Enfermedades tropicales desatendidas

8 de enero de 2025 | Preguntas y respuestas

Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD) son un grupo de afecciones diversas, prevalentes principalmente en zonas tropicales, donde proliferan entre las personas que viven en comunidades empobrecidas. Están causadas por una variedad de patógenos que incluyen virus, bacterias, parásitos, hongos y toxinas, y conllevan unas consecuencias sociales, económicas y para la salud devastadoras.

Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD) son un grupo de diversas afeccionescausadas por diferentes patógenos (como virus, bacterias, parásitos, hongos y toxinas), cuyas consecuencias sociales, económicas y para la salud son devastadoras. Las ETD son prevalentes principalmente en comunidades empobrecidas de zonas tropicales, si bien algunas tienen una distribución geográfica mucho mayor. Se estima que las ETD afectan a más de 1000 millones de personas, y que 1500 millones requieren intervenciones contra ETD (tanto preventivas como curativas). La epidemiología de las ETD es compleja y suele guardar relación con las condiciones ambientales. Muchas de ellas se transmiten por medio de vectores, tienen reservorios animales y están relacionadas con ciclos biológicos complejos. Todos estos factores dificultan su control en el ámbito de la salud pública.

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Las ETD incluyen la úlcera de Buruli, la enfermedad de Chagas, el dengue y el chikungunya, la dracunculosis la equinococosis, la trematodiasis de transmisión alimentaria, la enfermedad del sueño, la leishmaniasis, la lepra, la filariasis linfática, el micetoma, la cromoblastomicosis y otras micosis profundas, la noma, la oncocercosis, la rabia, la sarna y otras ectoparasitosis, la esquistosomiasis, las helmintiasis transmitidas por el suelo, el envenenamiento por mordedura de serpiente, la teniasis/cisticercosis, el tracoma y el pian.

Están «desatendidas» porque apenas aparecen en los programas de salud mundial. Incluso hoy en día, cuando la atención se centra en lograr la cobertura sanitaria universal, son muy pocos los recursos que se destinan a este tipo de enfermedades, las cuales son prácticamente ignoradas por las agencias de financiación mundiales. Las ETD son enfermedades que afectan a poblaciones desatendidas y que hacen que se perpetúe en ellas un ciclo de resultados educativos deficientes y oportunidades profesionales limitadas; además, están asociadas a la estigmatización y la exclusión social.

Las ETD se dan principalmente en zonas rurales, zonas de conflicto y regiones de difícil acceso. El entorno ideal para su desarrollo son las zonas cuyas circunstancias se han visto agravadas por el cambio climático y donde el acceso al agua potable y a los servicios de saneamiento es escaso. Además, las ETD suelen afectar a regiones que carecen de una atención de salud de calidad, lo que lleva a las poblaciones pobres a quedar expuestas a estas enfermedades a menudo debilitantes y a otras posibles amenazas.

La OMS recomienda cinco intervenciones estratégicas básicas para acelerar la prevención, el control, la eliminación y la erradicación de las ETD:

La experiencia ha demostrado que, si bien se puede dar preferencia a una intervención para el control de una o varias enfermedades específicas, el efecto más eficaz, tanto en lo que concierne a la morbilidad como a la transmisión, se obtiene cuando se combinan y administran simultáneamente todas las intervenciones necesarias.

Recientemente, la OMS ha puesto el acento en resolver una serie de desafíos concretos que deben abordarse para alcanzar las metas fijadas para 2030. Estos incluyen evaluar los efectos del cambio climático en la epidemiología de las ETD y adaptar las intervenciones de control de enfermedades en consecuencia, determinar las deficiencias principales en materia de investigación y desarrollo (I+D) que limitan la eficacia y la efectividad de las medidas para combatir las ETD, elaborando para ello un proyecto de I+D para las enfermedades tropicales desatendidas, reforzar los mecanismos de la cadena de suministro para permitir la entrega oportuna de medicamentos y productos de salud para las ETD a las personas que los necesitan, así como para establecer una rendición de cuentas sólida en todas las etapas y todos los niveles y fortalecer los sistemas de recopilación, análisis y difusión de datos a fin de poder hacer un seguimiento de los progresos realizados en la consecución de los hitos y las metas fijados para cada ETD.

Las ETD tienen una relevancia absoluta para el ODS 3 (el objetivo de salud). Las medidas contra las ETD contribuyen directamente al logro de la meta 3.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: «poner fin a las epidemias de [...] enfermedades tropicales desatendidas», mientras que su impacto se mide mediante el indicador 3.3.5 de los ODS: «número de personas que requieren intervenciones contra enfermedades tropicales desatendidas». Las actividades contra las ETD también contribuyen indirectamente a muchos otros ODS (1, 2, 4, 5, 8, 10 y 17), y los avances hacia el logro de algunos ODS (6, 9, 11, 13) son fundamentales para hacer frente a las ETD.

