Alocución de apertura del Director General de la OMS en la conferencia de prensa de la OMS celebrada el 30 de marzo de 2022

30 de marzo de 2022

Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

Hoy la OMS publica nuestro Plan Estratégico de Preparación, Disposición Operativa y Respuesta frente a la COVID-19 actualizado.

Este es nuestro tercer plan estratégico para la COVID-19, y podría y debería ser el último. 

El Plan presenta tres escenarios posibles para la evolución de la pandemia a lo largo de este año.

Según lo que sabemos hasta ahora, el escenario más probable es que el virus continúe evolucionando, pero que la gravedad de la enfermedad que causa disminuya con el tiempo a medida que aumenta la inmunidad obtenida por vacunación o contagio.

Pueden producirse picos periódicos en el número de casos y muertes a medida que disminuye la inmunidad, y esto podría requerir la administración periódica de dosis de refuerzo a los grupos de población vulnerables.

En el mejor escenario, podrían aparecer variantes que causan una enfermedad menos grave y no sería necesario administrar dosis de refuerzo ni desarrollar nuevas formulaciones de vacunas.

En el peor de los escenarios, aparecería una variante más virulenta y altamente transmisible. Ante esta nueva amenaza, la protección frente a la enfermedad grave y la muerte, obtenida por vacunación o por contagio previo, disminuiría rápidamente.

Para responder a esta situación, sería necesario modificar considerablemente las vacunas actuales y asegurarse de que llegan a las personas con mayor riesgo de enfermar gravemente.

Entonces, ¿qué hacer para avanzar y poner fin a la fase aguda de la pandemia este año?

Es necesario que los países inviertan en cinco componentes clave:

Primero, vigilancia, laboratorios e inteligencia en salud pública;

segundo, vacunación, medidas sociales y de salud pública, y participación de las comunidades;

tercero, atención clínica de la COVID-19 y sistemas de salud resilientes;

cuarto, investigación y desarrollo, así como acceso equitativo a herramientas y suministros; y

quinto, coordinación para adaptar la respuesta a medida que la situación de emergencia da paso a una situación de manejo a largo plazo de enfermedades respiratorias.

Disponemos de todas las herramientas necesarias para controlar esta pandemia: podemos prevenir la transmisión del virus con el uso de máscaras, el distanciamiento físico, la higiene de las manos y la ventilación de los espacios;

y podemos salvar vidas velando por que todas las personas tengan acceso a pruebas diagnósticas, tratamientos y vacunas.

El acceso equitativo a las vacunas continúa siendo la herramienta más poderosa que tenemos para salvar vidas.

El objetivo de vacunar al 70% de la población de cada país sigue siendo vital para controlar la pandemia, y se debe dar prioridad a los trabajadores de la salud, las personas mayores y otros grupos de riesgo.

Y he de decir que me resulta sorprendente que algunos miembros de la comunidad mundial de la salud piensen que el objetivo del 70% ya no es importante.

Muchos países de ingresos altos y medios han alcanzado este objetivo, y han constatado una disociación entre casos y muertes.

A pesar de que algunos países de altos ingresos ya están administrando la cuarta dosis a sus poblaciones, un tercio de la población mundial todavía no ha recibido una sola dosis, incluido el 83% de la población de África.

Desde mi punto de vista, esto no es aceptable, y no debería serlo para nadie.

Si los habitantes de los países ricos del mundo disfrutan de los beneficios de una alta cobertura de vacunación, ¿por qué no deberían hacerlo los pobres del mundo? ¿Acaso algunas vidas valen más que otras?

Incluso mientras seguimos dando respuesta a la pandemia, la OMS está implantando nuevas medidas para ayudar a mantener el mundo a salvo contra futuras pandemias.

Hoy presentamos una nueva estrategia para ampliar la vigilancia genómica a nivel mundial de los patógenos con potencial epidémico y pandémico. 

Y mañana pondremos en marcha una nueva estrategia mundial contra los arbovirus —la familia de virus que se propaga por los mosquitos, que incluye el dengue, el zika, el chikunguña y la fiebre amarilla, y que supone una amenaza para más de la mitad de la población mundial—.

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En cuanto a la situación en Ucrania.

La OMS continúa trabajando con asociados locales e internacionales para entregar suministros médicos en las áreas más afectadas por la guerra en toda Ucrania.

Hasta la fecha la OMS ha entregado alrededor de 160 toneladas métricas de suministros.

Continuamos exigiendo garantías de un paso seguro para la entrega de suministros a Mariúpol y a otras ciudades asediadas.

