Nuevos impuestos al tabaco y el alcohol permiten el acceso de los filipinos más pobres y vulnerables a los servicios de salud

Al menos 1 de cada cuatro filipinos muere a causa de cardiopatías, accidente cerebrovascular u otra enfermedad no transmisible antes de cumplir 70 años. Muchas de esas defunciones se pueden evitar si las personas reciben los servicios de salud que necesitan.
Dos años atrás, los recursos para sufragar la atención de enfermedades no transmisibles tanto a escala individual como nacional eran extremadamente limitados. Las poblaciones pobres y aborígenes tenían dos opciones: omitir el tratamiento porque no podían pagarlo, o buscar atención y endeudarse gravemente por ello.
El problema era que Kalusugan Pangkahatan, el Programa de Atención de Salud Universal orientado a asegurar que cada filipino recibiera servicios de salud asequibles y de buena calidad, no llegaba a las poblaciones más vulnerables y aisladas. El Programa carecía de recursos para financiar las primas de seguro, contratar personal sanitario y construir nuevos centros de salud en zonas empobrecidas y aisladas.
Sin embargo, en diciembre de 2012 el sistema de financiación de los servicios de salud cambió radicalmente. La ley de Reforma del Sin Tax (“impuesto al vicio”) permitió aumentar los impuestos a todos los proyectos relacionados con el tabaco y el alcohol e inyectó nuevos fondos que permitieron al Gobierno de Filipinas incorporar más personas al sistema de salud universal e intensificar los servicios de prevención de enfermedades no transmisibles en el ámbito de la atención primeria.
Aumento del presupuesto para salud
Los impuestos rinden sus frutos. En el primer año se recaudaron más de 1.200 millones, lo que permitió a Filipinas dispensar atención sanitaria a 14 millones de familias más, o sea unos 45 millones de filipinos. Cuatro años atrás, un 74% de la población participaba en PhilHealth, el programa nacional de seguro de enfermedad. En la actualidad, un 82% de los aproximadamente 100 millones de habitantes de Filipinas tienen cobertura médica.
“La salud es un derecho de todas las personas. Afrontamos vicios tales como el tabaquismo y el alcoholismo y los convertimos en algo positivo”, dice Jeremias N. Paul hijo, Subsecretario del Departamento de Finanzas de Filipinas. “El ‘impuesto al vicio’ no representa sólo un triunfo para la atención sanitaria, sino también para los pobres de nuestro país que, de otra manera, no podrían hacer frente a los gastos sanitarios.
En el plazo de dos años desde la aprobación de la ley, el presupuesto del Departamento de Salud de Filipinas se incrementó de US$ 1.250 millones, a casi US$ 2.000 millones.
Los ingresos derivados del impuesto al vicio están destinados a programas específicos. En la actualidad, el 15% se asigna a programas orientados a ayudar a los cultivadores y trabajadores del tabaco a encontrar alternativas de subsistencia. El 85% restante se asigna al financiamiento de la cobertura sanitaria universal, el mejoramiento de los centros médicos y la capacitación de médicos y enfermeras.
No fue fácil aprobar los nuevos impuestos. “En 1997 nuestro gobierno comenzó a trabajar en la reforma de la estructura tributaria con el fin de gravar con impuestos indirectos el tabaco y el alcohol, pero el poderoso grupo de presión de la industria tabacalera obstaculizó nuestros esfuerzos”, dice Paul.
En 2012, una campaña intensiva de comunicación con la sociedad civil ayudó a influir en la legislatura y el público. Consiguientemente, la ley fue aprobada.
Reducir el consumo de tabaco, mejorar la salud
Habida cuenta de que cada día una media de 240 filipinos mueren por enfermedades relacionadas con el tabaco, el Sin Tax previene que los jóvenes adopten el fatal hábito y alienta a otros a abandonarlo.
“Impidiendo que las personas empiecen a fumar y alentando a los fumadores a abandonar el hábito se salvan vidas, y se ahorra dinero que se puede invertir para solucionar otros problemas sanitarios, dice la Dra. Julie Lyn Hall, representante de la OMS en Filipinas. “Seguimos trabajando en estrecha colaboración con el Gobierno de Filipinas y apoyamos firmemente su labor pionera en el país destinada a poner fin al consumo de tabaco”.
Sin embargo, los problemas aún persisten. Los precios de los productos de tabaco en Filipinas figuran entre los más asequibles de la región; el precio de un cigarrillo es de solo $0,02 y el comercio ilícito supone un reto adicional. Aun cuando los ingresos son buenos, la cobertura sanitaria universal no llega al 100% de la población.
En los próximos años, el Departamento de Salud de Filipinas comenzará a ejecutar nuevos programas de salud financiados con el “Sin Tax”. “Los recursos generados por ese impuesto ayudarán a ejecutar planes pioneros de gran repercusión, tanto en lo concerniente al mejoramiento de los centros de salud como a la dotación de personal sanitario, con miras a lograr la cobertura sanitaria universal,” dice Janette P. Loreto-Garin, Secretaria del Departamento de Salud de Filipinas. “Esos planes pioneros de gran repercusión permitirán reducir la mortalidad materno-infantil y la incidencia del VIH, y fortalecer nuestra red de prestación de servicios.”
Mecanismo de coordinación mundial sobre la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles de la OMS
El financiamiento de las actividades nacionales destinadas a prevenir y controlar las enfermedades no transmisibles sigue siendo muy limitado, y los enfoques innovadores como el Sin Tax son apenas incipientes. En 2013, sólo el 50% de los países tenían planes y presupuestos nacionales destinados a prevenir y controlar enfermedades no transmisibles.
En el marco del mecanismo de coordinación mundial sobre la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles, el grupo de trabajo sobre financiación de la OMS está evaluando la situación actual y recomendando medios para alentar a los gobiernos y los agentes no estatales a aumentar la financiación destinada a luchar contra las enfermedades no transmisibles.
Los mecanismos de financiación innovadores permitirán a más gobiernos ejecutar sus planes nacionales relativos a enfermedades no transmisibles, lo que posibilitará la consecución del objetivo mundial de reducir en un 25% la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles para 2025.