Alocución de apertura del Director General de la OMS en la rueda de prensa de la OMS celebrada el 23 de marzo de 2022

23 de marzo de 2022

Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

El número de casos de COVID-19 sigue aumentando en todo el mundo, impulsado por grandes brotes en Asia y una nueva oleada en Europa.   

En varios países se están registrando las tasas de mortalidad más altas desde que comenzó.  

Esto refleja la velocidad a la que se está propagando la variante ómicron y el mayor riesgo de muerte que corren quienes no están vacunados, sobre todo si se trata de personas mayores.

Todos queremos dejar atrás la pandemia. Pero, por mucho que lo deseemos, esta pandemia no ha terminado.  

Hasta que no alcancemos una alta cobertura de vacunación en todos los países, seguiremos expuestos a que aumenten las infecciones y a que surjan nuevas variantes resistentes a las vacunas.   

Mientras algunos países de altos ingresos proponen ya una segunda dosis de refuerzo, un tercio de la población mundial sigue vacunar.

Pero hay algunos indicios alentadores.

En Nigeria, por ejemplo, la administración de las vacunas aumentó drásticamente cuando se estabilizó el suministro y se planificó cómo distribuirlas eficazmente.

El objetivo de la OMS sigue siendo que un 70% de la población en cada país esté vacunada a mediados de este año, dando prioridad a los trabajadores de la salud, las personas mayores y otros grupos de riesgo.

Alcanzar ese objetivo es vital para salvar vidas, prevenir el riesgo de que la COVID se prolongue, proteger los sistemas de salud y mejorar la inmunidad de la población.

También siguen siendo esenciales otras herramientas, como las pruebas, la secuenciación o el rastreo de contactos, y es fundamental que los países no desatiendan las capacidades que han desarrollado en los dos últimos años.

La OMS sigue apoyando a los países con las herramientas que necesitan.

Una de esas herramientas es Go.Data, una aplicación desarrollada por la OMS y sus asociados para rastrear contactos y gestionar datos que ayuda a los equipos de respuesta a rastrear los brotes en tiempo real.

Go.Data es gratuita y compatible con dispositivos móviles, puede utilizarse sin necesidad de estar conectado y se adapta fácilmente a distintos brotes y lugares.

Se utilizó por primera vez durante los brotes de ébola en la República Democrática del Congo y Uganda, y de difteria en Bangladesh.

Cuando estalló la pandemia, muchos países se dieron cuenta de que los antiguos métodos de rastreo de contactos no eran adecuados.

Hasta la fecha, 65 países han utilizado Go.Data. Es un buen ejemplo de un elemento de la respuesta a la COVID que servirá ahora para reforzar los sistemas de salud.

Por ejemplo, el Brasil lo ha utilizado para la COVID y actualmente lo utiliza también para rastrear el sarampión.

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Pasemos ahora a Ucrania.

Hace ahora un mes que la Federación de Rusia invadió Ucrania. Casi 10 millones de personas, aproximadamente una cuarta parte de la población ucraniana, se han visto obligadas a desplazarse.

La situación humanitaria sigue deteriorándose en muchas partes del país, y es crítica en los distritos de Mariupol y Bucha.

La interrupción de los servicios y los suministros en toda Ucrania entraña un riesgo extremo para las personas con enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes, VIH y tuberculosis, que son algunas de las principales causas de mortalidad del país. 

Los desplazamientos, la precariedad de los refugios y el hacinamiento provocados por el conflicto también están aumentando el riesgo de enfermedades como el sarampión, la neumonía y la poliomielitis, así como el riesgo de COVID-19. 

Hasta ahora, la OMS ha distribuido unas 150 toneladas métricas de suministros médicos.

Hemos establecido vías de suministro desde nuestro almacén de Lviv a numerosas ciudades ucranianas, aunque el acceso a muchas partes del país sigue bloqueado. 

La falta de seguridad ha impedido enviar un convoy humanitario a Mariupol.

Nuestra capacidad para prestar ayuda que salve vidas sigue estando limitada por graves problemas de liquidez.

