Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
Hace exactamente 40 años, el 8 de mayo de 1980, la Asamblea Mundial de la Salud declaró oficialmente lo siguiente: «el mundo y todos sus habitantes se han liberado de la viruela».
La viruela es la primera, y hasta la fecha la única, enfermedad humana erradicada en todo el mundo.
Hasta su erradicación, la viruela asoló a la humanidad durante al menos 3000 años y, solo en el siglo XX, acabó con la vida de 300 millones de personas.
Su erradicación supone el mayor éxito en salud pública de la historia.
Ahora que el mundo se enfrenta a la pandemia de COVID-19, la victoria de la humanidad frente a la viruela nos recuerda lo que puede lograrse cuando las naciones se unen para combatir una amenaza común para la salud.
Muchos de los instrumentos básicos que se utilizaron con éxito entonces son los mismos que se utilizan ahora para responder al ebola y la COVID-19: vigilancia de la morbilidad, búsqueda de casos, localización de contactos y campañas en los medios de comunicación para informar a las poblaciones afectadas.
La campaña de erradicación de la viruela contó con un instrumento crucial que todavía no tenemos para la COVID-19: la vacuna, más exactamente, la primera vacuna en el mundo.
Como ustedes saben, la OMS está trabajando con muchos asociados para acelerar el desarrollo de una vacuna para la COVID-19, algo fundamental para controlar la transmisión del virus.
Aunque la vacuna de la viruela fue esencial para acabar con la enfermedad, no fue suficiente por sí sola.
Después de todo, la vacuna la desarrolló Edward Jenne en 1796 y la enfermedad no se erradicó hasta 184 años después.
El factor decisivo en la victoria contra la viruela fue la solidaridad mundial.
En el momento álgido de la Guerra Fría, la Unión Soviética y los Estados Unidos de América unieron sus fuerzas para luchar contra ese enemigo común.
Ambos países fueron conscientes de que los virus no respetan naciones ni ideologías.
Esa misma solidaridad, basada en la unidad entre naciones, es la que necesitamos ahora para vencer a la COVID-19.
Historias como la erradicación de la viruela son increíblemente emotivas, pero en el mundo hay muchas más historias sobre la salud que deben darse a conocer: el próximo martes, 12 de mayo, la OMS anunciará los cinco ganadores de nuestro primer Festival de cine Salud para todos.
Un distinguido jurado ha seleccionado los vídeos ganadores de entre más de 1300 obras procedentes de 110 países.
La lista de seleccionados puede verse en el canal de YouTube de la OMS. Invitamos a todo el mundo a consultar nuestros canales de redes sociales el próximo martes para conocer los ganadores.
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Ayer anuncié los recursos que la OMS calcula que necesita para llevar a cabo el Plan Estratégico de Preparación y Respuesta actualizado para la COVID-19: desde ahora hasta finales de 2020, US$ 1700 millones para los tres niveles de la Organización.
En esa cifra se incluyen los fondos que la OMS ya ha recibido hasta la fecha, por lo que faltan US$ 1300 millones para financiar la respuesta a la COVID-19 durante 2020.
Para que quede claro, esa cifra solo cubre las necesidades de la OMS, no todas las necesidades en el mundo.
La Organización agradece profundamente a los países y donantes que han respondido al Plan Estratégico de Preparación y Respuesta inicial de la OMS y a los cientos de miles de personas, empresas y fundaciones que han contribuido al Fondo de Respuesta a la COVID-19: muchas gracias por su participación y apoyo.
En nuestro plan estratégico actualizado se tiene en cuenta lo que hemos aprendido hasta el momento para reforzar el papel de la OMS en la coordinación mundial y regional.
El plan se basa en cinco objetivos estratégicos:
El primero, movilizar a todos los sectores y comunidades;
El segundo, controlar los casos esporádicos y los grupos de casos, localizándolos rápidamente y aislándolos;
El tercero, suprimir la transmisión en la comunidad mediante medidas de prevención y control de la infección y distanciamiento físico;
El cuarto, reducir la mortalidad mediante cuidados apropiados;
Y quinto, desarrollar una vacuna y tratamientos seguros y eficaces.
Para ayudar a que se logren esos objetivos, la OMS seguirá proporcionando apoyo técnico, operacional y logístico a los países y actualizando y adaptando nuestras orientaciones en función de las necesidades locales.
En algunos contextos frágiles y países con sistemas de salud menos robustos, la OMS continuará su labor operacional como prestador de servicios sanitarios esenciales.
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Al echar la vista atrás en un día como hoy para recordar la erradicación de la viruela, vemos lo que se puede lograr cuando las naciones se unen para enfrentarse a un enemigo común.
El legado de ese éxito no fue solo la erradicación de la enfermedad sino la demostración de que, cuando el mundo se une, todo es posible. Si se quiere, hay un camino.
Ese logro nos dio la confianza para trabajar por la erradicación de otras enfermedades, como la poliomielitis y la dracunculosis.
La COVID-19, como la viruela, supone un desafío histórico para la salud pública, una prueba de la solidaridad mundial y una oportunidad para combatir una enfermedad, pero también para cambiar el rumbo de la salud mundial y crear un mundo más sano, seguro y justo para todos —para alcanzar la cobertura sanitaria universal y hacer realidad el sueño que nos propusimos desde la creación de la OMS en los años 40: la salud para todos.
Gracias.
Antes de pasar al turno de preguntas, me gustaría mencionar una de las iniciativas que hemos puesto en marcha para celebrar la erradicación de la viruela.
Cuando se inició la campaña de la OMS para erradicar la viruela en 1967, una de las formas en que los países sensibilizaron a la opinión pública sobre la enfermedad fue utilizando sellos postales, en un tiempo en que ni siquiera se concebían las redes sociales, como Twitter y Facebook.
Para conmemorar el 40º aniversario de la erradicación de la viruela, la Administración Postal de las Naciones Unidas y la OMS presentan un sello postal en reconocimiento a la solidaridad mundial en la lucha contra esa enfermedad.
Quiero agradecer especialmente a mi amigo Atul Khare, Secretario General Adjunto de Apoyo Operacional de las Naciones Unidas, su labor imprescindible en esta iniciativa.