Discurso de apertura del Director General de la OMS en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo 2021

4 de junio de 2021

Excelentísimo señor ministro Yuli Edelstein,

Excelentísimo señor ministro Mikhail Murashko,

Excelentísimo señor ministro Nenad Popovic,

Alexey Repik,

Profesor Robert Steffen,

Y nuestro moderador, Sergey Brilev,

Excelencias, distinguidos invitados, estimados colegas y amigos,

La pandemia de COVID-19 nos ha demostrado que la preparación frente a las pandemias no compete solamente al sector de la salud.

Esta crisis ha afectado a todos los sectores de nuestras sociedades y nuestras economías y ha puesto de manifiesto los estrechos vínculos entre la salud de los seres humanos, de los animales y del planeta.

El desarrollo de vacunas eficaces e inocuas en un tiempo récord nos ha permitido ver la luz al final del túnel.

Sin embargo, continúa habiendo enormes inequidades que deslucen este logro.

De las 1800 millones de dosis vacunales administradas en todo el mundo, solo el 0,4% se ha aplicado en los países de ingresos bajos.

Las consecuencias de esta disparidad son claras: los casos de COVID-19 y las defunciones por esta enfermedad continúan siendo elevadas en el cómputo mundial, en un momento en que aparecen nuevas variantes que son motivo de preocupación.

Cuántos más virus circulen, más probable es que aparezcan variantes contra las que las vacunas sean menos eficaces, lo cual nos obligaría a desandar el camino.

Las inequidades relativas a la administración de vacunas no son perjudiciales solo para los países que disponen de menos dosis, sino para todos los países.

Afortunadamente, disponemos de recursos para solventar este problema, como el Mecanismo COVAX. Se ha demostrado que este mecanismo funciona, pero es preciso financiarlo por completo.

En la Asamblea Mundial de la Salud hice un llamamiento a los países para que, gracias a un esfuerzo global, se vacune al 10% de la población en todos los países antes del 10 de septiembre del presente año y al 30% al final del año, concediendo prioridad a los trabajadores de la salud y a las personas que pertenecen a grupos de riesgo.

A medida que aumentan las tasas de vacunación, se pueden empezar a levantar las medidas sociales y de salud pública que se han impuesto para proteger a las personas, pero la transición debe hacerse con cuidado porque eliminar todas las restricciones con demasiada rapidez podría ser peligroso.

Y no olvidemos que la mejor manera de combatir las pandemias y las epidemias es prevenir su aparición.

Los países solo pueden proteger de verdad a sus ciudadanos si se rinden cuentas mutuamente a nivel internacional, para lo cual deben intercambiar libremente datos, información, tecnología y recursos.

En la pasada Asamblea Mundial de la Salud, los Estados Miembros de la OMS acordaron celebrar una reunión especial de la Asamblea en noviembre para examinar una propuesta relativa a un tratado contra las pandemias.

Disponer de un tratado fomentaría el intercambio, la confianza y la rendición de cuentas y nos ayudaría a reforzar las capacidades nacionales, regionales y mundiales para mantener la seguridad sanitaria en todo el planeta.

Podemos extraer muchas enseñanzas de esta pandemia. Déjenme cerrar mi intervención recordándoles tres de ellas:

En primer lugar, vivimos en un mundo interconectado en el que nadie puede estar seguro si no lo estamos todos. La mejor forma de poner fin a la pandemia, restaurar la confianza e impulsar una recuperación verdaderamente mundial es velar por que haya un acceso equitativo a vacunas inocuas, eficaces y de calidad.

En segundo lugar, la pandemia ha puesto de manifiesto los estrechos vínculos que relacionan la salud de los seres humanos, de los animales y del planeta en el que vivimos. Solo podremos proteger la salud de las personas si nos basamos en el principio de «Una Salud» y en un enfoque que abarque a todos los sectores gubernamentales y que se centre en las causas profundas de las enfermedades.

En tercer y último lugar, hemos podido comprobar que la salud no es un lujo para aquellos que se la pueden permitir, ni tampoco un bien que se obtiene gracias al desarrollo, sino un derecho humano y un requisito imprescindible para gozar de estabilidad social, económica y política.

A fin de cuentas, la mejor forma de defendernos contra los brotes de enfermedades es fortalecer nuestros sistemas de salud basándonos en la atención primaria y la participación de las comunidades y las sociedades, con el objetivo de alcanzar la cobertura sanitaria universal.

La salud no es un gasto, sino una inversión en un futuro más saludable, seguro, justo y sostenible.

Muchas gracias a todos. Espero que los debates sean fructíferos.