Hasta la fecha, la OMS solo ha recibido 9,6 millones de dólares de los 57,5 millones de dólares que pedimos para los tres próximos meses.  

Agradecemos a Noruega, a Suiza y al Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia de las Naciones Unidas su generosidad, pero seguimos enfrentándonos a un enorme déficit de financiación que nos impide distribuir suministros médicos que se necesitan con urgencia.

Instamos a los donantes a que atiendan rápidamente estas necesidades urgentes.

La OMS ha confirmado ya 64 ataques a servicios de salud desde el comienzo de la guerra, y estamos tratando de verificar otros ataques.

Los ataques contra los servicios de salud deben cesar. Los servicios y establecimientos de salud y los trabajadores de la salud no deben ni deberían convertirse nunca en un objetivo.

También nos preocupa la integridad y el funcionamiento seguro de las instalaciones nucleares y químicas.  

La OMS está colaborando con el Organismo Internacional de Energía Atómica, y seguimos pidiendo a todas las partes que reduzcan al mínimo el riesgo de que se produzca un accidente nuclear o químico que podría tener consecuencias catastróficas para la salud humana.

Seguimos instando a la Federación de Rusia a que ponga fin a guerra.

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Aunque el mundo entero está pendiente, y con razón, de lo que sucede en Ucrania, es importante que no perdamos de vista otras muchas crisis que sufren otras poblaciones.  

La semana pasada hablé del desastre humanitario en Tigray, y señalé que la OMS seguía esperando autorización para enviar otras 95 toneladas métricas de suministros médicos.  

Desde entonces, ya se ha recibido la autorización para proceder. Si conseguimos enviarlos de forma segura, estos suministros ayudarán a personas que los necesitan desesperadamente, pero queda mucho más por hacer.

Los suministros sanitarios distribuidos hasta el momento apenas cubren el 4 % de las necesidades de Tigray, es decir, una proporción insignificante.

La región lleva casi 500 días sitiada y la escasez de combustible y alimentos es grave. La gente se está muriendo de hambre. De hecho, es más importante hacerles llegar alimentos que medicinas.

Seguimos instando a Etiopía y Eritrea a que pongan fin al bloqueo.

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A principios de esta semana tuve el honor de asistir a la Cumbre sobre la dracunculosis celebrada en Abu Dabi.  

Aunque en los países de ingresos altos esta enfermedad es prácticamente desconocida, la dracunculosis lleva miles de años asolando África, Oriente Medio y Asia.

Pero gracias a una alianza entre la OMS, el Centro Carter y otros asociados, la erradicación de esta vieja enfermedad está ahora al alcance de la mano.

Se estima que en el decenio de 1980 hubo 3,5 millones de casos de dracunculosis en todo el mundo, mientras que el año pasado apenas se registraron 15.

Actualmente, la dracunculosis solo sigue siendo endémica en cinco países africanos.

En la Cumbre sobre la dracunculosis celebrada esta semana en Abu Dabi, los Ministros de Salud de esos países se reunieron para comprometerse a adoptar las medidas necesarias para erradicar esta enfermedad de aquí a 2030.  

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Por último, mañana es el Día Mundial de la Tuberculosis.  

La tuberculosis mata a más de 1,5 millones de personas cada año.

Para la OMS, acabar con esta enfermedad incapacitante sigue siendo una prioridad, y en los últimos años hemos logrado avances prometedores.    

Desde el año 2000, más de 66 millones de personas han podido recibir servicios de tratamiento de la tuberculosis.

Sin embargo, los trastornos asociados a la pandemia de COVID-19 han echado a perder varios años de progreso. Y la guerra en Ucrania también está poniendo en peligro los avances logrados en ese país.

Por primera vez en más de una década, la OMS ha informado de un aumento de las muertes por tuberculosis.

Se trata de una tendencia muy peligrosa que debemos detener. Hacemos un llamamiento a todos los países para que inviertan en mejorar el acceso a herramientas eficaces contra la tuberculosis y en nuevas herramientas para acabar con esta enfermedad.

Christian, le devuelvo la palabra.