También hemos publicado directrices para las donaciones, que incluyen una lista de suministros críticos que requieren apoyo con urgencia.

Nos indigna profundamente ver cómo los ataques continúan contra los servicios de atención médica.

Desde el inicio de la invasión por parte de la Federación de Rusia, se han producido 82 ataques contra los servicios de atención médica, que han ocasionado como mínimo 72 muertos y 43 heridos, incluidos pacientes y trabajadores de la salud.

Los ataques contra los servicios de atención médica constituyen una violación del derecho internacional humanitario, y deben cesar de forma inmediata.

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En cuanto a la situación en Afganistán.

Esta semana participo en dos reuniones en Catar que persiguen aliviar el sufrimiento del pueblo de Afganistán.

Ayer participé en una reunión convocada por la OMS y UNICEF para debatir la forma en que abordar las necesidades de salud de Afganistán.

Y mañana pronunciaré un discurso en el Evento de Promesas de Contribuciones de Alto Nivel sobre el apoyo a la respuesta humanitaria en Afganistán.

Más de 24 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria este año.

Se enfrentan al desplazamiento, la sequía, la inseguridad alimentaria y la desnutrición, la COVID-19, y muchos otros desafíos para la salud.

El año pasado el conflicto causó graves alteraciones en los servicios de salud esenciales y un éxodo importante de trabajadores de la salud.

Las mujeres y las niñas corren un mayor riesgo –debido a la falta de acceso a los servicios de salud y a la falta de acceso a la educación.

La decisión de la semana pasada de prohibir la escolarización de las niñas es muy preocupante.

La OMS permanece sobre el terreno y continúa comprometida con la protección y la promoción de la salud del pueblo de Afganistán.

Necesitamos que los donantes hagan lo mismo. Invertir en la salud y la educación de Afganistán es una inversión en el futuro de personas que han sufrido mucho.

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Y por lo que se refiere a Etiopía.

Celebramos la declaración de la semana pasada de una tregua humanitaria en Tigray, y esperamos que esta conduzca a un rápido restablecimiento de los servicios públicos, que incluya la electricidad, las comunicaciones, la banca y los servicios de atención médica.

Sin embargo, ya ha transcurrido una semana desde que se anunció la tregua, pero todavía no se ha permitido la entrada de alimentos en Tigray. Cada hora importa cuando las personas se están muriendo de hambre.

Desde mediados de diciembre no ha llegado ningún alimento y desde agosto del año pasado casi no se ha entregado combustible.

El asedio de 6 millones de personas en Tigray por parte de las fuerzas eritreas y etíopes durante más de 500 días es uno de los más largos de la historia moderna.

Mantener la respuesta de la OMS a todas estas emergencias, desde la pandemia de COVID-19 hasta los conflictos en Ucrania, Afganistán, Etiopía y otros lugares, requiere la generosidad de los donantes.

En el marco del Llamamiento de Emergencia de Salud Mundial de la OMS para 2022 se necesitan US$ 2700 millones para salvar vidas y aliviar el sufrimiento en todo el mundo.

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Por último, permítanme acabar con buenas noticias.

La pandemia de COVID-19 ha demostrado la importancia de que todos los países dispongan de un suministro fiable de vacunas y medicamentos seguros y de calidad garantizada, respaldado por un regulador nacional fuerte.

Ayer la OMS otorgó a los organismos de reglamentación de productos médicos de Egipto y Nigeria el nivel de madurez 3.

Esto significa que dichos reguladores muestran un buen rendimiento en relación con un conjunto de 260 indicadores, desde la autorización de medicamentos y vacunas, hasta las pruebas, la vigilancia del mercado y la capacidad de detectar eventos adversos.

Egipto y Nigeria se unen a Ghana y Tanzania como países africanos que disponen de sistemas regulatorios estables y que funcionan adecuadamente, y en la actualidad hay muchos otros reguladores que están siendo evaluados en todas las regiones.  

Alcanzar este nivel requiere una inversión importante y felicitamos a los gobiernos que están colaborando con la OMS por su compromiso, incluido Singapur, país que obtuvo el nivel de madurez 4 el mes pasado.

Estas evaluaciones son un típico ejemplo de buena parte de la labor que desempeña la OMS: no ocuparán grandes titulares en la prensa, pero marcan un antes y un después en cuanto a la capacidad de un país para suministrar productos médicos que son seguros, eficaces y que cumplen las normas internacionales de calidad.

Christian, le devuelvo la palabra.