Sr. Rik Daems, Presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa,
Sra. Jennifer De Temmerman, Relatora de la Resolución,
Excelencias, ilustres miembros de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa,
Muchas gracias por haberme invitado a estar con ustedes en el día de hoy.
Permítanme que comience elogiando el compromiso de la Asamblea Parlamentaria por mantener la respuesta ante la pandemia de COVID-19 en lo más alto de los intereses nacionales.
Quiero también elogiar el informe que se debate hoy, al cual se ha hecho referencia en la reciente declaración del Consejo de Europa, por resaltarse en él la importancia de la cooperación internacional en la distribución justa y equitativa de las vacunas.
Además, me gustaría también aplaudir la resolución que debatirán ustedes en el día de hoy, en la que se reconocen las vacunas contra la COVID-19 como un bien público mundial.
En tiempos de crisis como estos es cuando mayor relevancia cobran nuestros principios más fundamentales.
Esta pandemia nos ha puesto a prueba como nunca antes, y ahora, incluso después de haber desarrollado vacunas en un tiempo récord, lo vuelve a hacer de nuevo.
La equidad en la administración de las vacunas no es solo un imperativo moral: el fin de la pandemia depende de su cumplimiento.
Este principio fundamental lo reconoce la Comisión Europea y muchos gobiernos europeos al apoyar el Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19.
Gracias a esta histórica colaboración llevamos nueve meses sentando las bases para la distribución y utilización equitativa de herramientas que salvan vidas.
En breve comenzarán a utilizase nuevas pruebas rápidas que proporcionan resultados en menos de 30 minutos.
Hemos descubierto que las infecciones graves pueden tratarse con dexametasona, la cual se está almacenando para su uso en países de ingresos bajos y medianos bajos.
Además, haber desarrollado y aprobado vacunas seguras y eficaces en menos de un año desde la aparición del nuevo virus es un logro científicamente increíble. Nos da a todos la esperanza que tanto necesitábamos.
Ahora, una de las vacunas ha sido incluida en la lista de uso en emergencias de la OMS, y otras tres han sido autorizadas para ese uso por estrictos organismos de reglamentación.
La OMS está trabajando para agilizar la revisión reglamentaria de otras vacunas para poder incluirlas en su lista de uso en emergencias, en colaboración con gobiernos nacionales y organismos regionales como la Agencia Europea de Medicamentos.
Gracias al Mecanismo COVAX se han asegurado 2000 millones de dosis de cinco fabricantes, con opciones a lograr otras 1000 millones de dosis adicionales para 2021 y principios de 2022. Según lo previsto, el mes que viene comenzarán a realizarse las primeras entregas.
Resumiendo, el COVAX ya puede cumplir los cometidos para los que fue creado.
Quiero dar las gracias a nuestros socios de GAVI y a la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias por el excepcional trabajo que han realizado en la consecución de este logro.
Juntos hemos superado obstáculos científicos, jurídicos, logísticos y de reglamentación.
Con todo, incluso ahora que empiezan a distribuirse las primeras vacunas, la promesa de un acceso equitativo a ellas está gravemente en entredicho.
Nos enfrentamos actualmente al peligro real de que, aun cuando las vacunas aporten esperanza a las personas de los países ricos, gran parte del mundo podría quedarse atrás.
Algunos países y empresas siguen celebrando acuerdos bilaterales sorteando el COVAX para intentar ponerse al principio de la cola, lo que tiene como resultado un aumento en el precio de las vacunas.
Actualmente se están administrando vacunas contra la COVID-19 en 50 países del mundo, casi todos países ricos. El 75% de las dosis se han administrado en solo diez países.
Es comprensible que los gobiernos quieran vacunar primero a sus propios trabajadores de la salud y personas mayores.
Ahora bien, no está bien vacunar a adultos más jóvenes y saludables de países ricos antes que a trabajadores de la salud y personas mayores de países más pobres. Espero que entiendan eso.
La situación se ve agravada por el hecho de que la mayoría de los fabricantes han priorizado la aprobación reglamentaria en los países ricos, en lugar de presentar documentación completa a la OMS para la inclusión de sus productos en la lista de uso en emergencias.
Debemos trabajar juntos para dar prioridad a los que corren mayor riesgo de enfermedad grave y muerte en todos los países.
