Honorable Dr. Edwin Dikoloti, Presidente de la 77.ª Asamblea Mundial de la Salud, Excelencias, estimados colegas y amigos, buenas tardes.
Me complace presentarles mi informe sobre la labor realizada por su Organización durante el año pasado. El año 2023 estuvo repleto de desafíos, pero también de logros.
Estos logros quedan reflejados en el informe sobre los resultados de la OMS, un informe exhaustivo e interactivo que está disponible en el sitio web de la Organización. En él se ofrece una visión general detallada del trabajo de la Secretaría, que viene respaldada, entre otras cosas, con datos, gráficos, mapas y reportajes de países. El informe muestra el origen de nuestra financiación, su destino y qué se hace con ella. Les recomiendo que lo consulten. Hoy solo puedo ofrecerles algunos datos destacados relacionados con cada una de las metas de los «tres mil millones» del 13.º Programa General de Trabajo.
En primer lugar, me referiré a la mejora de la salud de las poblaciones. Esta es la única de las tres metas que estimamos que se cumplirá, ya que se prevé que 1500 millones de personas gozarán de mejor salud y bienestar para 2025. Este resultado es el fruto de la labor intersectorial realizada por los Estados Miembros para abordar las causas de fondo de la mala salud: el aire contaminado, las dietas malsanas, la insalubridad del agua, la contaminación del medio ambiente y los productos nocivos para la salud.
El consumo de tabaco decae en 150 países, y en estos momentos fuman 19 millones de personas menos en todo el mundo que hace dos años. Entre 2020 y 2022 más de 90 países incrementaron el impuesto al consumo de tabaco. En diciembre, la OMS publicó un llamamiento a la acción para prevenir la aceptación de los cigarrillos electrónicos, que vino acompañado de una nota técnica con pruebas del daño que causan.
También observamos que nuestras iniciativas para mejorar la nutrición y la alimentación sana siguen sendas positivas. El año pasado, otros 13 países aprobaron o aplicaron políticas de prácticas óptimas para eliminar las grasas trans de su suministro de alimentos. En la actualidad, casi la mitad de la población mundial está protegida por este tipo de políticas, mientras que en 2018, cuando lanzamos el llamamiento a la acción de la OMS, solo lo estaba el 7%. Estimamos que estas políticas han reducido en dos tercios el número de muertes anuales causadas por las grasas trans.
Con el respaldo de la OMS, cada vez son más los países que adoptan medidas para hacer frente a la emaciación infantil y la obesidad, así como para incrementar la lactancia materna; asimismo, 28 países aumentaron los impuestos sobre el alcohol, el tabaco o las bebidas azucaradas.
También estamos trabajando para mejorar la seguridad vial en todo el mundo. En el último decenio, 45 países han reducido al menos un 30% el número de muertes por accidente de tránsito, de los cuales 10 han logrado una reducción del 50% o superior, a saber: Belarús, Brunei Darussalam, Dinamarca, Emiratos Árabes Unidos, la Federación de Rusia, Japón, Lituania, Noruega, Trinidad y Tabago y Venezuela.
Estamos ampliando nuestra labor en las ciencias del comportamiento a fin de comprender mejor las razones que fundamentan las decisiones de las personas sobre su salud. Tras la adopción, el año pasado, de una resolución sobre las ciencias del comportamiento por la Asamblea de la Salud, hemos trabajado con el Banco Mundial para elaborar un nuevo informe donde se muestra que, si bien algunos países están aplicando esas ciencias en las políticas y la planificación, a menudo lo hacen de forma fragmentada, puntual y desconectada de las estrategias nacionales de salud.
Mientras que la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, se ha prestado poca atención a la salud social. Por ello he puesto en marcha una Comisión sobre Conexión Social, a fin de poner de relieve el impacto del aislamiento social, y con el objeto de que me asesore, y asesore al mundo, sobre cómo abordarla. Por tanto, hay muchas razones para observar con optimismo nuestra labor referente a los determinantes de la salud, aunque queda mucho trabajo por hacer.
