Profesor Houssin, miembros y asesores del Comité de Emergencias, queridos colegas y amigos:
Cuando nos reunimos por última vez en enero, estaba comenzando una nueva ola de infecciones y muertes, impulsada por la variante ómicron.
Es satisfactorio ver ahora una tendencia descendente en el número de muertes notificadas, que la semana pasada fue el más bajo en más de dos años.
Sin embargo, la pandemia aún está lejos de terminar.
La transmisión sigue siendo muy alta, la cobertura de vacunación continua siendo muy baja en demasiados países y la relajación de muchas medidas sociales y de salud pública está permitiendo que la transmisión continúe, con el riesgo de que surjan nuevas variantes.
La COVID-19 está afectando ahora a los países de maneras muy diferentes:
En los países con alta inmunidad de la población, hemos visto una disociación de los casos de las hospitalizaciones y las muertes.
En otros países, el aumento masivo de casos ha provocado un gran número de hospitalizaciones e incluso un mayor número de muertes en comparación con oleadas anteriores.
Sigue siendo muy preocupante que un gran número de trabajadores de la salud y otras personas de alto riesgo sigan sin estar vacunadas.
El acceso equitativo a la vacunación de los grupos de mayor riesgo continua siendo la herramienta más poderosa que tenemos para salvar vidas.
El objetivo de vacunar al 70% de la población de cada país sigue siendo esencial para controlar la pandemia, y se debe dar prioridad a los trabajadores de la salud, las personas mayores y otros grupos de riesgo.
A pesar de que algunos países de altos ingresos ya están administrando la cuarta dosis a sus poblaciones, un tercio de la población mundial aún no ha recibido una sola dosis, incluido el 83% de la población de África.
A medida que la pandemia entra en su tercer año, tres factores se han vuelto críticos:
En primer lugar, el cansancio. Las personas están agotadas después de dos años de muertes, aislamiento social, ausencia de reuniones familiares, y escuelas y lugares de trabajo cerrados.
En segundo lugar, la duración de la inmunidad derivada de la vacunación o la infección previas sigue sin estar clara.
Y, en tercer lugar, no podemos predecir cómo evolucionará el virus.
A pesar de estas incertidumbres, tenemos las herramientas para limitar la transmisión, salvar vidas y proteger los sistemas de salud.
Tenemos los sistemas para comprender mejor el virus a medida que va cambiando, y tenemos las vacunas, las pruebas, los tratamientos y las medidas sociales y de salud pública para acabar con la fase aguda de la pandemia de COVID-19.
La semana pasada, la OMS publicó la versión actualizada de su Plan Estratégico de Preparación, Disposición Operativa y Respuesta frente a la COVID-19.
Nuestro plan establece los ajustes estratégicos clave que, si se aplican de forma rápida y coherente a nivel nacional, regional y mundial, permitirán al mundo poner fin a la emergencia mundial de COVID-19.
Aunque la pandemia está lejos de haber terminado, el plan también sienta las bases para una respuesta más eficaz a futuras amenazas.
Este es nuestro tercer plan estratégico para la COVID-19, y podría y debería ser el último.
Mis colegas proporcionarán información técnica actualizada sobre la situación epidemiológica actual, los escenarios futuros, la vacunación y los viajes internacionales.
Le agradezco una vez más, profesor Houssin, su liderazgo.
Y doy las gracias también a cada uno de los miembros y asesores del comité por compartir sus conocimientos especializados y por su dedicación y compromiso. Muchas gracias.
Como siempre, el Reglamento Sanitario Internacional guiará sus deliberaciones.
Les deseo una reunión productiva.
Gracias.