La aparición de cepas que se propagan velozmente hace que el despliegue rápido y equitativo de las vacunas sea aún más importante.
Un planteamiento egoísta pone en peligro a las personas más pobres y vulnerables del mundo.
Además es contraproducente. Esa forma de proceder solo prolongará la pandemia, las restricciones necesarias para contenerla y el sufrimiento humano y económico.
En un estudio publicado esta semana por la Fundación de Estudios de la Cámara de Comercio Internacional se concluye que el «nacionalismo vacunal» podría suponer para la economía mundial unas pérdidas de hasta 9,2 billones de dólares estadounidenses, de las cuales casi la mitad recaería en las economías más ricas (4,5 billones).
Si queremos superar esta pandemia es fundamental repartir las dosis de forma rápida y equitativa.
Aunque muchos países europeos han realizado generosas contribuciones financieras al COVAX, todavía se necesitan fondos para lograr la meta de adquirir 2000 millones de dosis.
Por otro lado, es igual de importante que el COVAX reciba a tiempo las donaciones de dosis adicionales de vacuna que tantos países han asegurado.
Esa es otra estrategia clave de este mecanismo para poder asignar equitativamente las dosis de vacunas, con miras a proteger a más poblaciones.
Para decirlo sin rodeos: muchos países han comprado más vacunas de las que necesitan. Es fundamental que esas dosis adicionales lleguen pronto al COVAX, y no aquellas que sobren dentro de muchos meses.
Hay vidas que dependen de ello.
Necesitamos que los gobiernos, los fabricantes de vacunas y la comunidad internacional actúen urgentemente para llevar a la práctica el imperativo de la equidad en la administración de las vacunas.
Pido a todos los países que actúen solidariamente. Solo podremos acabar con esta pandemia trabajando juntos.
Los países deberían tomar las siguientes cinco medidas críticas:
En primer lugar, priorizar: tenemos que proteger el Mecanismo COVAX y velar por que funcione según lo previsto. La OMS debe recibir datos sobre vacunas a la vez que lo hacen otros reguladores, de modo que pueda acelerarse su suministro a todos los países;
En segundo lugar, actuar con justicia: los países deberían compartir las dosis que les sobran, o suspender sus derechos de acceso a las dosis del COVAX, una vez que hayan vacunado a sus trabajadores sanitarios y a las personas mayores, para permitir que otros países puedan hacer lo mismo;
En tercer lugar, rendir cuentas: todos los asociados deben cumplir sus promesas y hacer todo lo posible para aumentar el volumen de vacunas aprobadas, en particular incrementando la producción, la transferencia de tecnología y la concesión de licencias;
En cuarto lugar, estar preparados: todos los países deben velar por tener mecanismos reglamentarios y logísticos para utilizar y multiplicar las pruebas, tratamientos y vacunas, y que no se desperdicie ninguna dosis;
En quinto lugar, ser transparentes: instamos a los países con contratos bilaterales —y control del suministro— a que sean transparentes con el COVAX en lo relativo a esos contratos, en particular en cuanto a volúmenes, precios y fechas de entrega.
Los gobernantes tienen un papel fundamental en la sensibilización y participación de la comunidad, la rendición de cuentas del gobierno, la lucha contra la desinformación y la asignación de presupuestos adecuados para las prioridades políticas.
Por último, me gustaría señalar que el Comité de Emergencias de la OMS, establecido en virtud del Reglamento Sanitario Internacional, ha determinado que no tiene sentido actualmente exigir pruebas de vacunación a viajeros internacionales.
Los viajeros no están considerados un grupo de alto riesgo, ni tampoco hay pruebas de que las vacunas reduzcan la transmisión.
Compañeros y honorables miembros de la Asamblea, cuando superemos la fase aguda de la pandemia, el 2021 puede y debe ser un año de nuevas esperanzas.
Juntos, debemos asegurarnos de que en los primeros 100 días del año ya esté en marcha en todos los países la vacunación de los trabajadores sanitarios y las personas mayores.
Nos quedan 74 días. Es poco tiempo y lo que nos jugamos no puede ser más importante.
Cada segundo cuenta.
Les deseo una reunión fructífera y les agradezco enormemente la invitación. Es un honor acompañarles.
Gracias.