las poblaciones de zonas rurales de difícil acceso que disponen de unos servicios de salud limitados, lo que complica el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad. Estas poblaciones también se ven afectadas por la guerra, los desplazamientos y la pobreza, factores que favorecen la transmisión.
Durante el siglo pasado se produjeron varias epidemias:
- entre 1896 y 1906, principalmente en Uganda y la cuenca del Congo;
- en el decenio de 1920 en varios países, y
- entre 1970 y finales del decenio de 1990.
La epidemia de 1920 se controló mediante equipos móviles que llevaron a cabo el cribado de millones de personas. A mediados del decenio de 1960, la enfermedad estaba bajo control, y el número anual de casos notificados en todo el continente era inferior a 5000. Conforme se fue relajando la vigilancia, hubo un rebrote, que alcanzó proporciones epidémicas en varias regiones en 1970. En 1998 se notificaron cerca de 40 000 casos, en un contexto en el que el número de casos no detectados y no tratados se estimaba en unos 300 000. En algunas aldeas de Angola, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, la prevalencia alcanzó el 50%. La tripanosomiasis africana humana fue la primera o la segunda causa de mortalidad en esas comunidades.
Los esfuerzos que la OMS, los programas nacionales de control, la cooperación bilateral y las organizaciones no gubernamentales llevaron a cabo durante el decenio de 1990 y principios del decenio de 2000 consiguieron invertir la tendencia, y la hoja de ruta de la OMS para las enfermedades tropicales desatendidas se fijó como objetivo para 2020 la eliminación de esta enfermedad en cuanto que problema de salud pública y, para 2030, la interrupción de la transmisión (cero casos).
Tras sostenidos esfuerzos de lucha contra la enfermedad, la frecuencia de esta alcanzó un mínimo histórico de menos de 2000 casos en 2017 y menos de 1000 en 2018, y sigue por debajo de ese umbral en 2022. La población estimada en situación de riesgo para el período 2016-2020 era de 55 millones de personas, de los cuales solo 3 millones estaban en una situación de riesgo entre moderado y alto.
La incidencia de la tripanosomiasis africana humana varía considerablemente de un país a otro y de una región a otra. En los últimos 5 años:
- La República Democrática del Congo notificó el 61% de los casos (una media de 522 casos/año).
- Angola, el Chad, el Congo, el Gabón, Guinea, Malawi, la República Centroafricana y Sudán del Sur notificaron entre 10 y 100 casos, mientras que el Camerún, Côte d'Ivoire, Etiopía, Guinea Ecuatorial, la República Unida de Tanzanía, Uganda y Zambia notificaron entre 1 y 10 casos.
- Burkina Faso, Ghana, Kenya, Nigeria y Zimbabwe notificaron casos esporádicos en el último decenio.
- Hace más de un decenio que no se han notificado casos en Benin, Botswana, Burundi, Eswatini, Gambia, Guinea Bissau, Liberia, Malí, Mozambique, Namibia, el Níger, Rwanda, el Senegal, Sierra Leona y el Togo. Aunque la transmisión de la tripanosomiasis africana humana parece haberse detenido en algunos de estos países, la situación aún no ha podido evaluarse de manera cabal.
Infección y cuadro clínico
La enfermedad se transmite principalmente a través de las moscas tsetsé. Otras posibles vías de transmisión son:
- transmisión de madre a hijo: el tripanosoma puede atravesar la placenta e infectar al feto;
- la transmisión mecánica por medio de otros insectos hematófagos es posible, si bien las consecuencias epidemiológicas de esta vía son probablemente marginales;
- se han producido infecciones accidentales en laboratorios como consecuencia de pinchazos con agujas contaminadas, y
- también se ha notificado un caso de transmisión por contacto sexual.
Inicialmente, los tripanosomas se multiplican en los tejidos subcutáneos, la sangre y la linfa; esto se conoce como fase hemolinfática, o primera etapa, y se caracteriza por episodios de fiebre, cefaleas, adenopatía, dolores articulares y prurito.
Posteriormente, los parásitos cruzan la barrera hematoencefálica para penetrar en el sistema nervioso central, lo que se conoce como fase meningoencefálica, o segunda etapa. Por lo general, es en este momento cuando aparecen los signos y síntomas más evidentes de la enfermedad, a saber: cambios de comportamiento, confusión, trastornos sensoriales y falta de coordinación. Los trastornos del ciclo del sueño, que dan nombre a la enfermedad, son una característica destacada. Si no se trata, la enfermedad suele ser mortal; no obstante, se han notificado algunos casos, raros, de autocuración.
Diagnóstico
El diagnóstico de la enfermedad se hace en tres pasos:
- cribado de una posible infección mediante pruebas serológicas (solo están disponibles para la infección por T. b. gambiense) y examen clínico;
- confirmación mediante observación microscópica del parásito en los líquidos orgánicos, y
- determinación del avance de la enfermedad mediante examen clínico y análisis del líquido cefalorraquídeo obtenido por punción lumbar, de ser necesario.
El diagnóstico precoz es importante para evitar que se llegue a la etapa neural, que requiere un tratamiento más complejo y peligroso.
