Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
El domingo salí de Ucrania, donde junto a mi Director Ejecutivo, el Dr. Mike Ryan, y otros colegas de la OMS vimos de primera mano hospitales bombardeados, hablamos con el personal de salud y conocimos a pacientes físicamente heridos y mentalmente agotados.
Nos reunimos con el Primer Ministro, el Ministro de Sanidad y otros funcionarios y comprobamos su compromiso con la salud a pesar de las difíciles circunstancias que atraviesan.
Les dijimos que la OMS seguiría haciendo todo lo necesario para apoyar al pueblo de Ucrania.
Agradecimos la labor que realizan los colegas de la OMS que se encuentran sobre el terreno y trabajan sin descanso para hacer llegar los suministros que salvan vidas a quienes más los necesitan.
Algunos de nuestros trabajadores ucranianos han perdido a sus seres queridos y sus propios hogares, pero han seguido trabajando para atender las necesidades de salud del pueblo de Ucrania.
Rendimos homenaje a todos y cada uno de ellos.
La OMS sigue entregando suministros y equipo médico para traumatismos y emergencias.
Visitamos los almacenes de Rzeszow y Lviv y tuvimos el honor de entregar veinte ambulancias al Viceministro de Salud, diseñadas para funcionar incluso en las zonas más dañadas e inaccesibles.
Para apoyar nuestra labor, la OMS ha hecho un llamamiento actualizado de casi US$ 150 millones, en el que se indican los recursos que necesitamos para Ucrania y los países de acogida y destino de los refugiados hasta agosto.
Agradecemos a los que ya han contribuido, pero seguimos teniendo un déficit de financiación de US$ 100 millones.
Estos fondos ayudarán a que seis millones de personas tengan acceso a servicios esenciales de salud, incluida la atención traumatológica.
Pero a pesar de todo lo que está haciendo la OMS, ahora mismo no puede cubrir todas las necesidades de la población de Ucrania.
Lo que Ucrania necesita más que nada es la paz.
Así que, de nuevo, exigimos a la Federación de Rusia que detenga esta guerra.
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La situación de Ucrania también me hizo pensar en cómo sería crecer en la guerra.
Los olores, los sonidos y los recuerdos que se guardan bajo llave porque, siendo sinceros, son demasiado difíciles de olvidar.
La guerra es un verdadero infierno. Hace que todo sea peor y que el desarrollo sea poco menos que imposible.
Por el contrario, la paz es el fundamento de todo lo positivo.
Lamentablemente, en Tigray (Etiopía), las personas están sufriendo debido a uno de los bloqueos más largos de la historia.
Hace siete semanas se pidió una tregua, pero todavía no llegan suficientes suministros a la región.
Solo un convoy de 17 camiones de ayuda humanitaria pudo cruzar a Tigray la semana pasada, llevando alimentos y suministros de agua y saneamiento.
Los suministros actuales de alimentos son demasiado escasos para mantener la vida.
El sistema de salud se ha colapsado.
Las personas se están muriendo de hambre y no debemos olvidar que se trata de algo intencionado.
La situación es tan grave que los periodistas ni siquiera pueden acceder a la región, lo que impide que el mundo vea lo que está ocurriendo.
Pido a los gobiernos de Etiopía y Eritrea que pongan fin al asedio ahora, que lleven suministros a la región de forma regular y continuada, y que trabajen por la paz.
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En Yemen, estamos asistiendo a un aumento de la inseguridad alimentaria, con focos de hambruna como consecuencia del conflicto, crisis económicas, reducción de la financiación humanitaria, menor acceso a los servicios básicos esenciales, y el impacto directo derivado de la situación en Ucrania.
En el Sahel y el Cuerno de África, también estamos constatando la existencia de inseguridad alimentaria provocada por los conflictos.
Seguimos pidiendo la paz para la salud y la salud para la paz en todo el mundo.
Hay demasiadas vidas que se están perdiendo ahora mismo a causa de una crisis multidimensional que está empeorando cada vez más y necesitamos un verdadero liderazgo en todo el mundo para trabajar colectivamente en favor de la paz.
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En cuanto a la COVID-19, el aumento de los casos en más de 50 países pone de manifiesto la volatilidad que presenta este virus.
Las subvariantes están propiciando un importante aumento de los casos. Al menos por el momento, las hospitalizaciones y las muertes no están creciendo tan rápidamente como en oleadas anteriores.
Ómicron, en concreto la BA.4 y la BA.5, está impulsando el auge en Sudáfrica, mientras que la BA.2 es la que predomina en todo el mundo.
La inmunidad relativamente alta de la población gracias a la vacunación y a las oleadas anteriores está manteniendo las tasas de hospitalización y mortalidad por COVID-19 a un nivel comparativamente bajo en relación con las oleadas anteriores.
Pero este hecho no está garantizado en los lugares donde la cobertura de vacunación es baja.
