Datos y cifras
- La fiebre amarilla es una enfermedad infecciosa transmitida por mosquitos que pican principalmente durante el día.
- En la actualidad (2023) hay 34 países de África y 13 de América Central y del Sur en los que la enfermedad es endémica en todo el país o en algunas regiones.
- La fiebre amarilla es prevenible mediante vacunación, que es una medida segura y asequible. Una sola dosis de la vacuna contra la fiebre amarilla es suficiente para garantizar una protección de por vida.
- Con un modelo basado en fuentes africanas de datos, se ha estimado que en 2013 hubo entre 84 000 y 170 000 casos graves y entre 29 000 y 60 000 muertes. (1)
Panorama general
La fiebre amarilla es una enfermedad epidemiógena transmitida por mosquitos y prevenible mediante vacunación que se transmite a los seres humanos mediante las picaduras de mosquitos infectados. La fiebre amarilla la provoca un arbovirus (virus transmitido por artrópodos, como mosquitos, garrapatas y otros vectores) que es transmitido a los humanos por la picadura de mosquitos Aedes y Haemagogus infectados.
Estos mosquitos que pican durante el día se reproducen cerca de casas (domésticos), en bosques o selvas (selváticos) o en ambos hábitats (semidomésticos). La fiebre amarilla es una enfermedad que supone una gran amenaza, acarrea múltiples repercusiones y tiene el riesgo de propagarse por todo el mundo, por lo que representa una amenaza potencial para la seguridad sanitaria mundial.
Síntomas
El periodo de incubación de la fiebre amarilla es de tres a seis días. Muchas personas no experimentan síntomas. Algunos síntomas comunes son: fiebre, dolor muscular, dolor de cabeza, pérdida de apetito, náuseas o vómitos. En la mayoría de los casos los síntomas desaparecen en tres o cuatro días.
Un pequeño porcentaje de pacientes entran a las 24 horas de la remisión inicial en una segunda fase, más tóxica. Vuelve la fiebre elevada y se ven afectados varios órganos, generalmente el hígado y los riñones. En esta fase son frecuentes la ictericia (color amarillento de la piel y los ojos, hecho que ha dado nombre a la enfermedad), el color oscuro de la orina y el dolor abdominal con vómitos. Puede haber sangrado por la boca, nariz, ojos o estómago. La mitad de los pacientes que entran en la fase tóxica mueren en un plazo de siete a diez días.
Tratamiento
No hay un medicamento antiviral específico para la fiebre amarilla. Los pacientes deberían guardar reposo, mantenerse hidratados y buscar asesoramiento médico. Dependiendo de las manifestaciones clínicas y otras circunstancias, los pacientes pueden ser enviados a casa, ser derivados para su manejo en el hospital o requerir tratamiento de emergencia y derivación urgente. El tratamiento para la deshidratación, la insuficiencia hepática y renal y la fiebre mejora los resultados. Las infecciones bacterianas asociadas pueden tratarse con antibióticos.
Diagnóstico
El diagnóstico de la fiebre amarilla es difícil, sobre todo en las fases tempranas. En los casos más graves puede confundirse con el paludismo, la leptospirosis, hepatitis víricas, otras fiebres hemorrágicas, otras infecciones por flavivirus (como el dengue) e intoxicaciones.
Mediante pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en sangre puede detectarse a veces el virus en las primeras etapas de la enfermedad. En fases más avanzadas hay que recurrir a la detección de anticuerpos mediante pruebas de ELISA o de neutralización por reducción de placa.
Prevención
1. Vacunación
La principal medida para prevenir la fiebre amarilla es la vacunación. La vacuna contra la fiebre amarilla es segura y asequible, y una sola dosis es suficiente para conferir protección de por vida. No son necesarias dosis de recuerdo.
La vacuna proporciona una inmunidad efectiva al cabo de diez días en el 80‑100% de las personas vacunadas, y al cabo de 30 días en más del 99%.
Los efectos secundarios de la vacuna contra la fiebre amarilla son raros. Las personas habitualmente excluidas de la vacunación son:
- niños menores de 9 meses;
- mujeres embarazadas (excepto durante un brote de fiebre amarilla cuando el riesgo de infección es alto);
- personas con alergias graves a las proteínas del huevo, y
- pacientes con trastornos del timo o gravemente inmunodeprimidos por VIH/sida sintomático u otras causas.
De conformidad con el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), los países tienen derecho a exigir a los viajeros que presenten un certificado de vacunación contra la fiebre amarilla. En caso de que haya motivos médicos para no administrar la vacuna, dichos motivos deben ser certificados por la autoridad competente.
2. Control de vectores
El riesgo de transmisión de la fiebre amarilla en zonas urbanas puede reducirse eliminando los posibles lugares de cría de mosquitos, por ejemplo aplicando larvicidas a contenedores de agua y a otros lugares donde haya aguas estancadas.
Se recomiendan medidas preventivas para evitar las picaduras de mosquitos, como aplicarse repelentes y ponerse ropa que minimice la exposición de la piel. El uso de mosquiteros tratados con insecticidas está limitado por el hecho de que los mosquitos Aedes pican durante el día.
La vigilancia y el control de los vectores son componentes de la prevención y el control de las enfermedades de transmisión vectorial, especialmente para detener la transmisión en situaciones epidémicas. En el caso de la fiebre amarilla, la vigilancia de Aedes aegypti y otras especies de Aedes ayudará a saber dónde hay riesgo de brotes urbanos.
3. Preparación y respuesta frente a epidemias
La detección rápida de la fiebre amarilla y la respuesta inmediata con campañas de vacunación de emergencia son esenciales para controlar los brotes. Ahora bien, la falta de notificación de casos es motivo de preocupación; la OMS calcula que el número real de casos es entre diez y 250 veces mayor de lo que se notifica actualmente.
La Organización recomienda que todos los países en riesgo dispongan al menos de un laboratorio nacional en el que se puedan realizar análisis de sangre básicos para detectar la fiebre amarilla. Un caso confirmado debe considerarse como brote en una población no vacunada, y debe ser investigado exhaustivamente en cualquier contexto. Los equipos de investigación deben evaluar los brotes y responder a ellos con medidas de emergencia y con planes de inmunización a más largo plazo.
Respuesta de la OMS
La estrategia mundial para poner fin a las epidemias de fiebre amarilla 2017–2026 (estrategia EYE) fue desarrollada en respuesta a dos brotes de fiebre amarilla urbana —uno en Luanda (Angola) y el otro en Kinshasa (República Democrática del Congo)— que también generaron casos exportados a otros países, entre ellos China, lo que demostró que la fiebre amarilla suponía una grave amenaza mundial que requería nuevos planteamientos estratégicos.
La estrategia EYE es integral y cuenta con múltiples componentes y asociados. Además de recomendar actividades de vacunación, exige crear resiliencia en los centros urbanos, planificar la preparación urbana y reforzar la aplicación del Reglamento Sanitario Internacional (2005).
Para obtener más información sobre la estrategia EYE, haga clic aquí: Eliminate yellow fever epidemics (EYE) strategy 2017-2026 (en inglés)
Está previsto que, para finales de 2026, casi 1 000 millones de personas estén protegidas contra la fiebre amarilla a través de la vacunación.
Referencias
- Garske T. et al. Yellow fever in Africa: Estimating the burden of disease and impact of mass vaccination from outbreak and serological data. PLoS Med. 2014;11(5):e1001638 - https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24800812/ (en inglés)