Alocución de apertura del Director General de la OMS en la rueda de prensa sobre la COVID-19 de 2 de julio de 2021

2 de julio de 2021
  • Esta semana, la OMS ha celebrado una cumbre de dos días de duración con jefes de Estado, ministros y líderes de la sociedad civil de pequeños Estados insulares en desarrollo, que se ha centrado en la creación de sistemas de salud resilientes frente a múltiples amenazas.
  • Es hora de dejar de lado las palabras altisonantes; es necesario que haya una acción concertada, respaldada por recursos financieros, para mitigar las consecuencias del cambio climático.
  • La variante delta es peligrosa y sigue evolucionando y mutando, lo que exige una evaluación constante y un ajuste cuidadoso de la respuesta de salud pública.
  • Los países tienen esencialmente dos maneras de hacer frente a las nuevas oleadas. En primer lugar, adoptar medidas sociales y de salud pública. En segundo lugar, el mundo debe compartir equitativamente los equipos de protección, el oxígeno, las pruebas, los tratamientos y las vacunas.
  • Para finales de septiembre, pedimos a los líderes que vacunen al menos al 10% de las personas de todos los países.
  • Se están desarrollando nuevos centros de fabricación, en particular de vacunas de ARNm, pero esto podría acelerarse si las empresas compartieran abiertamente la tecnología y los conocimientos técnicos.  
  • Insto a esas empresas —BioNTech, Pfizer y Moderna— a que compartan sus conocimientos para que podamos acelerar el desarrollo de la nueva producción.
  • La OMS emite listas de vacunas para su uso en emergencias sobre la base de una evaluación rigurosa de su seguridad y eficacia, y esperamos que todos los países reconozcan y acepten esas vacunas aprobadas por la OMS.

 

 

Buenos días, buenas tardes y buenas noches. 

Esta semana, la OMS celebró una cumbre de dos días de duración con jefes de Estado, ministros y líderes de la sociedad civil de pequeños Estados insulares en desarrollo, que se centró en la creación de sistemas de salud resilientes frente a múltiples amenazas. 

Se debatió sobre la crisis climática, el grave impacto de la pandemia en las vidas y los medios de subsistencia, la desigualdad en materia de vacunas y la gran carga de enfermedades no transmisibles, y se perfilaron resultados concretos sobre cómo podemos abordar juntos estos desafíos. 

El excelentísimo señor Gaston Browne, Primer Ministro de Antigua y Barbuda, tomó la palabra en la Cumbre, y me complace y honra que hoy se haya unido de nuevo a nosotros para dar sus puntos de vista sobre las cuestiones urgentes que nos ocupan. 

Excelentísimo Primer Ministro, tiene usted la palabra. 

Gaston Browne, Primer Ministro de Antigua y Barbuda, se dirige a los medios de comunicación. 

Gracias, Primer Ministro, no podría estar más de acuerdo con usted en la importancia de examinar las amenazas multidimensionales y de trabajar juntos para resolverlas.  

Casi a diario vemos los efectos de la crisis climática. 

Las abrasadoras olas de calor sin precedentes, las tormentas catastróficas y los cambios en los patrones climáticos están afectando a los sistemas alimentarios, a la dispersión de las enfermedades y a las sociedades en general. 

Es hora de dejar de lado las palabras altisonantes; es necesario que haya una acción concertada, respaldada por recursos financieros, para mitigar las consecuencias del cambio climático mientras trabajamos para mantener las temperaturas bajas y ampliar las innovaciones ecológicas.   

En cuanto a las islas pequeñas, su propia existencia está en peligro. 

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Como señaló el Primer Ministro, lo mismo ocurre con la equidad vacunal en muchos aspectos.  

Muchos pequeños Estados insulares en desarrollo han conseguido evitar la transmisión generalizada de la COVID-19 en sus comunidades. 

Sin embargo, la pandemia les ha golpeado duramente de otras maneras, como la disminución de los ingresos del turismo, que está afectando a sus economías de manera significativa.  

