Alocución de apertura del Director General de la OMS en la conferencia de prensa sobre la COVID-19 celebrada el 22 de junio de 2020

22 de junio de 2020

Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

Parece que casi todos los días sentamos un nuevo y funesto récord.

Ayer la OMS recibió notificaciones de más de 183 000 casos nuevos de COVID-19, sin duda la cifra más alta en un solo día hasta la fecha.

En total, ya se han notificado más de 8,8 millones de casos y más de 465 000 personas han perdido la vida.

En algunos países se sigue observando un rápido aumento de los casos y las defunciones.

Algunos países que habían logrado suprimir la transmisión están registrando ahora un repunte de los casos a medida que reabren sus sociedades y economías.

Todos los países tratan de encontrar un delicado equilibrio entre la protección de la población y la reducción al mínimo de los daños sociales y económicos.

No se trata de elegir entre vidas y medios de vida. Los países pueden tener ambos.

Instamos a los países a ser cautos y creativos en la búsqueda de soluciones que permitan a las personas seguir adelante con sus vidas en condiciones de seguridad.

Seguimos instando a todos los países a que redoblen las medidas de salud pública fundamentales que sabemos que son eficaces.

Encontrar los casos sospechosos y hacerles pruebas es eficaz.

Aislar y atender a las personas enfermas es eficaz.

Rastrear y poner en cuarentena a los contactos es eficaz.

Y proteger a los trabajadores de la salud es eficaz.

Al mismo tiempo, estas medidas solo cumplen sus objetivos si todas y cada una de las personas adoptan los gestos que también sabemos que son eficaces para protegerse a sí mismos y a los demás.

Mantengan la distancia física.

Sigan lavándose las manos.

Y póngase una mascarilla cuando sea necesario.

Igual que aplicamos las medidas que sabemos que son eficaces para prevenir la propagación de la enfermedad, también estamos aprendiendo más sobre cómo tratar a los enfermos.

Aunque los datos son todavía preliminares, el reciente hallazgo de que el corticoesteroide dexametasona puede salvar la vida a los pacientes de COVID-19 en estado crítico es una excelente noticia que esperábamos con impaciencia.

Ahora, el desafío consiste en aumentar la producción y distribuir rápida y equitativamente la dexametasona en todo el mundo, con especial atención a los lugares donde más se necesita.

La demanda ya se ha disparado, tras los resultados de los ensayos del Reino Unido en los que se muestran los claros beneficios de este fármaco.

Afortunadamente, es un medicamento barato y hay muchos fabricantes en todo el mundo, así que tenemos confianza en que podrán acelerar la producción.

Los países, guiados por la solidaridad, deben trabajar juntos para velar por que se dé prioridad al abastecimiento de dexametasona en los países con un gran número de pacientes gravemente enfermos y por que siga habiendo existencias para tratar otras enfermedades.

La transparencia y el seguimiento constante serán fundamentales para garantizar que las necesidades, y no los medios, dicten la distribución de los suministros.

También es importante comprobar que los proveedores puedan garantizar la calidad, ya que existe un alto riesgo de que entren en el mercado productos de calidad subestándar o falsificados.

La OMS hace hincapié en que la dexametasona solo debe utilizarse en pacientes graves o críticos y bajo estrecha supervisión médica.

No hay datos probatorios que demuestren que este medicamento surta el efecto deseado en pacientes con una manifestación leve de la enfermedad ni como medida preventiva; además, podría ser nocivo.

Asimismo, la OMS sigue prestando apoyo a los países facilitando suministros esenciales de equipos de protección individual y pruebas diagnósticas de laboratorio.

Lo hacemos, por ejemplo, mediante el portal de suministros para la COVID-19, una plataforma en línea en la que los países que necesitan suministros pueden cursar sus solicitudes.

Hasta la fecha, 48 países han presentado solicitudes de suministros por un valor de 92 millones de dólares de los Estados Unidos.

En estos momentos, la OMS está enviando a 135 países más de 140 millones de componentes de equipos de protección individual, 14 000 concentradores de oxígeno y millones de pruebas.

Mientras tanto, la OMS también está colaborando con los países para mantener los servicios de salud esenciales.

Recientemente, la OMS realizó una encuesta en los países para evaluar el impacto de la pandemia en los servicios de salud esenciales.

De los 82 países que han respondido hasta el momento, más de la mitad han limitado o suspendido al menos una plataforma de prestación de servicios, como los servicios ambulatorios u hospitalarios o la atención basada en la comunidad.

Casi las tres cuartas partes de los países informaron de que los servicios de odontología y rehabilitación se habían interrumpido parcial o totalmente.

Aproximadamente dos tercios de los países notificaron alteraciones en los servicios de inmunización sistemática, diagnóstico y tratamiento de enfermedades no transmisibles y de planificación familiar y métodos anticonceptivos.

Más de la mitad de los países notificaron interrupciones en los servicios de salud mental, atención prenatal, diagnóstico y tratamiento del cáncer y servicios para niños enfermos.

Los países están utilizando diversas estrategias para hacer frente a estas perturbaciones, como el cribado, la telemedicina y la derivación de los pacientes a otros establecimientos de salud.

Aun así, las consecuencias de estas alteraciones se sentirán durante muchos años.

El mundo está aprendiendo por las malas que la salud no es un artículo de lujo; es la piedra angular de la seguridad, la estabilidad y la prosperidad.

Por eso es fundamental que los países no solo respondan urgentemente a la pandemia, sino también que inviertan en sistemas de salud fuertes a nivel nacional y en seguridad sanitaria a nivel mundial.

El año pasado, los líderes de todo el mundo se reunieron en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York para adoptar una declaración política histórica sobre la cobertura sanitaria universal.

Ahora más que nunca, todos los países deben hacer de la cobertura sanitaria universal una prioridad.

No se trata de si los países pueden permitírsela, sino de si pueden permitirse no hacerla realidad.

Muchas gracias.