Tal vez la mayor amenaza para la salud de nuestra época proviene de los cambios en el clima. En la 28.ª Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CP28), celebrada el año pasado en los Emiratos Árabes Unidos, se dedicó por primera vez un día entero del programa a la salud. Quiero expresar mi agradecimiento a los Emiratos Árabes Unidos por su liderazgo. Al menos 149 países firmaron la Declaración sobre Clima y Salud de los Emiratos Árabes Unidos de la CP28, y los donantes se comprometieron a aportar más de USD 1000 millones para abordar las repercusiones del cambio climático sobre la salud. La OMS y la comunidad mundial de la salud también contribuyeron a que el acuerdo final mantuviera el compromiso de transitar hacia el abandono de los combustibles fósiles.
Mientras tanto, estamos respaldando a los países para dotarse de sistemas de salud que sean más resilientes frente al cambio climático e inocuos para el clima. El año pasado, ayudamos a electrificar establecimientos de salud con energía solar en Somalia, y con el UNICEF y Gavi, la Alianza para las Vacunas, empezamos a respaldar a otros países, entre ellos, Etiopía, el Pakistán, Uganda, el Yemen y Zambia.
Asimismo, seguimos trabajando con nuestros asociados de la Alianza Cuatripartita para ayudar a los países a traducir el enfoque de «Una sola salud» en políticas y actuaciones. Y al menos 63 países avanzan en la prestación de atención de salud a refugiados y migrantes, y abordan las causas de fondo de la mala salud. Por ejemplo, Colombia ha promulgado políticas que han permitido que 3,5 millones de migrantes reciban servicios de salud.
Pasemos ahora a la segunda de las metas de los «tres mil millones»: brindar cobertura sanitaria universal a mil millones más de personas. En este caso, las noticias son menos alentadoras. Calculamos que en 2025 habrá 585 millones de personas más que estarán cubiertas por servicios de salud esenciales sin tener que afrontar gastos catastróficos en atención de salud, es decir, que solo se habrá recorrido algo más de la mitad del camino hacia el logro de nuestra meta de los mil millones.
Aunque el 30% de los países han avanzado desde el año 2000 tanto en la cobertura de servicios como en la protección financiera, a nivel mundial estamos retrocediendo en materia de protección financiera. Dos mil millones de personas se ven confrontadas con dificultades financieras debido a los gastos directos en salud. Y la mitad de la población mundial no está totalmente cubierta por los servicios de salud esenciales. Esto es alarmante.
En la segunda reunión de alto nivel de la Asamblea General sobre la cobertura sanitaria universal, los países asumieron más de 50 compromisos para ampliar progresivamente el acceso a los servicios de salud esenciales y mejorar la protección financiera. Para apoyar a los países en el cumplimiento de esos compromisos, la OMS está trabajando en más de 120 países a través de la Alianza en pro de la CSU. También nos unimos a un consorcio de bancos multilaterales de desarrollo para lanzar la Plataforma de Inversión para el Impacto en la Salud, con fondos de 1500 millones de euros para apoyar proyectos de atención primaria de salud en los países. Nuestro objetivo es comenzar a realizar desembolsos a partir de septiembre.
El año pasado apoyamos a 23 países para que reforzaran su personal de salud y asistencial. Por ejemplo, nos estamos preparando para capacitar a personal de enfermería y partería en el uso de un conjunto de herramientas básicas de atención de urgencia que pueden reducir la mortalidad hospitalaria hasta a la mitad. Y, con el apoyo de la OMS, 95 países lograron avances significativos en la prevención y el control de infecciones el año pasado, con ejemplos excepcionales en Azerbaiyán, Kazajstán, Somalia y Ucrania.
El año 2023 fue productivo para la labor de la OMS en apoyo del acceso a los medicamentos y otros productos de salud. El año pasado precalificamos 120 medicamentos, vacunas, pruebas diagnósticas y otros productos para el VIH, el paludismo, la tuberculosis multirresistente, la enfermedad por el virus del Ébola, la poliomielitis y la COVID-19, así como los primeros análogos de insulina de acción prolongada; emitimos ocho alertas sobre productos médicos de calidad subestándar o falsificados; y normalizamos la nomenclatura para más de 300 terapias celulares y génicas: suena aburrido, pero es una de esas cosas que hace la OMS que nadie nota, pero que marca una gran diferencia para los investigadores, los fabricantes y los prescriptores.
Asimismo, seguimos apoyando a los Estados Miembros para que fortalezcan sus sistemas de reglamentación. Reconocimos que el sistema de Türkiye había alcanzado el nivel de madurez 3, y el de la Arabia Saudita, el nivel 4. Singapur, la República de Corea y Suiza fueron los tres primeros países en convertirse en autoridades reguladoras incluidas en la lista de la OMS, lo que los convierte en «organismos reguladores de referencia». Y la semana pasada incluimos en la lista a otros 33 organismos reguladores nacionales y regionales.
