Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
Hace un año, en esta misma semana, la OMS tuvo conocimiento de que se habían detectado casos de una 'neumonía de causa desconocida' a través de un boletín publicado por las autoridades sanitarias de Wuhan y ProMed.
Inmediatamente establecimos una estructura de gestión de incidentes para hacer seguimiento de la situación.
Ahora es el momento de reflexionar sobre la factura que ha pasado la pandemia, los progresos que hemos logrado, las enseñanzas aprendidas y lo que debemos hacer el próximo año para poner fin a la pandemia.
A lo largo del último año, la OMS y sus asociados han trabajado incesantemente para apoyar a todos los países en su respuesta al virus.
El personal de la Organización ha trabajado a todas horas para impulsar los conocimientos científicos, aportar soluciones sobre el terreno y construir solidaridad.
Los conocimientos científicos son la base de todo lo que hacemos y este año han avanzado a una velocidad vertiginosa.
Si retrocedemos a principios de 2020, fue el 10 de enero cuando la OMS publicó su primera serie integral de documentos de orientación dirigidos a los países, que abarcaban temas relacionados con la gestión de un brote de una nueva enfermedad.
Al día siguiente, la OMS recibió de China las secuencias genéticas completas del nuevo coronavirus.
El 13 de enero, la OMS había publicado su primer protocolo para una prueba diagnóstica de detección del virus, a cargo de un laboratorio asociado de la OMS en Alemania.
A mediados de enero, nuestras redes internacionales de expertos técnicos habían empezado a colaborar, reuniéndose por teleconferencia para compartir de primera manos los conocimientos sobre el nuevo coronavirus y virus respiratorios similares, como el MERS y el SARS.
Y la OMS convocó el Grupo de Asesoramiento Estratégico y Técnico sobre peligros infecciosos y la Red Mundial de Alerta y Respuesta ante Brotes Epidémicos.
A finales de mes, el 30 de enero, declaré que el brote constituía una emergencia de salud pública de importancia internacional, el nivel máximo de alerta de la OMS con arreglo al derecho sanitario mundial.
Y a principios de febrero, la OMS ya enviaba pruebas diagnósticas por todo el mundo para que los países pudieran detectar el virus y hacerle frente con eficacia.
El 4 de febrero, la OMS publicó el primer plan mundial de preparación y respuesta contra la COVID-19 basado en los datos científicos más recientes.
Al mismo tiempo, la Organización se ponía en contacto con científicos, entidades de financiación y fabricantes de todo el planeta para acelerar la investigación en materia de pruebas, tratamientos y vacunas.
A mediados de febrero, el grupo encargado del proyecto de investigación y desarrollo de la OMS, constituido hace tiempo, reunió a cientos de expertos de más de 40 países para trazar una hoja de ruta de investigación sobre la COVID-19.
Esta hoja de ruta se basaba en años de trabajo sobre otras enfermedades infecciosas, como el SRAS, el MERS y el ébola.
La hoja de ruta elaborada posteriormente abarcaba todos los ámbitos técnicos, desde la interfaz entre los seres humanos y los animales hasta el desarrollo de vacunas, y se estableció para garantizar la máxima coordinación y colaboración a medida que se probaban, ensayaban y distribuían nuevas herramientas sanitarias.
Entre tales herramientas se incluía el ensayo Solidaridad, un ensayo clínico internacional que ha generado datos sólidos rápidamente para determinar los tratamientos más eficaces.
Y en marzo, la OMS ya había empezado a planificar el Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19, que presentó junto con sus asociados en abril.
El Acelerador ACT es una iniciativa de colaboración histórica para acelerar todavía más el desarrollo, la producción y el acceso equitativo a vacunas, pruebas diagnósticas y tratamientos contra la COVID-19 como parte de una estrategia general para poner fin a la pandemia.
Y ha funcionado.
Las buenas noticias llegaron en junio, a medida que los resultados de los ensayos clínicos iniciales del Reino Unido indicaban que la dexametasona, un corticosteroide, podía salvar la vida de pacientes gravemente enfermos con COVID-19.
En septiembre, se habían validado nuevas pruebas rápidas basadas en antígenos y, gracias al pilar de los medios de diagnóstico del Acelerador ACT, se habían asegurado millones de pruebas para los países de ingresos bajos y medianos.
Poco después, la conmoción que se sintió en todo el mundo fue la alentadora noticia de que había múltiples vacunas candidatas, que en estos momentos ya se administran a grupos vulnerables.
En esta pandemia se están rompiendo muchos moldes, sobre todo por la extraordinaria colaboración entre los sectores público y privado y, en las últimas semanas, se ha iniciado la distribución segura y eficaz de vacunas en varios países, lo cual constituye un logro científico inaudito.
Es una noticia fantástica, pero la OMS no descansará hasta que las personas necesitadas de todo el mundo tengan acceso a las nuevas vacunas y estén protegidas.
