Juguetes robados, mentiras, castigos severos –a veces físicos. Para Simamnkele, de nueve años, y Nombuyiselo, la persona que lo cuida, es una secuencia conocida.

«En aquella época yo nunca obedecía», comenta Simamnkele. «Era muy travieso».
Nombuyiselo, que pasó a ocuparse del niño sudafricano hace varios años, añade: «Pasaban los años y su comportamiento no cambiaba. Les quitaba los coches de juguete y los teléfonos móviles a otros niños. Al volver a casa me encontraba a los padres en la puerta, reclamando los juguetes. Esto me inquietaba mucho. Pero él siempre lo negaba todo, así que le pegaba. Le pegaba mucho por mentir».
Sin embargo, con la ayuda del programa Parenting for Lifelong Health (PLH), que cuenta con el apoyo de la OMS y el UNICEF, los dos mantienen ahora una relación positiva que garantiza un desarrollo saludable del niño y evita que se adentre por veredas arriesgadas que podrían poner en peligro su salud y bienestar.
INSPIRE: Estrategias para reducir la violencia contra los niños
En los últimos 4 años, el programa se ha extendido a más de 20 países dado el aumento de la demanda. Es uno de los ejemplos de las medidas fomentadas desde la OMS, el UNICEF y otros asociados mundiales por el nuevo conjunto «INSPIRE» de 7 estrategias destinadas a reducir la violencia contra los niños.
Este tipo de violencia está asociada a varios efectos negativos, por ejemplo sobre el bienestar físico y mental de los niños mismos, especialmente en etapas posteriores de la vida. La OMS y varias otras organizaciones han venido trabajando para dar respuesta a las causas de la violencia contra los niños, sobre todo en situaciones que afectan a los padres. La iniciativa INSPIRE tiene por objeto llegar más lejos con tales medidas.
La Dra. Catherine Ward, experta en psicología infantil y fundadora de PLH, señala que con su labor la organización trata de encontrar soluciones y demostrar a los padres que hay varias opciones en la educación de los hijos que arrojan resultados positivos para el adulto y el niño.
«Muchas veces los padres utilizan métodos severos para educar a sus hijos porque no conocen alternativas», comenta la Dra. Ward. «Quieren hacer lo correcto, pero los padres que utilizan métodos severos pueden dañar gravemente la salud mental de los niños, lo que a menudo desemboca en depresión y problemas conductuales, y sobre todo en comportamientos de riesgo que van desde el abuso de sustancias y las prácticas sexuales de riesgo a lesiones derivadas de montar en motocicleta sin casco».
Según investigaciones recientes, hasta 1000 millones de niños han experimentado violencia física, sexual o psicológica en el último año. A lo largo de la infancia, 1 de cada 4 niños sufre malos tratos físicos. Casi 1 de cada 5 niñas y 1 de cada 13 niños sufren abusos sexuales. El homicidio se encuentra entre las 5 causas principales de muerte entre los adolescentes.
Las investigaciones revelan también que hay menos probabilidades de que un niño criado con cariño y en un entorno estable sufra depresión, sea adicto a las drogas y el alcohol y utilice prácticas sexuales arriesgadas. También es menos probable que se vea implicado en actos delictivos y violentos.
En su ámbito de trabajo, que abarca actualmente desde Sudán del Sur y El Salvador hasta Filipinas e Italia, PLH ha visto surgir rasgos comunes en la universalidad de las formas de disciplina severa y a menudo violenta ejercidas, o en la buena disposición de los padres a buscar ayuda en programas de apoyo a la educación de los niños.
Los padres quieren lo mejor para sus hijos
«Si se ofrecen esos servicios, la gente acude», añade Lucie Cluver, cofundadora de PLH y profesora de trabajo social para niños y familias en las universidades de Ciudad del Cabo y Oxford. «Todos los padres, en todo el mundo, quieren lo mejor para sus hijos, y están dispuestos a buscar ayuda en cuestiones como la prevención de los castigos corporales y la aplicación de una disciplina severa. Esto es muy positivo».
El Dr. Alexander Butchart, Coordinador de la OMS para la Prevención de la Violencia, señala que PLH subsana una carencia importante de programas para contextos de recursos bajos, puesto que está concebido para que sea de bajo costo sin sacrificar los ingredientes esenciales que garantizan su eficacia.
«Ejemplos como el modelo PLH son muy importantes para la OMS porque conectan la prevención del maltrato infantil con el nuevo tema en el que centra su atención la salud mundial: garantizar un desarrollo adecuado en la primera infancia, para que los niños sobrevivan y prosperen», señala el Dr. Butchart.