A pesar de las dificultades inherentes a su control en el contexto de la salud pública, la OMS augura metas ambiciosas respecto de las ETD, entre ellas el control, la eliminación como problema de salud pública, la eliminación de la transmisión y la erradicación mundial.

En el último decenio, la OMS ha armonizado progresivamente los enfoques de salud pública contra las ETD en torno a tres conceptos principales: integración, atención centrada en la persona y colaboración intersectorial.

Los esfuerzos orientados al control de enfermedades se han integrado progresivamente en las zonas endémicas. Los países están abandonando los programas verticales y centrados en las distintas enfermedades al tiempo que fortalecen las intervenciones intersectoriales, que son más idóneas para lograr un efecto en enfermedades que se suelen superponer geográficamente y afectan a los mismos grupos de población, de acuerdo con la iniciativa de la OMS encaminada a eliminar distintas enfermedades. Algunos ejemplos incluyen la quimioprofilaxis (en inglés) y el marco para las ETD con manifestaciones cutáneas (en inglés).

También se han adoptado medidas para promover la atención centrada en la persona, no solo mediante el tratamiento de las infecciones, sino también por medio de la atención a más largo plazo de la morbilidad y la discapacidad, así como de las afecciones frecuentemente asociadas a las enfermedades tropicales desatendidas, entre ellas las relacionadas con la salud mental, el estigma y la exclusión social (en inglés).

La colaboración intersectorial tiene la finalidad de movilizar a todos los agentes ajenos al sector de la salud para maximizar los efectos de las intervenciones contra las enfermedades tropicales desatendidas. En particular, los sectores de la educación, el medio ambiente y la veterinaria desempeñan un papel fundamental en la prevención, el tratamiento y la atención de estas enfermedades y en la realización de intervenciones contra las ETD. Algunos ejemplos incluyen la distribución de medicamentos antihelmínticos en las escuelas, plataformas para combatir las enfermedades transmitidas por vectores, como la Iniciativa Mundial sobre Arbovirus (en inglés) y el enfoque de «Una sola salud» (en inglés).

La OMS ha prestado asistencia a la comunidad mundial mediante la elaboración de un amplio conjunto de orientaciones normativas destinadas a apoyar la planificación, la financiación, la ejecución, el seguimiento y la evaluación de las intervenciones contra las ETD desde el plano mundial hasta el comunitario. La resolución 66.12 (2013) de la Asamblea Mundial de la Salud refleja el compromiso de los Estados Miembros de la OMS de hacer frente a la carga de morbilidad por ETD mediante enfoques integrados y cohesivos. Mientras que la primera hoja de ruta sobre las ETD (2012-2020) (en inglés) esbozaba hitos y metas, la segunda hoja de ruta (2021-2030) establece medidas y cambios programáticos cruciales que permitirán impulsar el progreso hacia un mundo libre de ETD para 2030. En 2023, la OMS amplió su labor de promoción y convocó la Reunión Mundial sobre las Enfermedades Tropicales Cutáneas Desatendidas (27 a 31 de marzo) (en inglés) y la reunión de asociados del Programa Mundial sobre las Enfermedades Tropicales Desatendidas (12 y 13 de junio) (en inglés). A lo largo de los años, la OMS también ha facilitado iniciativas mundiales, como la declaración de Kigali sobre enfermedades tropicales desatendidas (en inglés) y la declaración de Abu Dabi sobre la erradicación de la dracunculosis (en inglés)

El concepto de equidad forma parte del tejido del que están hechos los programas mundiales contra las ETD. En esos programas se atiende principalmente a las comunidades marginadas y se concede prioridad a las necesidades de los grupos de población más desfavorecidos. Los programas contra las ETD están estrechamente alineados con las metas de los ODS y contribuyen a la consecución de varias de ellas. Las intervenciones contra las ETD suelen prestarse por conducto de un enfoque de atención primaria de salud, pueden suponer el punto de contacto más avanzado entre las comunidades situadas en zonas de difícil acceso y los servicios nacionales de salud y se consideran pasos importantes en el camino hacia el logro de la cobertura sanitaria universal (CSU) para 2030.

En el último decenio se han logrado importantes progresos. Entre 2010 y 2023, el número de personas que necesitaban intervenciones contra ETD disminuyó en un 31 %, pasando de 2190 millones a menos de 1500 millones. Al finalizar 2024, 54 países habían eliminado al menos una ETD, y varios países habían logrado eliminar dos, tres o cuatro afecciones, según reconoció la propia OMS. En total, se habían completado con éxito 75 procesos de reconocimiento. Cada año, centenares de millones de personas en riesgo de contraer ETD reciben tratamiento y atención.