Si a ello se añade la aparición de variantes más transmisibles, como la delta, que se está convirtiendo rápidamente en la cepa dominante en muchos países, nos encontramos en una fase muy peligrosa de esta pandemia. 

En los países con baja cobertura de vacunación, las terribles escenas de hospitales desbordados vuelven a ser habituales. 

No obstante, ningún país está todavía fuera de peligro. 

La variante delta es peligrosa y sigue evolucionando y mutando, lo que exige una evaluación constante y un ajuste cuidadoso de la respuesta de salud pública. 

La variante delta ha sido detectada en al menos 98 países y se está extendiendo rápidamente en países con coberturas de vacunación bajas y altas. 

Los países tienen esencialmente dos maneras de hacer frente a las nuevas oleadas. 

Las medidas sociales y de salud pública, como la vigilancia fuerte, las pruebas estratégicas, la detección temprana de casos, el aislamiento y la atención clínica, siguen siendo fundamentales. 

Asimismo, el uso de mascarilla, el distanciamiento físico, la evitación de lugares concurridos y el mantenimiento de las zonas interiores bien ventiladas son la base de la respuesta. 

Y, en segundo lugar, el mundo debe compartir equitativamente los equipos de protección, el oxígeno, las pruebas, los tratamientos y las vacunas. 

He instado a los líderes de todo el mundo a que trabajen juntos para garantizar que, el año que viene por estas fechas, el 70% de la población de todos los países esté vacunada. 

Esta es la mejor manera de frenar la pandemia, salvar vidas, impulsar una recuperación económica verdaderamente mundial y, de paso, evitar que otras variantes peligrosas tomen la delantera. 

Para finales de septiembre, pedimos a los líderes que vacunen al menos al 10% de las personas en todos los países. 

Esto protegería a los trabajadores de la salud y a quienes corren más riesgo, lo que pondría fin de forma efectiva a la fase aguda de la pandemia y salvaría muchas vidas. 

Es un reto, pero sabemos que es posible porque ya se han distribuido 3000 millones de vacunas. 

Está en el poder colectivo de algunos países dar un paso adelante y garantizar que se compartan las vacunas, que se aumente la fabricación y que se disponga de los fondos necesarios para adquirir las herramientas necesarias. 

Ahora se están compartiendo algunas vacunas, pero sigue siendo solo un goteo que se ve superado por las variantes. 

Los países cuyos hospitales están llegando al borde de su capacidad necesitan vacunas y otras herramientas de salud ahora mismo. 

Se están desarrollando nuevos centros de fabricación, en particular de vacunas de ARNm, pero esto podría acelerarse si las empresas compartieran abiertamente la tecnología y los conocimientos técnicos.    

En particular, insto a esas empresas —BioNTech, Pfizer y Moderna— a que compartan sus conocimientos para que podamos acelerar el desarrollo de la nueva producción. 

Cuanto antes empecemos a construir más centros de fabricación de vacunas y a aumentar la capacidad mundial de vacunación, antes podremos disminuir los brotes mortales.   

Esta semana, los líderes del FMI, el Banco Mundial, la OMC y la OMS se reunieron de nuevo para buscar formas prácticas de hacer un seguimiento de la entrega de vacunas contra la COVID-19 a los países de ingresos bajos y medios, así como de coordinar y hacer avanzar dicha labor. 

Colectivamente también hicimos varias peticiones al G20 para acelerar los esfuerzos mundiales por alcanzar nuestras metas en materia de vacunas. 

Por último, algunos países y regiones han puesto en marcha los llamados certificados de vacunación, y quiero dejar muy claro que es importante que estos no conduzcan a la discriminación de las personas y los países que carecen de vacunas o de cierto tipo de vacunas. 

Como saben, la OMS emite listas de vacunas para su uso en emergencias sobre la base de una evaluación rigurosa de su seguridad y eficacia, y esperamos que todos los países reconozcan y acepten esas vacunas aprobadas por la OMS. 

Una vez más, quiero dar las gracias al excelentísimo Primer Ministro Browne por acompañarnos hoy, y ahora le devuelvo la palabra a Tarik.