Alocución de apertura del Director General de la OMS en la sesión informativa para las misiones diplomáticas sobre la COVID-19, celebrada el 16 de abril de 2020

16 de abril de 2020

Excelencias, colegas y amigos:

Buenos días.

Hasta el momento se han notificado a la OMS casi 2 millones de casos de COVID-19 en todo el mundo y más de 123 000 fallecimientos.

Esto supone 40 000 muertes más desde que hablé con ustedes la semana pasada.

Es un incremento alarmante y trágico.

Al mismo tiempo, estamos viendo signos alentadores en algunos países que han sido epicentros de la pandemia.

Como saben, algunos países se están planteando levantar las restricciones sociales y económicas.

Es algo que todos deseamos, pero debe hacerse con sumo cuidado.

Si se avanza demasiado deprisa corremos el riesgo de un repunte que podría llevarnos a una situación incluso peor que la actual.

Nuestra estrategia actualizada señala seis factores que deben darse para que los países se planteen un levantamiento de las restricciones:

En primer lugar, que la transmisión esté controlada.

En segundo lugar, que el sistema sanitario tenga capacidad para detectar todos los casos, realizarles pruebas, aislarlos y tratarlos y para rastrear todos los contactos.

En tercer lugar, que se reduzcan al mínimo los riesgos de brote en entornos especiales como los establecimientos sanitarios y las residencias de ancianos.

En cuarto lugar, que existan medidas preventivas en los puestos de trabajo, los centros educativos y otros lugares a los que resulte esencial acudir.

En quinto lugar, que sea posible gestionar los riesgos de importación de la enfermedad.

Y, en sexto lugar, que las comunidades estén plenamente informadas, implicadas y capacitadas para adaptarse a la «nueva normalidad».

Al mismo tiempo, el virus está llegando a países y comunidades en los que un gran número de personas viven en condiciones de hacinamiento que hacen casi imposible mantener el distanciamiento físico.

La COVID-19 magnifica las desigualdades sanitarias que ya existen. Los gobiernos deben tener en cuenta que, en algunos países y comunidades, la obligación de quedarse en casa puede no ser practicable o incluso provocar perjuicios no deseados. 

Millones de personas de todo el mundo deben trabajar todos los días para llevar comida a sus casas. No pueden permanecer confinados prolongadamente sin recibir asistencia.  

Nos preocupan algunas noticias sobre actos violentos producidos como consecuencia de las restricciones de distanciamiento físico.

También nos preocupan las informaciones que indican un aumento de la violencia doméstica asociado a las medidas de confinamiento. Esta cuestión debe ser prioritaria para todos los países.

Mientras, se estima que las escuelas permanecen cerradas para unos 1400 millones de niños. Esto ha interrumpido su educación, ha expuesto a algunos de ellos a un mayor riesgo de sufrir abusos, y ha privado a muchos niños de su principal fuente de nutrición y atención sanitaria.

La pandemia también está trastornando la prestación de servicios sanitarios esenciales y dificultando nuestra lucha contra otras enfermedades prioritarias.

Ya se han suspendido temporalmente las campañas de vacunación contra la poliomielitis, y otros programas de vacunación están en riesgo debido al cierre de fronteras y las perturbaciones que afectan a los viajes.

Desde el viernes ha habido cuatro casos nuevos de ebola en la República Democrática del Congo después de 54 días sin nuevos casos.

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Volviendo a la COVID-19, quiero aprovechar esta oportunidad para hacer algunas observaciones sobre los mercados de animales vivos.

Las informaciones aparecidas en algunos medios de comunicación en relación con la postura de la OMS sobre la reapertura de los mercados de animales vivos en China no son correctas.

La posición de la Organización Mundial de la Salud sigue siendo que todos los sectores afectados por la COVID-19 —incluidos los mercados de alimentos— en China y el resto del mundo deben garantizar unos sistemas de reglamentación sólidos y un elevado nivel de limpieza, higiene y seguridad una vez que estén en condiciones de retomar gradualmente su actividad normal.

La OMS mantiene que los gobiernos deben aplicar rigurosamente las prohibiciones de venta de animales silvestres y hacer cumplir la normativa sobre inocuidad de los alimentos e higiene para garantizar que los alimentos que se venden en los mercados sean seguros.

La OMS ha proporcionado orientación y asistencia a los países en relación con la inocuidad y salubridad de los mercados, que incluye orientaciones sobre la COVID-19 para empresas de alimentación y orientaciones sobre la inocuidad de los alimentos y los mercados de animales vivos.

La OMS está colaborando estrechamente con la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) desde que comenzó el brote de COVID-19 para prevenir las enfermedades zoonóticas en todos los sectores afectados.

La OMS se compromete a trabajar con todos los países para encontrar soluciones específicas que pongan fin a la transmisión garantizando al mismo tiempo la prestación continuada de los servicios sanitarios esenciales y mitigando las consecuencias sociales y económicas de la pandemia.

Solo podremos controlar esta pandemia trabajando juntos.

Esta labor no solo debe realizarse en los niveles internacional y nacional, sino también en el nivel comunitario.

Me han llegado varias noticias positivas.

Esta semana tuve el honor de hablar con dirigentes del grupo de países ASEAN más tres.

Como resultado de su experiencia con el SARS y la gripe aviar, esos países han establecido medidas y sistemas que ahora les están ayudando a detectar la COVID-19 y responder a ella.

En África, la gente se está movilizando.

Su prolongada experiencia en la gestión de enfermedades como el VIH y la tuberculosis hace que algunos países ya dispongan de los conocimientos expertos, la infraestructura de laboratorios y las redes de agentes comunitarios de salud que serán cruciales para contener la COVID-19.

También vemos que hay grupos comunitarios en barrios pobres que están instalando puestos de lavado de manos, repartiendo jabón, lejía y gel desinfectante para las manos y combatiendo activamente la información errónea.

Otros países están trabajando en el cribado proactivo, instalando puestos de lavado de manos en los nudos de transporte, creando centros de atención telefónica y lanzando campañas de concienciación con la participación de personas famosas.

La semana pasada pusimos en marcha el Grupo de Tareas de las Naciones Unidas para la Cadena de Suministro junto con el Programa Mundial de Alimentos y otros asociados dentro y fuera de las Naciones Unidas.

Esta cadena de suministro de emergencia está diseñada para cubrir más del 30% de las necesidades mundiales en la fase aguda de la pandemia.

Contará con centros en ocho países y desplegará 16 Boeing 747 y aviones de carga de tamaño medio, así como aviones de pasajeros.

Cada mes transportaremos millones de artículos, que abarcarán equipos de protección personal, respiradores, equipo de laboratorio y suministros de oxigenoterapia, además de personal médico y técnico.

El primer vuelo solidario despegó el pasado martes, y le seguirán otros.

Hoy tengo el gusto de dar la bienvenida a Amer Daoudi, Director de Logística y Compras de Alimentos del Programa Mundial de Alimentos.

Estamos colaborando muy estrechamente con mi buen amigo David Beasley. Muchas gracias, Amer, y muchas gracias al Programa Mundial de Alimentos por vuestro apoyo y colaboración.

El PMA estima que necesitará aproximadamente US$ 280 millones tan solo para costear el almacenamiento y transporte de los suministros. La compra de los suministros supondrá un costo mucho mayor.

Instamos a los donantes a prestar su apoyo a este sistema de vital importancia y al Programa Mundial de Alimentos.

Todos estamos juntos en esto, y solo tendremos éxito juntos.

Muchas gracias.