El carácter prolongado y relativamente asintomático de la primera etapa de la infección por T. b. gambiense es uno de los motivos por los que se lleva a cabo el cribado activo de las poblaciones expuestas, a fin de detectar los casos en una etapa temprana y que dejen de actuar como reservorios. El cribado exhaustivo requiere una importante inversión en recursos humanos y materiales. En África, esos recursos suelen ser escasos, sobre todo en las zonas de difícil acceso. Por ese motivo, algunas personas infectadas pueden morir antes de ser diagnosticadas y tratadas.
Tratamiento
El tipo de tratamiento depende de la forma y la etapa de la enfermedad. Cuanto antes se trate la enfermedad, mayores serán las probabilidades de curarse. La evaluación de los resultados del tratamiento requiere un seguimiento, durante un periodo que puede llegar hasta los 24 meses, por medio de evaluaciones clínicas y análisis en laboratorio, incluido en ocasiones el del líquido cefalorraquídeo, dado que los parásitos pueden seguir siendo capaces de reproducir la enfermedad muchos meses después del tratamiento.
El tratamiento en la segunda etapa requiere medicamentos que atraviesen la barrera hematoencefálica.
Todos los medicamentos contra la tripanosomiasis son donados a la OMS por los fabricantes y distribuidos gratuitamente a los países donde la enfermedad es endémica. En 2019, la OMS publicó nuevas directrices para el tratamiento de la infección por T.b. gambiense. Se utilizan seis medicamentos:
Para el tratamiento de la infección por T.b. gambiense
- Pentamidina, por vía intramuscular: en la primera etapa, los pacientes suelen tolerarla bien.
- Eflornitina, por vía intravenosa: mucho más segura que el melarsoprol, solamente es eficaz contra la infección por T.b. gambiense. En general se administra junto con nifurtimox como parte del tratamiento combinado de nifurtimox y eflornitina (NECT), aunque también puede utilizarse solo en monoterapia. La administración es compleja.
- Nifurtimox, por vía oral: en la segunda etapa, únicamente como componente del NECT, que es un tratamiento más breve en el que el número de infusiones de eflornitina es cuatro veces inferior y que es más seguro y más eficaz que la eflornitina sola. La Organización distribuye gratuitamente este tratamiento a los países donde la enfermedad es endémica por medio de kits que contienen todo el material necesario para su administración.
- Fexinidazol, por vía oral: en la primera etapa y en la segunda etapa, si no es grave. Para garantizar la eficacia, el medicamento debe ingerirse después de una comida sólida y bajo la supervisión de personal médico capacitado.
Para el tratamiento de la infección por T.b. rhodesiense
- Suramin, por vía intravenosa: en la primera etapa. Puede provocar determinados efectos adversos, entre ellos, nefrotoxicidad, así como reacciones alérgicas.
- Melarsoprol, por vía intravenosa: en la segunda etapa. Se trata de un derivado del arsénico y tiene muchos efectos adversos, el peor de ellos, la encefalopatía reactiva, que es mortal en un porcentaje que va del 3% al 10% de los casos.
Respuesta de la OMS
Desde 2001, las alianzas público-privadas con la Fundación Sanofi y Bayer HealthCare han permitido poner en marcha una serie de actividades del programa de la OMS de vigilancia y control de la tripanosomiasis africana humana.
La Organización suministra gratuitamente todos los medicamentos contra la tripanosomiasis en todo el mundo gracias a las donaciones de Sanofi y de Bayer, y a la colaboración con MSF-Logistics para el acondicionamiento de los medicamentos y su envío.
Los investigadores tienen a su disposición un banco de muestras biológicas de la OMS con el fin de desarrollar nuevos instrumentos de diagnóstico asequibles. El banco, alojado en el Instituto Pasteur de París, incluye muestras de pacientes infectados por T.b. gambiense y por T.b. rhodesiense y de testigos no infectados.
El Atlas de la OMS de la Tripanosomiasis Africana Humana, implementado conjuntamente con la FAO, recopila datos epidemiológicos geolocalizados a nivel de las aldeas.
La Red de la OMS para la Eliminación de la Tripanosomiasis Africana Humana coordina los esfuerzos de todas las partes interesadas, incluidos los programas nacionales para luchar contra esta enfermedad, las organizaciones internacionales y no gubernamentales, las instituciones académicas y los donantes. Los subgrupos de la red se encargan de los aspectos diagnósticos, terapéuticos, antivectoriales, socioculturales, programáticos y científicos de la tripanosomiasis africana humana.
La OMS colabora con la FAO, el OIEA y la Unión Africana en el marco del Programa contra la Tripanosomiasis Africana (PCTA).
La OMS presta apoyo a los programas nacionales con el objetivo de:
- reforzar y coordinar las actividades de control de la tripanosomiasis africana humana y darles continuidad
- asegurar el acceso a las pruebas de diagnóstico y al mejor tratamiento disponible
- capacitar al personal a diferentes niveles
- garantizar una vigilancia y una respuesta adecuadas a la tripanosomiasis africana humana.