- Hoy es el Día Internacional del Migrante. Para conocer mejor las repercusiones de la COVID-19 en los migrantes y los refugiados, La OMS ha colaborado con un consorcio investigador dirigido por la Universidad de Gante y la Universidad de Copenhague para llevar a cabo la encuesta mundial ApartTogether («Separados, juntos»).
- De acuerdo con sus resultados, las personas que viven en la calle y en centros de acogida acuden menos en busca de atención de salud que el resto de la población cuando presentan síntomas de COVID-19. Además, más de la mitad de los encuestados de esos grupos han referido que esta enfermedad les ha sumido en la depresión, la preocupación, la ansiedad y la soledad.
- Invertir en la salud de los migrantes no solo es de justicia, sino que proporciona también beneficios a largo plazo en forma de desarrollo económico y cohesión social. Asimismo, es muy importante incluir a los migrantes y los refugiados en los programas de vacunación contra la COVID-19.
- Hoy mismo, la OMS y nuestros asociados en el Mecanismo COVAX (Gavi, la Alianza para las Vacunas; la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias, y el UNICEF) hemos anunciado acuerdos merced a los cuales se tendrá acceso a 2000 millones de dosis de varias vacunas candidatas prometedoras. Estos acuerdos sin precedentes permitirán que los 190 países y economías que participan en este mecanismo administren vacunas para proteger a los grupos vulnerables de sus poblaciones durante la primera mitad del próximo año.
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Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
El lunes acabé mi rueda de prensa felicitando al ACNUR, el organismo de las Naciones Unidas para los refugiados, por su 70º aniversario.
Hoy, en el Día Internacional del Migrante, es un honor para mí contar con la presencia de António Vitorino, Director General de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La OIM, además de tener su sede ginebrina justo al lado de la nuestra, es una organización con la que mantenemos una estrecha colaboración.
En los últimos años, hemos sido testigos de los mayores desplazamientos de población desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
A menudo, muchos migrantes y sus familias continúan sintiéndose unos intrusos en sus sociedades de acogida, incluso años después de su llegada.
Sufren discriminación, exclusión social y dificultades para hacer uso de los servicios de salud.
Sin embargo, los migrantes contribuyen enormemente al desarrollo de nuestras sociedades, aportando nuevas ideas que impulsan la innovación económica y social.
Las medidas de lucha contra la COVID-19 no son una excepción.
Los investigadores alemanes que fundaron la empresa que desarrolló la primera vacuna contra esta enfermedad que ha sido autorizada y distribuida emigraron desde Turquía.
La primera inyección de esa vacuna administrada en el Reino Unido la puso una enfermera filipina.
En todo el mundo hay muchísimos trabajadores de la salud llegados de otros países, lo cual es especialmente cierto en el caso de las mujeres, que representan el 70% del personal de salud.
Cuando la Asamblea Mundial de la Salud escogió 2020 para celebrar el Año Internacional del Personal de Enfermería y de Partería, ninguno de nosotros podía imaginar cuánto íbamos a necesitar a las enfermeras, las parteras y demás personal sanitario para cuidar de nuestra salud durante esta pandemia mundial.
Debemos estar enormemente agradecidos al personal de enfermería y de partería que, con mucha frecuencia, son los primeros y, en ocasiones, los únicos profesionales con los que se cuenta para tratar y aliviar a las personas enfermas y moribundas y a las mujeres que dan a luz.
La OMS hizo pública ayer, junto con Women in Global Health («Mujeres en la salud mundial»), el Consejo Internacional de Enfermeras, la Confederación Internacional de Matronas, el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la campaña Nursing Now («Enfermería, ahora») una lista de 100 enfermeras y parteras eminentes de todo el mundo que han realizado contribuciones excepcionales a sus respectivas disciplinas.
Estas profesionales representan a los millones de enfermeras y parteras que, gracias a sus conocimientos y su experiencia, protegen a diario la salud y las vidas de todos nosotros, arriesgando en ocasiones las suyas.