A lo largo de la pandemia, hemos publicado y actualizado orientaciones técnicas y materiales didácticos basados en los últimos conocimientos científicos y las mejores prácticas de los países.
Seguidamente los hemos difundido a través de todos nuestros canales, y en más de 130 ruedas de prensa como esta.
Y nuestras oficinas regionales y las oficinas en los países han mantenido a las poblaciones locales al tanto de la situación.
Hemos trabajado con miles de científicos brillantes de todo el mundo para fomentar la solidaridad global; hemos colaborado con quienes nos han criticado y hemos pedido repetidamente a todas las partes interesadas que pongan en cuarentena cualquier politización de la pandemia y se centren en lo que realmente importa: impulsar los conocimientos científicos para salvar vidas y poner fin a esta pandemia.
Cada día aprendemos algo nuevo.
A veces bueno, otras veces no tanto, y a veces lo aprendido nos sorprende, pero todo es útil.
En el año que tenemos por delante habrá retrocesos y nuevos retos. Por ejemplo, las nuevas variantes de la COVID-19 y ayudar a las personas que están cansadas de la pandemia a seguir combatiéndola.
En la actualidad, trabajamos estrechamente con científicos de todo el mundo para comprender mejor todos y cada uno de los cambios del virus y de qué modo esos cambios afectan a su capacidad para propagarse o provocar enfermedades, o los efectos que puedan tener en las pruebas, tratamientos y vacunas disponibles.
En concreto, colaboramos con científicos del Reino Unido y Sudáfrica, que llevan a cabo estudios epidemiológicos y de laboratorio que guiarán los próximos pasos.
La ciencia impulsa nuestras acciones.
Quisiera dar las gracias a los dos países por las pruebas y rastreo de las nuevas variantes, y subrayar la importancia de aumentar la capacidad de secuenciación genómica en todo el mundo.
Ello significa el intercambio rápido de información epidemiológica y virológica de la secuencia completa del genoma con la OMS y otros países y equipos de investigación, en particular a través de plataformas de código abierto como GISAID y otras.
Solo si los países investigan y realizan pruebas con eficacia se pueden compilar las variantes y ajustar las estrategias para hacerles frente.
Debemos asegurarnos de no castigar a los países por compartir de manera transparente los nuevos hallazgos científicos.
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Me siento muy honrado por trabajar con científicos, epidemiólogos y expertos en salud pública de la OMS y de todo el mundo.
Y hoy me acompañan cuatro de los mejores para mirar hacia atrás y hacia adelante.
En primer lugar, la profesora Quarraisha Abdool Karim, del Centro para el Programa de Investigación sobre el Sida en Sudáfrica.
Profesora, tiene usted la palabra.
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Gracias por esas reflexiones, profesora Abdool Karim.
Y ahora damos paso al Dr. Dan Barouch del Centro de Investigación en Virología y Vacunas del Centro Médico Beth Israel Deaconess en Boston (Estados Unidos).
Dr. Barouch, tiene usted la palabra.
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Gracias por compartir sus pensamientos, Dr. Barouch.
Y ahora damos paso a mi amigo, el profesor David Heymann de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y presidente del STAG-IH. Amigo mío, profesor Heymann, tiene usted la palabra.
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Gracias por sus ideas, profesor Heymann.
Y ahora nos hablará la profesora Marion Koopmans, jefa del Departamento de Virociencia de la Universidad Erasmus, en los Países Bajos.
Profesora, tiene usted la palabra.
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Gracias por tan excelente recapitulación, profesora Koopmans.
Una vez más quisiera dar las gracias a la profesora Abdool Karim, al Dr. Barouch, al profesor Heymann y a la profesora Koopmans.
Muchas gracias a todos por sus excelentes exposiciones.
Es increíble pensar lo que se ha logrado en el último año y considerar lo que podemos lograr en el año que tenemos por delante.
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A medida que el año llega a su fin y todos los pueblos del mundo celebran el final de un año y los albores del siguiente, permítanme brindar por la ciencia; y que podamos compartir sus resultados –especialmente las vacunas– de manera justa y equitativa en el año venidero y poner fin juntos a esta pandemia.
Feliz Año Nuevo y gracias.
Antes de pasar a las preguntas, quiero también dar las gracias a los asociados del Acelerador ACT, los de la GOARN, los miembros de los equipos médicos de emergencia, los Estados Miembros, los centros colaboradores, los grupos de asesoramiento y las redes de expertos por trabajar con nosotros.
Nadie podemos poner fin a una pandemia solos, pero juntos acabaremos con ella.
Y gracias a todos y cada uno de los periodistas que han sintonizado con nuestras ruedas de prenda y han transmitido los conocimientos científicos a personas de todo el mundo.
Muchas gracias de nuevo, Tarik tiene usted la palabra.