Los programas sobre ETD han sido algunos de los más frecuente y gravemente afectados por la pandemia en todos los sistemas de salud. Muchos países tuvieron que aplazar las intervenciones comunitarias, entre ellas las de quimioprofilaxis o la detección activa de casos, mientras que el acceso a los servicios de los centros de salud se redujo debido a las restricciones de los desplazamientos, tanto para el personal de salud como para los pacientes. Por ejemplo, en 2020, el número de personas que se habían beneficiado de intervenciones de tratamiento de masa se redujo a 762 millones, en comparación con los 1164 millones en 2019. Si bien en 2021 se reanudaron las actividades, la recuperación observada es aún parcial y está lejos de los niveles previos a la COVID-19. En 2023 se dispensó tratamiento a 857 millones de personas.

En 2020-2022, la necesidad de atender la emergencia generada por la COVID-19 exigió una nueva priorización de los recursos, en efectivo y en especie, hacia otras áreas. Las líneas de producción y suministro de medicamentos y pruebas diagnósticas se readaptaron para satisfacer la gran demanda de productos durante la pandemia, y el envío de productos básicos a los países se vio gravemente interrumpido. El apoyo financiero a los programas contra las NTD también se vio afectado a todos los niveles, desde el mundial al local, lo que puso en peligro la seguridad en el empleo y las actividades en general. Si bien cabía esperar que la disminución progresiva de las repercusiones de la pandemia de COVID-19 en la salud pública señalara un regreso a la normalidad, no ha sido así.

Muchos programas nacionales contra las ETD dependen en gran medida de la financiación de los donantes, y por ello estas enfermedades no suelen estar incluidas en los procesos nacionales de financiación y coordinación establecidos. Si bien este modelo ha propiciado progresos significativos, a medida que avanzamos se hace imperativo que estas inversiones se complementen con enfoques más sostenibles y con una mayor implicación de los países.

Es preciso mejorar la sostenibilidad y la previsibilidad de la financiación, la disponibilidad de medicamentos y pruebas diagnósticas en todo el espectro de ETD, así como la integración de los programas y servicios relativos a las ETD en los sistemas nacionales de salud. De esa manera podremos maximizar la contribución de las intervenciones contra las ETD para cada una de las tres dimensiones de la cobertura sanitaria universal (quién está cubierto, qué servicios están cubiertos y qué proporción de los costos están cubiertos).

¿Cómo podemos hacerlo? Un marco de sostenibilidad y una justificación de la inversión que complementan la hoja de ruta ponen de relieve la necesidad de apoyar intervenciones eficientes en relación con los costos. Esto exige a la comunidad mundial una inversión en intervenciones transversales en sectores distintos del sector de la salud y en esferas tales como las que conciernen al agua, el saneamiento y la higiene, la educación, la agricultura, el bienestar animal y las finanzas. Todos estos sectores inciden en la vida de las personas que viven en zonas en las que las ETD son endémicas, y son importantes como parte de un enfoque holístico y sostenible. En última instancia, las intervenciones contra las ETD deben ser un elemento común de los sistemas y servicios nacionales para preservar los progresos realizados, seguir protegiendo a quienes utilizan esos servicios y ampliar los servicios cuando sea necesario.

La hoja de ruta sobre las ETD 2021-2030 establece el objetivo de no dejar a nadie atrás.

En ese contexto, se aleja de los programas verticales centrados en la enfermedad y adopta enfoques transversales mediante inversiones más inteligentes, con el fin de mejorar la salud y el bienestar para 2030. Asimismo, procura reducir la pobreza haciendo frente a la carga de morbilidad debida a las ETD, y propiciar el logro de la cobertura sanitaria universal (CSU) y la reducción de la pobreza. La hoja de ruta fomenta la innovación en áreas críticas, entre ellas las pruebas de diagnóstico, y ofrece oportunidades para evaluar y modificar las medidas programáticas según y cuando sea necesario durante el próximo decenio mediante el establecimiento de metas e hitos generales, transversales y específicos para cada enfermedad. Otra característica distintiva es la de impulsar una mayor implicación de los gobiernos nacionales y locales, y en particular de las comunidades.

Las metas mundiales generales para 2030 son:

  • reducir en un 90% el número de personas que requieren tratamientos contra las ETD
  • reducir en un 75% los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) relacionados con las ETD
  • eliminar al menos una ETD en 100 países
  • erradicar dos enfermedades (dracunculosis y pian) en todo el mundo.

La OMS es optimista, aunque siguen existiendo importantes dificultades. Algunas de ellas pueden ser: consecuencias derivadas del cambio climático, conflictos, nuevas amenazas zoonóticas y problemas ambientales que afectan a la salud, y desigualdades socioeconómicas que no dejan de obstaculizar directamente el acceso a servicios de salud, vivienda adecuada, agua potable y saneamiento. La interrupción de los servicios de salud debida a la pandemia de COVID-19 ha supuesto una carga adicional.

Con todo, la hoja de ruta de la OMS ofrece todos los instrumentos necesarios para superar esas dificultades y cualquier otra que pudiera presentarse en el futuro. Se basa en la prestación de servicios de salud de manera integrada e intersectorial, se aleja del planteamiento de programas verticales centrados en la enfermedad para poner el foco de atención en las personas y se adapta a diferentes contextos y escenarios.