Con el liderazgo de la OMS, las oportunidades para la transferencia de tecnología y la fabricación geográficamente diversificada siguen ampliándose. Quince asociados se unieron al Programa de Transferencia de Tecnología de ARNm y, con el apoyo de la OMS, han comenzado a ampliar la cartera de tecnologías en desarrollo para incluir nuevas vacunas de interés regional y mundial. También establecimos el Centro Mundial de Medicina Tradicional en la India y organizamos la primera cumbre mundial sobre medicina tradicional.
Una de las mayores perturbaciones debidas a la pandemia de COVID-19 afectó a los programas de vacunación sistemática de muchos países, lo que provocó retrocesos en la cobertura y brotes de sarampión, difteria, poliomielitis y fiebre amarilla, entre otras enfermedades. En abril del año pasado pusimos en marcha la campaña «La gran puesta al día» junto con el UNICEF y Gavi, la Alianza para las Vacunas, con objeto de apoyar a los países para poner fin a los brotes y restaurar los programas de vacunación al menos hasta niveles prepandémicos.
Este año, la mayoría de los 20 países con más niños que no recibieron vacuna alguna durante la pandemia están poniendo en marcha e implementando sus planes para llegar a esos niños. Al mismo tiempo, el pasado año, el Grupo de Expertos en Asesoramiento Estratégico sobre Inmunización (SAGE) recomendó nuevas vacunas contra el dengue y la meningitis, y una segunda vacuna contra el paludismo (la vacuna R21-Matrix M).
En cuanto a la atención materna, neonatal e infantil, hemos apoyado a 43 países en la elaboración de planes de aceleración para reducir la mortalidad. En el otro extremo del trayecto vital, prestamos apoyo a 18 países para fortalecer la atención a las personas mayores; y otros 20 países promulgaron leyes sobre diversos aspectos de los problemas de salud relacionados con la edad.
En cuanto a la salud sexual y reproductiva, prestamos apoyo a 23 países prioritarios para facilitar el acceso a servicios de calidad y centrados en los supervivientes en relación con la violencia sexual. Y publicamos un nuevo informe que muestra que, a nivel mundial, una de cada seis personas en edad reproductiva sufre de esterilidad.
Por supuesto, el objetivo de todo este trabajo para fortalecer los sistemas de salud es mejorar los resultados de salud, y en ese sentido hay muchas razones para alegrarse. El año pasado fue especialmente importante para nuestra lucha contra el paludismo. Azerbaiyán, Belice y Tayikistán obtuvieron la certificación de países libres de paludismo y Cabo Verde se sumó a la lista a principios de este año.
Más de dos millones de niños en Ghana, Kenya y Malawi han recibido la primera vacuna contra el paludismo (vacuna RTS,S), lo que ha dado lugar a un descenso del 13% en la mortalidad infantil por todas las causas. Al menos 30 países tienen la intención de introducir la vacuna, y 22 ya cuentan con aprobación para recibir apoyo de Gavi y tienen previsto introducirla este año o el que viene.
Sin embargo, la demanda supera con creces la oferta, por lo que la aprobación de la nueva vacuna R21 ayudará a cerrar esa brecha y podría salvar la vida a decenas de miles de jóvenes, especialmente en África. Este mismo viernes se hizo el primer envío de la nueva vacuna antipalúdica R21 a la República Centroafricana, y están en marcha los preparativos para enviarla a otros siete países.
En cuanto a la tuberculosis, el año pasado alrededor de ocho millones de personas —más que nunca— recibieron acceso al diagnóstico y al tratamiento. Desde 2015, 47 países, la mayoría de África y Europa, han reducido las muertes por tuberculosis en más de un tercio. Además, en la reunión de alto nivel de la Asamblea General sobre la lucha contra la tuberculosis se acordaron nuevas metas para poner fin a la enfermedad, y pusimos en marcha el Consejo de Aceleración de las Vacunas contra la Tuberculosis con el fin de facilitar el desarrollo, la concesión de licencias y el uso equitativo de nuevas vacunas contra la tuberculosis.
