Alocución de apertura del Director General de la OMS en la conferencia de prensa sobre la COVID-19 celebrada el 17 de julio de 2020

17 de julio de 2020

Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

Ayer tuve el privilegio de estar en Madrid para unirme al Rey Felipe VI y al Primer Ministro Pedro Sánchez en el homenaje de Estado a las víctimas de la COVID-19 y a los trabajadores de la salud que luchan contra la pandemia.

A principios de esta semana también tuve el honor de estar con el Presidente Macron en París para las celebraciones del Día de la Bastilla, donde también se rindió tributo a los heroicos trabajadores de la salud de Francia.

Ambos países son buenos ejemplos de los cuatro pilares esenciales de la respuesta: un liderazgo fuerte y humilde, la participación de la comunidad, la supresión de la transmisión y las vidas que se han salvado.

Y ambos países están reconociendo, merecidamente, la extraordinaria contribución de los trabajadores de la salud.

La OMS celebra el aumento salarial para los trabajadores de la salud franceses que se anunció el lunes.

La pandemia nos ha demostrado que no hay salud sin trabajadores de la salud.

Ayer me conmovió especialmente en Madrid el discurso de una enfermera llamada Aroa López.

Quisiera leerles algunas de sus palabras:

«Hemos dado todo lo que teníamos. Hemos trabajado al límite de nuestras fuerzas. Y hemos vuelto a entender, quizá mejor que nunca, por qué elegimos esta profesión: cuidar y salvar vidas.

Hemos sido mensajeros del último adiós para personas mayores que morían solas, escuchando la voz de sus hijos a través del teléfono. Hemos hecho videollamadas, hemos dado la mano y nos hemos tenido que tragar las lágrimas cuando alguien nos decía: "No me dejes morir solo".»

La señora López terminó sus comentarios con este llamamiento:

«Quiero pedir también a los poderes públicos que defiendan la sanidad de todos. Que recuerden que no hay mejor homenaje a quienes nos dejaron que velar por nuestra salud y garantizar la dignidad de nuestras profesiones».

Todos estamos en deuda con los trabajadores de la salud y no solo porque han atendido a los enfermos, sino porque han arriesgado sus propias vidas en el ejercicio de sus labores.

Hasta el momento, alrededor del 10% de todos los casos a nivel mundial se han dado entre los trabajadores de la salud.

Muchos de ellos también sufren de agotamiento físico y psicológico después de meses de trabajo en entornos extremadamente estresantes.

Para apoyarlos, la OMS ha publicado paquetes de orientación y capacitación para que sepan cómo protegerse.

También estamos dirigiendo la investigación para comprender mejor el alcance y los factores de riesgo de infección entre los trabajadores de la salud.

Además, estamos enviando millones de artículos de protección personal a todo el mundo y asegurándonos de que los establecimientos de salud estén debidamente equipados.

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Pese a que la COVID-19 está acaparando, con razón, la atención de todo el mundo, también debemos recordar que no es la única crisis a la que nos enfrentamos.

Muchos países, especialmente en África y Oriente Medio, todavía están tambaleantes tras años de conflicto y otras crisis humanitarias.

La COVID-19 amenaza con agravar muchas de esas crisis.

La pandemia y las restricciones adoptadas para suprimirla están afectando gravemente a 220 millones de personas en situaciones prolongadas de emergencia.

Si bien todavía es demasiado pronto para evaluar en su totalidad las repercusiones de los denominados confinamientos y otras medidas de contención, es posible que en 2020 pasen hambre hasta 132 millones de personas más, además de los 690 millones que ya pasaban hambre el año pasado.

Los profundos recortes presupuestarios en la educación y el aumento de la pobreza causado por la pandemia podrían obligar a al menos 9,7 millones de niños a abandonar la escuela para siempre a finales de este año, y millones más podrían quedarse aún más rezagados en términos educativos.

Las consecuencias económicas de la pandemia en los contextos humanitarios pueden deteriorar las ya de por sí nefastas condiciones de vida: más desplazamientos, escasez de alimentos, riesgo de malnutrición, disminución del acceso a los servicios esenciales, problemas de salud mental, etc.

La OMS está trabajando a través de sus 150 oficinas en los países para brindar apoyo a la respuesta ante la COVID-19, lograr la continuidad de los servicios de salud esenciales e involucrar a las comunidades a fin de asegurar que se mantenga la demanda de estos servicios.

También es crucial que, como comunidad internacional, aprovechemos esta oportunidad no solo para responder a la pandemia, sino también para crear sistemas de salud más resilientes y más capaces de soportar el impacto de las emergencias sanitarias.

La pandemia nos está enseñando que la salud no es un artículo de lujo; es la base de la estabilidad social, económica y política.

Hace tres meses, la OMS lanzó la actualización de su Plan Estratégico de Preparación y Respuesta, en el que se estiman los recursos necesarios para apoyar la labor de la OMS en relación con la pandemia.

Ahora bien, todos sabemos que los efectos de la pandemia y las necesidades que está generando van mucho más allá de la salud, especialmente en los países más pobres y vulnerables. Por eso las Naciones Unidas lanzaron en marzo el Plan Mundial de Respuesta Humanitaria a la COVID-19.

Hoy tengo el honor de dar la bienvenida a Mark Lowcock, mi amigo, el Secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia de las Naciones Unidas, para que presente la actualización del Plan Mundial de Respuesta Humanitaria.

El Plan Mundial de Respuesta Humanitaria recoge las necesidades humanitarias inmediatas causadas o agravadas por la COVID-19 en 63 países prioritarios donde hay crisis humanitarias en curso.

Si no solucionamos los efectos más amplios de la pandemia, nos arriesgamos a que se produzca una crisis aún mayor que la causada por el propio virus.

Mark, gracias por estar hoy con nosotros. Tienes la palabra.

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EL DIRECTOR GENERAL HIZO LAS SIGUIENTES OBSERVACIONES AL FINAL DE LA CONFERENCIA DE PRENSA:

Al comienzo de la conferencia de prensa de hoy, cité los comentarios hechos ayer por la enfermera española Aroa López.

Uno de los otros oradores en el acto de homenaje de ayer fue Fernando Hernández Calleja, quien perdió a su hermano por COVID-19. Quiero terminar citándolo a él. Esto es lo que dijo:

«La compasión es un sentimiento que nos hace más humanos. Más que la bondad, más que el amor, la compasión nos permite comprender el dolor de los demás, sus afanes rotos, su tristeza inmensa. Por eso quiero pedir hoy a todos compasión».

Quiero hacerme eco del llamamiento de Fernando al mundo entero. Por encima de todo lo demás, les pedimos compasión. Esta pandemia solo podrá superarse cuando nos unamos y hagamos gala de compasión.

Gracias y que tengan un buen fin de semana.