Con este panorama, la Cumbre Mundial sobre la COVID-19, copatrocinada por el Presidente Biden este jueves, es otra oportunidad para concentrar los esfuerzos en la tarea que tenemos por delante.
Nuestra tarea es prepararnos para lo peor con el objetivo de que los países estén en la mejor posición para responder a lo que venga.
Los peores escenarios para la COVID-19 incluyen la existencia de una variante que eluda la inmunidad actual, se transmita más fácilmente y/o cause una mayor mortalidad.
Los científicos sudafricanos han insistido en que la vacunación es la clave para mitigar la próxima oleada de COVID-19.
Estamos de acuerdo y la OMS sigue defendiendo que todos los países deben esforzarse por alcanzar el 70% de vacunación, empezando por vacunar y administrar dosis de refuerzo a los más vulnerables.
Sí, es una tarea difícil. Y es verdad, algunos países no lo conseguirán a mediados de 2022.
Pero si eliminamos las prioridades en función de estos factores, correremos el riesgo de que se produzcan oleadas de defunción que pueden colapsar los sistemas de salud y provocar un mayor retroceso en todas las demás cuestiones de salud.
Esta pandemia no ha terminado y necesitamos que todos los líderes den un paso adelante y se refuerce la inmunidad de la población y se trabaje colectivamente para hacer llegar las pruebas, los tratamientos y las vacunas a las poblaciones del último tramo.
La vacunación es la mejor manera de salvar vidas, proteger a las comunidades y a los sistemas de salud y minimizar los casos de afección post COVID-19 o COVID persistente.
La COVID persistente tiene efectos devastadores y debilitantes en las personas (tanto jóvenes como mayores), las comunidades y las economías.
Los gobiernos deben tomárselo en serio y ofrecer una atención integral, apoyo psicosocial y bajas laborales a los pacientes que la padecen.
La OMS sigue colaborando con asociados y grupos de pacientes para acelerar la investigación y establecer las mejores prácticas clínicas, en particular las relativas a la rehabilitación.
Animamos a los Estados Miembros, los establecimientos de salud y las redes de investigación que trabajan en el ámbito de la COVID persistente a que contribuyan a la plataforma de datos clínicos de la OMS con el fin de comprender mejor esta afección y proporcionar orientación basada en pruebas para apoyar a quienes la padecen.
La vacunación puede ayudar a mitigar los efectos de la COVID persistente y es otra razón de peso para que la gente se vacune y los Estados Miembros no se den por vencidos.
La OMS también espera que se produzcan avances en la Cumbre Mundial sobre la COVID-19 para que los antivirales, como el nirmatrelvier o el ritonavir, y las pruebas se repartan equitativamente en todo el mundo.
Nos sigue preocupando que los países de ingresos bajos y medianos sigan sin poder acceder a los antivirales y que las pruebas disminuyan rápidamente en muchos lugares.
La OMS está trabajando muy estrechamente con los asociados del Acelerador ACT en la obtención de contratos que puedan aumentar la disponibilidad y la asequibilidad.
Y hay cuatro áreas clave para mejorar el acceso que pedimos a Pfizer que nos ayude a cumplir.
Primero, es necesario aumentar el alcance geográfico de la concesión de licencias que Pfizer firmó con el Medicines Patent Pool.
Actualmente, demasiados países, entre ellos la mayor parte de América Latina, no pueden acceder a este medicamento.
Segundo, los precios de los medicamentos deben ser asequibles para los países y transparentes.
Tercero, no debe haber requisitos contractuales adicionales que obstaculicen o retrasen el acceso a nivel nacional. Los retrasos se pagan con vidas.
Cuarto, seguir apoyando el aumento de la fabricación de genéricos en todo el mundo para poder incrementar rápidamente el suministro.
Por último, en la Cumbre Mundial sobre la COVID-19, los líderes deben acordar poner fin al estancamiento existente en la Organización Mundial del Comercio sobre la exención temporal de la propiedad intelectual de las herramientas contra la COVID-19.
La semana pasada calculamos que casi 15 millones de personas han muerto ya de COVID-19, ¿estamos esperando a que se produzca una pandemia aún peor para activar la exención?
Fadela, le devuelvo la palabra.
Clausura:
Quisiera terminar diciendo que este viernes tendrá lugar la ceremonia de entrega de premios de la tercera edición del Festival de Cine «Salud para Todos» que organiza la OMS.
Y cada año es más grande y mejor.
Este año se han presentado más de 1020 obras y una increíble variedad de cortometrajes que reflejan los retos y las soluciones para acceder a servicios de salud de calidad.
Este año, el jurado estuvo compuesto por Sharon Stone, Emilia Clarke, Mia Maestro Eddie Ndopu y muchos más.
Espero que puedan acompañarnos el viernes a las 17.00 horas de Ginebra para disfrutar de las maravillosas películas.