Distinguidos invitados, queridos colegas y amigos:
Buenos días, buenas tardes y buenas noches a todos los que nos acompañan hoy desde cualquier parte del mundo, y gracias por unirse a nosotros.
Durante miles de años, la medicina se ha basado en un principio fundamental: primum non nocere (primero, no hacer daño).
Este principio es tan válido hoy como en la época de Hipócrates. Nadie debe sufrir daños mientras recibe atención médica.
Y, sin embargo, se calcula que 2,6 millones de personas mueren cada año solo en los países de ingresos bajos y medios debido a una atención hospitalaria poco segura.
El costo humano es lo suficientemente elevado. Estas muertes no solo privan a las familias de un ser querido, sino que privan a las economías de estos países de hasta 1,6 billones de dólares estadounidenses cada año en pérdida de productividad.
La gran mayoría de estas muertes y de los costos que conllevan son evitables.
Suelo decir que si la atención de la salud no es segura, no es atención.
La atención poco segura perjudica a las personas, pero también perjudica a los sistemas de salud al erosionar la confianza.
Cuando las personas tiene dudas acerca de si es seguro solicitar atención, se lo piensan dos veces antes de hacerlo.
El resultado es una mayor carga de enfermedad, una mayor pérdida de vidas y mayores costos para el sistema de salud.
Los últimos 18 meses han supuesto una época sin precedentes para nuestros sistemas de salud. Más allá de la enfermedad y las muertes causadas directamente por el virus de la COVID-19, la pandemia ha perturbado gravemente muchos servicios de salud esenciales y ha influido en la seguridad de la atención.
El aislamiento, la infodemia, la automedicación y la alteración del comportamiento de búsqueda de atención médica tendrán efectos de gran alcance para la seguridad de los pacientes en los próximos años.
La pandemia también ha puesto de manifiesto los problemas de seguridad física y psicológica del personal de salud, con claras repercusiones para la seguridad de los pacientes a los que atienden.
Ningún país, hospital o dispensario puede mantener seguros a sus pacientes si no mantiene seguros a sus trabajadores de la salud.
La seguridad del paciente es ahora más importante que nunca.
Por eso, en mayo de este año, la Asamblea de la Salud adoptó el nuevo Plan de Acción Mundial en pro de la Seguridad del Paciente 2021-2030, que es el resultado de años de trabajo y consultas con expertos, el público, grupos de pacientes, los asociados y nuestros Estados Miembros.
El Plan de Acción se ha elaborado para apoyar nuestra visión de un mundo en el que nadie sufra daños en la atención de la salud y en el que todos los pacientes reciban una atención segura y respetuosa, en todo momento y en todo lugar.
El Plan de Acción proporciona un marco para que los países elaboren sus propios planes nacionales de acción sobre seguridad del paciente.
Se basa en siete principios rectores:
Tratar al paciente y a las familias como asociados.
Lograr resultados mediante la colaboración.
Promover el aprendizaje basado en datos.
Plasmar la evidencia en acciones.
Adaptar las políticas y las acciones al contexto.
Mejorar a través de los conocimientos y la experiencia.
Promover una cultura segura.
Me gustaría dar las gracias y felicitar a nuestro equipo de la OMS y a todos los que han contribuido a elaborar el Plan de Acción Mundial.
No obstante, esto no es más que el principio de nuestro trabajo. Un plan no vale nada si no se pone en práctica.
Para ello habrá que colmar varias lagunas.
En primer lugar, hay una «brecha de conocimiento» en la comprensión de la magnitud del problema y de los factores que contribuyen a él.
En segundo lugar, existe una «brecha normativa»: la mayoría de los sistemas de salud no tienen políticas de seguridad del paciente, o estas están fragmentadas.
En tercer lugar, hay una «brecha de diseño», ya que hay una aplicación inadecuada de la ciencia de la seguridad en muchas políticas, estrategias, planes y herramientas.
En cuarto lugar, hay que cerrar la «brecha de ejecución» poniendo en práctica las políticas para lograr una reducción significativa de los daños.
Y, por último, está la «brecha de la comunicación», que solo puede cerrarse cuando las mejores prácticas e innovaciones en materia de seguridad del paciente se recopilen y compartan a nivel mundial.
La OMS está apoyando a los países para cerrar estas brechas proporcionando orientación, herramientas y apoyo técnico adaptado a través de nuestra iniciativa «Decenio de la Seguridad del Paciente», que abarca desde 2021 hasta 2030.
Por último, el mes que viene celebraremos el Día Mundial de la Seguridad del Paciente, cuyo lema es «Atención materna y neonatal segura».
El objetivo será no solo poner de relieve los problemas relacionados con la seguridad del paciente en este ámbito de trabajo, sino también impulsar y demostrar una reducción significativa de los daños evitables para las madres y los recién nacidos.
Gracias una vez más a todos los que han contribuido a la elaboración de este Plan de Acción.
Me complace lanzar formalmente el Plan de Acción Mundial en pro de la Seguridad del Paciente 2021-2030, y ahora pongámonos manos a la obra y apliquémoslo.
Gracias.