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Para conocer mejor las repercusiones de la COVID-19 en los migrantes y los refugiados, La OMS ha colaborado con un consorcio investigador dirigido por la Universidad de Gante y la Universidad de Copenhague para llevar a cabo la encuesta mundial ApartTogether («Separados, juntos»).
Gracias a la cooperación de varios asociados, se ha efectuado esta encuesta a cerca de 30 000 migrantes y refugiados en casi todos los Estados Miembros de la OMS.
De acuerdo con sus resultados, las personas que viven en la calle y en centros de acogida acuden menos en busca de atención de salud que el resto de la población cuando presentan síntomas de COVID-19.
De los encuestados que refirieron no acudir a centros de salud, el 35% dijo que ello se debía a la falta de recursos económicos y otro 22% confesó que tenían miedo de que les repatriaran.
Más de la mitad de los encuestados señaló que esta enfermedad les ha sumido en la depresión, la preocupación, la ansiedad y la soledad.
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Aunque estos datos pintan un panorama sombrío, también nos muestran dónde podemos mejorar.
Hay varias medidas que los países pueden adoptar para integrar a los refugiados y los migrantes en sus planes de lucha y sus medidas en la esfera de la salud pública.
Todas las personas tienen derecho a la atención de salud coma con independencia de su situación jurídica.
También es importante que los migrantes tengan más acceso a internet para acceder a la información que necesitan.
Con todo, nuestra principal petición a todos los países es que eliminen los obstáculos económicos y de otra índole que dificultan que los migrantes sean atendidos por los sistemas de salud, un objetivo que debe formar parte del camino hacia la cobertura sanitaria universal.
No caben excepciones al concepto de salud para todos.
Por ello, es preciso aumentar la inversión en dichos sistemas, sobre todo en la atención primaria, con el fin de que tengan en cuenta las necesidades, las lenguas nativas y los problemas de salud de los migrantes.
Algunas de las cuestiones que deben abordarse en este sentido son la salud reproductiva e infantil, la salud mental, los traumatismos, la violencia y los abusos y agresiones sexuales.
Invertir en la salud de los migrantes no solo es una iniciativa de justicia, sino que proporciona también beneficios a largo plazo en forma de desarrollo económico y cohesión social.
Su integración es ventajosa para todas las personas, mientras que su exclusión repercute también en toda la sociedad.
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Asimismo, es muy importante incluir a los migrantes y los refugiados en los programas de vacunación contra la COVID-19.
Es de todos conocido que el Acelerador ACT, en el cual se incluye el Mecanismo COVAX, se creó para vacunar a las personas más pobres y vulnerables del mundo (muchas de ellas, migrantes).
La OMS y nuestros asociados en ese mecanismo (Gavi, la Alianza para las Vacunas; la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias, y el UNICEF) hemos anunciado hoy acuerdos merced a los cuales se tendrá acceso a 2000 millones de dosis de varias vacunas candidatas prometedoras.
Quiero agradecer al primer ministro del Canadá Justin Trudeau su compromiso de donar las dosis sobrantes de vacunas contra la COVID-19.
Estos acuerdos sin precedentes permitirán que los 190 países y economías que participan en este mecanismo administren vacunas para proteger a los grupos vulnerables de sus poblaciones durante la primera mitad del próximo año.
Esta semana he hablado con directores generales de empresas farmacéuticas y me he reunido en Bruselas con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y con el presidente del Consejo Europeo Charles Michel para tratar de empezar a vacunar lo antes posible a partir del próximo año.
Nuestra Organización y nuestros asociados en el Mecanismo COVAX trabajan sin descanso para conseguirlo.
La OMS seguirá trabajando estrechamente con la OIM y con sus numerosos asociados para ayudar a los países a mejorar la salud de los migrantes, tanto durante la pandemia como cuando la hayamos superado.
Es para mí un honor contar hoy aquí con António Vitorino, Director General de la Organización Internacional para las Migraciones, que nos dirigirá unas palabras.
Querido António, te cedo la palabra.