Alocución de apertura del Director General de la OMS en la conferencia de prensa sobre la COVID-19 celebrada el 6 de agosto de 2020

6 de agosto de 2020

Excelencias,

Distinguidos invitados,

Estimados colegas y amigos,

Es un honor compartir con el Foro de Seguridad de Aspen nuestra habitual conferencia de prensa.

Quiero extender mi más sincero agradecimiento a Aspen y a la NBC por invitarnos al Dr. Mike Ryan, a la Dra. Maria Van Kerkhove y a mí a hablar hoy con ustedes.

Los acontecimientos de los últimos siete meses son un trágico recordatorio de la inseguridad y la inestabilidad que puede acarrear una enfermedad.

La pandemia de COVID-19 ha cambiado el mundo.

Ha puesto a prueba la infraestructura política, económica, cultural y social.

Y no estábamos preparados.

Ha forzado más allá de sus límites a los sistemas de salud, débiles y fuertes, y ningún país ha salido indemne.

Nos ha dado a todos una lección de humildad.

El mundo gasta miles de millones al año para prepararse ante posibles atentados terroristas, pero hemos aprendido de la forma más dolorosa que, a menos que invirtamos en la preparación ante una pandemia y la crisis climática, nos exponemos a enormes daños.

Desde que se creó la OMS hace más de siete decenios, trabajamos para impulsar la acción colectiva en materia de salud pública internacional a fin de construir un futuro más sano y seguro para la humanidad.

Desde la erradicación de la viruela hasta conseguir que la poliomielitis esté al borde de la desaparición; desde la distribución del tratamiento del VIH, la tuberculosis y el paludismo a millones de personas en todo el mundo hasta la respuesta a cientos de emergencias.

El fortalecimiento de los sistemas de salud y la garantía de la salud para todos es la mejor opción para cumplir con el objetivo de la seguridad sanitaria mundial.

Hace 15 años, la comunidad mundial se reunió y adoptó el Reglamento Sanitario Internacional (2005).

Su aplicación en 196 Estados Partes fue un paso importante en la coordinación de la acción internacional para mejorar la seguridad sanitaria mundial.

Tras la notificación a la OMS de una cepa atípica de neumonía que circulaba en la provincia de Wuhan (China), se activó el Reglamento Sanitario Internacional y, a continuación, a principios de enero, se informó al mundo del brote.

Para la primera semana de enero ya se había secuenciado el mapa del genoma.

Se hizo público en la segunda semana de enero y la OMS, además, informó de cómo construir la prueba de PCR para la COVID-19 que había elaborado nuestro laboratorio asociado en Alemania.

En la tercera semana, la OMS localizó pruebas de PCR de calidad y comenzó a contratar su producción validada.

Y para la primera semana de febrero, la OMS comenzó a enviar pruebas a más de 150 laboratorios de todo el mundo, lo que permitió a todos los países rastrear y localizar el virus rápidamente.

Precisamente en virtud del RSI, el Reglamento Sanitario Internacional, la OMS declaró una emergencia de salud pública de importancia internacional el 30 de enero, la mayor alerta de seguridad sanitaria de la OMS según el derecho internacional.

En aquel momento, había menos de 100 casos y ninguna muerte fuera de China.

Hoy ya se han notificado a la OMS más de 18,5 millones de casos de COVID-19 y se han perdido 700 000 vidas.

Ningún país se ha librado. Los países de ingreso bajo, mediano y alto, todos han resultado duramente afectados. Las Américas siguen siendo el epicentro actual del virus y las consecuencias están siendo particularmente graves.

Más de la mitad de los casos se han notificado en solo tres países.

Ningún país puede combatir por sí solo contra este virus.

Si existe en algún lugar, sea donde sea, la vida y los medios de subsistencia corren peligro en todas partes.

Nunca es demasiado tarde para controlar los brotes y muchos países lo han conseguido. Nunca es demasiado tarde para cambiar las tornas.

La mejor manera de salir adelante es aferrarnos a la ciencia, las soluciones y la solidaridad y juntos podemos superar esta pandemia. La COVID-19 también ha puesto de manifiesto que la información errónea es una de las mayores amenazas de nuestro tiempo para la seguridad. La desinformación puede propagarse más rápido que el virus en sí.

Desde el comienzo de esta pandemia, la OMS trabaja para hacer frente a la información falsa.

Hemos trabajado con todas las grandes empresas de tecnología para desmentir los bulos y rumores con consejos fiables y basados en pruebas.

El mes pasado, la OMS reunió a expertos de todo el mundo para celebrar la primera conferencia sobre la mejor manera de afrontar la infodemia acerca de la COVID-19.

A través de nuestros informes diarios de situación y de la participación frecuente en los medios de comunicación, las oficinas de la OMS han mantenido informado al mundo. María, Mike y yo hemos dado más de 90 conferencias de prensa.

 Todas las semanas informamos a nuestros Estados Miembros de los conocimientos científicos más recientes, respondemos a sus preguntas y compartimos y aprendemos de sus experiencias relativas a la COVID-19.

 La OMS seguirá apoyando a todos, en todas partes y colaborando con los mandatarios, las comunidades y las personas para fomentar la solidaridad mundial, suprimir el virus y salvar vidas y medios de subsistencia.

Incluso mientras luchamos contra esta pandemia, acabamos de terminar el segundo mayor y probablemente más difícil y complicado brote de ebola de la historia de la República Democrática del Congo.

Aplicamos las lecciones de anteriores brotes y las innovaciones desarrolladas e investigadas éticamente en situaciones de conflicto para poner la enfermedad mortal bajo control.

Y justo esta semana nuestro equipo en el Líbano está respondiendo a la gran explosión que ha acabado con la vida de más de 130 personas y ha causado al menos 5000 heridos.

La COVID-19, los brotes de enfermedades y la respuesta a desastres humanitarios y naturales tienen en común que están intrínsecamente ligados a la seguridad sanitaria mundial.

Si bien la salud se ha considerado a menudo como un costo, la primera pandemia de coronavirus de la historia ha demostrado cuán importante es invertir en la salud para la seguridad nacional.

Y la cobertura sanitaria universal es indispensable para nuestra seguridad sanitaria mundial colectiva.

La reconstrucción de unos sistemas de salud más sólidos requerirá voluntad política, recursos y conocimientos técnicos, tanto en los países de ingreso alto como en los de ingreso bajo.

Por ese motivo, la máxima prioridad de la OMS es apoyar a todos los países para que fortalezcan sus sistemas de salud, de modo que todos, en todas partes, puedan acceder a unos servicios de salud de calidad cuando los necesiten.

La COVID-19 nos ha arrebatado mucho.

Debemos aprovechar este momento para agruparnos haciendo gala de unidad nacional y solidaridad mundial para controlar la COVID-19 y hacer frente a la resistencia a los antimicrobianos y a la crisis climática.

A pesar de nuestras diferencias, todos somos una misma raza humana que comparte un único planeta y nuestra seguridad es interdependiente. Ningún país estará a salvo hasta que todos estemos a salvo.

Insto a todos los mandatarios a que elijan el camino de la cooperación y actúen sin demora para poner fin a esta pandemia.

No es solo la opción más inteligente, es la opción correcta y es la única opción posible.

Muchas gracias una vez más.