En cuanto al VIH, más del 75% de las personas que viven con el VIH en todo el mundo reciben actualmente tratamiento antirretrovírico, y prácticamente todas las que siguen un tratamiento están logrando la supresión vírica, lo que significa que no pueden infectar a otras personas. En 19 países se ha certificado la eliminación de la transmisión maternoinfantil del VIH y/o la sífilis; y Egipto se convirtió en el primer país en alcanzar la categoría de «nivel oro» en el camino hacia la eliminación de la hepatitis C.
El año pasado, seis países eliminaron una o más enfermedades tropicales desatendidas: Benin, el Iraq y Malí eliminaron el tracoma; Ghana eliminó la tripanosomiasis africana; y Bangladesh y la República Democrática Popular Lao eliminaron la filariasis linfática. Asimismo, Bangladesh se convirtió en el primer país del mundo que elimina la leishmaniosis visceral, gracias a la colaboración entre muchos asociados, entre ellos la OMS y el Programa Especial UNICEF/PNUD/Banco Mundial/OMS de Investigaciones y Enseñanzas sobre Enfermedades Tropicales.
También tenemos muchos motivos para enorgullecernos de nuestra labor en la esfera de las enfermedades no transmisibles, incluida la hipertensión arterial, una de las principales causas de mortalidad prematura que requiere que todos los países le presten atención. El año pasado, 10 nuevos países empezaron a utilizar el paquete de la iniciativa HEARTS contra la hipertensión arterial, lo que ha permitido llegar a siete millones de personas más. Hemos publicado nuestro primer informe global sobre la hipertensión arterial, en el que se estima que la enfermedad afecta a uno de cada tres adultos en todo el mundo, y que cuatro de cada cinco afectados no reciben el tratamiento adecuado.
La Iniciativa Mundial contra el Cáncer Infantil ya está en marcha en 76 países de todas las regiones, y proporciona apoyo técnico y financiero para mejorar la prestación de servicios en decenas de centros de oncología pediátrica. El año pasado, 11 países más incorporaron la vacuna contra el papilomavirus humano para combatir el cáncer de cuello uterino. Prestamos apoyo a más de 80 países para que integraran en sus sistemas de salud los servicios relativos a las enfermedades no transmisibles. Y hace apenas dos meses nuestros asociados prometieron cerca de USD 600 millones para eliminar el cáncer de cuello uterino.
Por conducto de la Iniciativa Especial de la OMS sobre Salud Mental, ayudamos a nueve países a ampliar el acceso a los servicios de salud mental para casi 20 millones de personas más, y 12 países con emergencias complejas recibieron a expertos en salud mental y apoyo psicosocial. Actualizamos nuestras directrices sobre trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias psicoactivas, que más de 100 países de ingreso bajo y mediano utilizan para ampliar la prestación de atención de salud mental en el nivel de atención primaria de salud.
Entretanto, seguimos apoyando a los países para que respondan a la creciente crisis de la resistencia a los antimicrobianos, que mata al menos a 1,3 millones de personas cada año. Desde 2016, se ha multiplicado por más de tres el número de países que notifican datos sobre infecciones bacterianas al Sistema Mundial de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos y de su Uso. Gracias al apoyo de la OMS, el año pasado 11 países más formularon planes de acción nacionales multisectoriales sobre la resistencia a los antimicrobianos, lo que eleva el total a 178, y prestamos apoyo a los países para ayudarles a lograr nueva financiación del Fondo contra Pandemias y el Fondo Mundial con el objetivo de que hagan frente a la resistencia a los antimicrobianos.
Esta semana, todos ustedes examinarán una importante resolución sobre la resistencia a los antimicrobianos; y la reunión de alto nivel de la Asamblea General sobre la resistencia a los antimicrobianos que se celebrará este año constituirá otra oportunidad importante para lograr compromisos concretos a fin de hacer frente a esta acuciante amenaza mundial.
Pasemos ahora a la tercera de las metas de los «tres mil millones»: las emergencias. Según las tendencias actuales, estimamos que 777 millones de personas estarán mejor protegidas frente a las emergencias sanitarias para 2025, lo que supone que habremos recorrido tres cuartas partes del camino que ha de conducirnos a la meta de los mil millones. Por supuesto, estar «mejor protegidos» no significa que la protección sea total, y, como demostró la pandemia de COVID-19, todos los Estados Miembros tienen mucho trabajo por delante, tanto individual como colectivamente.
