Alocución de apertura del Director General de la OMS en la conferencia de prensa sobre la COVID-19 celebrada el 20 de julio de 2020

20 de julio de 2020

Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

Si bien la COVID-19 afecta a personas de todas las condiciones sociales, las personas más pobres y vulnerables del mundo corren un mayor riesgo.

Esto es extensible a los pueblos indígenas de todo el mundo, ya vivan en zonas urbanas o remotas.

Existen hasta 500 millones de pueblos indígenas en más de 90 países de todo el mundo.

Los pueblos indígenas tienen culturas e idiomas únicos, y lazos profundos con el medio ambiente.

Al igual que otros grupos vulnerables, los pueblos indígenas se enfrentan a numerosos problemas.

Desde la falta de representación política y la marginación económica hasta la falta de acceso a la salud, la educación y los servicios sociales.

Los pueblos indígenas suelen tener una elevada carga de pobreza, desempleo, malnutrición y enfermedades transmisibles y no transmisibles, lo que los hace más vulnerables a la COVID-19 y sus gravísimas consecuencias.

Aunque la COVID-19 constituye un riesgo para todos los pueblos indígenas del mundo, la OMS está profundamente preocupada por los efectos del virus en los pueblos indígenas de las Américas, que sigue siendo el actual epicentro de la pandemia.

Hasta el 6 de julio se habían notificado más de 70 000 casos y más de 2000 muertes en los pueblos indígenas de las Américas.

Más recientemente, se notificaron al menos 6 casos entre los nahuas, que viven en la Amazonia peruana.

La Oficina Regional de la OMS para las Américas publicó recientemente unas recomendaciones con miras a prevenir y responder a la COVID-19 en los pueblos indígenas.

La OMS también está trabajando con la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca del Río Amazonas para impulsar la lucha contra la COVID-19.

===

Una de las herramientas clave para suprimir la transmisión en las comunidades indígenas —y en todas las comunidades— es el rastreo de los contactos.

Ningún país puede controlar la epidemia si no sabe dónde está el virus.

Como hemos repetido en numerosas ocasiones, las llamadas medidas de confinamiento pueden ayudar a reducir la transmisión, pero no pueden detenerla por completo. El rastreo de los contactos es indispensable para encontrar y aislar los casos e identificar y poner en cuarentena a sus contactos.

Las aplicaciones móviles pueden facilitar el rastreo de los contactos, pero nada sustituye al trabajo de campo: trabajadores capacitados que van de puerta en puerta buscando casos y contactos y rompiendo las cadenas de transmisión.

El rastreo de los contactos es imprescindible en todos los países y en todas las situaciones. Puede evitar que casos puntuales se conviertan en conglomerados y que los conglomerados se conviertan en una transmisión generalizada.

Incluso en los países donde la transmisión se produce de forma generalizada es posible hacer progresos si la epidemia se divide en partes manejables.

Esto es aún más importante a medida que los países se van abriendo.

Si los países reaccionan rápidamente a los nuevos casos y conglomerados, podrán continuar en la senda de la recuperación económica y, al mismo tiempo, mantener el virus a raya.

Por supuesto, el rastreo de los contactos no es la única herramienta —puesto que debe formar parte de un conjunto de medidas—, pero sí es una de las más importantes.

El rastreo de los contactos ha sido durante mucho tiempo la piedra angular de la respuesta a los brotes, desde la viruela a la poliomielitis y desde el ebola a la COVID-19.

Una de las lecciones extraídas del reciente brote de ebola que se declaró el mes pasado en la parte oriental de la República Democrática del Congo es que la localización de los contactos puede llevarse a cabo incluso en las circunstancias más difíciles, con problemas de seguridad.

Cuando se detectó el ebola en la ciudad de Butembo el año pasado, los expertos se preguntaron si sería posible controlar el brote.

Sin embargo, contra todo pronóstico, el brote se detuvo, en gran medida porque el gobierno, la OMS y los asociados invirtieron con profusión en la localización de los contactos, el aislamiento de los casos sospechosos y el tratamiento de las personas que enfermaron.

Una y otra vez, personas capacitadas en el seguimiento de los contactos que trabajaban en estrecha colaboración con los líderes y las comunidades locales rastrearon el virus, a veces a lo largo de cientos de kilómetros en un terreno muy difícil.

El ebola y la COVID-19 son virus diferentes, pero el principio es el mismo:

No importa cuán mala sea la situación, siempre hay esperanza.

Con un fuerte liderazgo, la participación de la comunidad y una estrategia integral para suprimir la transmisión y salvar vidas, la COVID-19 puede frenarse.

No hace falta esperar a la vacuna. Tenemos que salvar vidas ahora.

No se equivoquen, debemos continuar acelerando la investigación en la vacuna mientras sacamos más partido a las herramientas que tenemos a nuestro alcance.

Para hablar más sobre la importancia de la localización de los contactos tanto en el contexto de la COVID-19 como del ebola, me complace dar la bienvenida al doctor Socé Fall, Subdirector General para Respuesta a las Emergencias de la OMS, y al Dr. Mory Keita, que es el gestor de incidentes que coordina el trabajo de campo de la OMS en la República Democrática del Congo para el actual brote de ebola en el oeste del país.

Doctor Fall y doctor Keita, bienvenidos, y Margaret, le devuelvo la palabra. Gracias.