En mayo del año pasado, declaré el fin de la COVID-19 y la viruela símica en cuanto que emergencias sanitarias mundiales. Seguimos exhortando a todos los países a que mantengan y refuercen las capacidades de vigilancia, detección y respuesta que establecieron durante la pandemia. Esas inversiones no deben echarse a perder. COVAX, que concluyó al final del año pasado, desempeñó una función vital, ya que entregó casi 2000 millones de dosis y se estima que salvó unos 2,7 millones de vidas en países de ingreso más bajo.
En total, la OMS respondió a 65 emergencias clasificadas el año pasado: los terremotos en Türkiye y la República Árabe Siria; los conflictos y las situaciones de inseguridad en Etiopía, Gaza, Haití, Myanmar, la República Democrática del Congo, el Sudán y Ucrania; y los brotes de cólera, dengue, difteria, hepatitis E, la enfermedad por el virus de Marburgo, sarampión, viruela símica y más enfermedades. Al mismo tiempo, la propagación mundial de la gripe aviar en nuevas especies animales sigue constituyendo una amenaza constante.
En respuesta a todo ello, la OMS prestó apoyo a decenas de países para que accedieran a vacunas y tratamientos. Por primera vez, apoyamos el despliegue de una nueva vacuna contra cinco cepas de meningitis en respuesta a un gran brote en África occidental. Y ayudamos a proteger de por vida a 60 millones de personas contra la fiebre amarilla, incluidos grupos de alto riesgo como los trabajadores forestales de la República Centroafricana.
Los equipos médicos de emergencia desempeñaron una función vital en nuestra respuesta a 19 emergencias en todo el mundo, incluida Gaza. Hemos apoyado el despliegue en Gaza de 18 equipos, formados por profesionales de la salud de todo el mundo, que han llevado a cabo cerca de 400 000 consultas, realizado más de 18 000 intervenciones quirúrgicas y permitido aumentar el número de camas de hospital en 500 unidades adicionales. Estos equipos trabajan en todos los niveles de la atención, en la región meridional y la septentrional, y permiten estabilizar los traumatismos, atender partos y ayudar con la alerta temprana de brotes de enfermedades, entre muchas otras cosas.
Además, la OMS y sus asociados han llevado a cabo misiones para ayudar a trasladar pacientes, y hemos entregado alimentos, agua y suministros médicos por valor de USD 15 millones a establecimientos de salud, cifra a la que se sumarán otros USD 13 millones que están en camino. La OMS ya estaba en Gaza antes de que estallara el conflicto y se quedará cuando termine para prestar apoyo al sistema de salud y ayudar a reconstruirlo.
En el Sudán, más de un año de combates ha dejado a casi 15 millones de personas necesitadas de atención de salud. Más de tres cuartas partes de los hospitales y prácticamente el 90% de los establecimientos de atención primaria no están operativos. La OMS ha entregado suministros por valor de USD 19 millones a fin de facilitar la continuidad de los servicios de salud para los más necesitados y de prevenir los brotes de enfermedades y actuar para controlarlos.
En Ucrania, seguimos prestando apoyo al sistema de salud, que continúa funcionando a pesar de los obstáculos a los que se enfrenta de continuo. Se calcula que 7,8 millones de personas necesitarán atención de salud en 2024.
En estos tres escenarios - y en otros - se sigue atacando a los servicios de atención de la salud. El año pasado, la OMS confirmó 1510 actos de violencia contra la atención de salud en 19 países, que se saldaron con 749 muertos y más de 1200 heridos. Los ataques a los servicios de salud y su militarización violan el derecho internacional humanitario.
En los tres casos, la única solución es la paz. Pedimos el alto el fuego en Gaza, el alto el fuego en el Sudán y el alto el fuego en Ucrania. Pedimos paz en los tres conflictos. De inmediato.
Nos seguimos acercando a nuestro objetivo de erradicar la poliomielitis. El pasado año se notificaron seis casos debidos a poliovirus salvajes en el Pakistán y seis en el Afganistán, la segunda cifra más baja de casos notificados en un año civil. Este año se han notificado tres casos en el Afganistán y dos en el Pakistán. Hemos redoblado nuestros esfuerzos para vacunar a muchos niños que lo necesitan en numerosos distritos de ambos países y aplaudimos que por fin se hayan restablecido los servicios de inmunización casa por casa en el sur del Afganistán, después de casi seis años de interrupción.
Si bien nuestro trabajo de respuesta a las emergencias aparece con frecuencia en los titulares de las noticias, nuestra labor de ayuda a los países en la prevención y la preparación frente a las emergencias es menos visible, pero no menos importante. Por ejemplo, ya se ha activado el Fondo contra Pandemias, que tiene una enorme demanda. En su primera ronda, el Fondo entregó USD 338 millones a 37 países, si bien había recibido solicitudes de más de 120 países que, en conjunto, pedían una financiación de USD 2000 millones. Se acaba de cerrar el periodo de presentación de solicitudes de la segunda ronda y el nivel de demanda sigue siendo alto.
Seguimos prestando apoyo a muchos países para consolidar sus capacidades básicas frente a las emergencias sanitarias, entre las cuales se incluye la capacidad de laboratorio, a la que presta apoyo nuestra oficina de Lyon. También hemos puesto en marcha nuestro mecanismo provisional de coordinación de contramedidas médicas (i-MCM-net) para ayudar a dar acceso de forma oportuna y equitativa en todo el mundo a contramedidas médicas seguras, eficaces, asequibles y de calidad. El Centro de Información de la OMS sobre Pandemias y Epidemias puso en funcionamiento la Red Internacional de Vigilancia de Patógenos, que se ha extendido a 94 organizaciones de 43 países. El sistema BioHub de la OMS alberga ahora 30 muestras biológicas y los Estados Miembros han intercambiado más de 100 materiales.
Tras la exitosa fase piloto del Examen Universal de la Salud y la Preparación, 10 países de cinco regiones se han apuntado a la siguiente fase. Hemos puesto en marcha la iniciativa de Preparación y Resiliencia frente a Amenazas Emergentes, que consiste en un enfoque integrado de planificación frente a las pandemias, y hemos venido prestando apoyo a Francia y al Comité Olímpico Internacional en los preparativos para los Juegos Olímpicos que se celebrarán este año en París.
El cuarto pilar del 13.º Programa General de Trabajo consiste en forjar una OMS más efectiva y eficaz, lo que incluye valerse de la ciencia, los datos, la investigación y las tecnologías digitales. Desde la Asamblea del pasado año hemos publicado más de 8000 nuevas publicaciones y documentos; hemos garantizado la calidad de cerca de 500 productos técnicos normativos; hemos aprobado 28 nuevas directrices clínicas y de salud pública orientadas por la evidencia; hemos ayudado a 26 países a establecer mecanismos para adaptar y poner en práctica nuestras directrices, normas y criterios; y hemos prestado apoyo a 50 países en relación con el enfoque de «Cumplimiento en pro del Impacto» basado en datos para la ejecución.
Por otra parte, el Centro Mundial de Datos de Salud contiene ahora las bases de datos más extensas del mundo sobre desigualdad y mortalidad; más de 120 países utilizan la undécima revisión de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades (CIE-11); hemos puesto en marcha la Red Mundial de Certificación Digital de Salud y la Iniciativa Mundial sobre Salud Digital, y hemos publicado directrices sobre la reglamentación de la inteligencia artificial en el ámbito de la salud; el Consejo sobre los Aspectos Económicos de la Salud para Todos presentó su informe final; y en octubre de este año se inaugurará el campus de la Academia de la OMS en Lyon, que marcará el inicio de una nueva era. Agradezco a Francia su continuo apoyo y celebro la creación de un Grupo de Amigos de la Academia de la OMS.
Todo ello está respaldado por nuestra aplicación continuada de la transformación de la OMS, como he descrito esta mañana
Excelencias, queridos colegas y amigos,
Les he dado una larga lista, pero como siempre, ni siquiera empieza a hacer justicia a la amplitud y profundidad de la labor que vuestra OMS lleva a cabo en todo el mundo. Es solo un rasguño en la superficie. Algunas cosas llegan a los titulares, pero la mayoría no. Algunas cosas atraen la atención de los donantes, y otras no.
A medida que nos acercamos al final del 13.º Programa General de Trabajo, tenemos mucho de lo que estar orgullosos, pero nos enfrentamos a retos cada vez mayores. Mis colegas y yo seguimos comprometidos a servirles lo mejor que podamos, mientras trabajamos juntos por un mundo más sano, más seguro y más justo.
Gracias.