Dr. Gitahi,
Dr. Nkengasong,
Dra. Moeti,
Sra. Merab,
Distinguidos invitados, mis queridos hermanos y hermanas:
Quiero dar las gracias al Comité de Coordinación de la Conferencia internacional sobre la agenda de salud en África 2021 (AHAIC 2021) y a AMREF Salud África por este gran honor.
Lo acepto con una mezcla de orgullo y humildad, no solo en mi nombre, sino en el de todos mis colegas de la OMS, que trabajan cada día, a veces en situaciones difíciles y peligrosas, para proteger y promover la salud de la población mundial.
Mañana se cumple un año desde que dije que la propagación de la COVID-19 podía calificarse de pandemia.
Desde que se notificaron los primeros casos en Wuhan en la Nochevieja de 2019, la OMS ha trabajado día y noche para advertir al mundo y ofrecer a los países las estrategias, orientaciones y herramientas que necesitaban para prepararse, prevenir, detectar y responder frente a la propagación de este nuevo virus.
Y el 30 de enero del año pasado, declaré que la propagación del nuevo coronavirus constituía una emergencia de salud pública de importancia internacional, el nivel más alto de alarma según el derecho internacional.
En ese momento, fuera de China había menos de 100 casos de COVID-19 y ninguna muerte.
Una de las cosas que todavía tenemos que entender es por qué algunos países tomaron medidas ante esa advertencia, mientras que otros fueron más lentos en reaccionar.
Nuestro lema a lo largo del pasado año ha sido ciencia, soluciones y solidaridad.
Hemos impulsado el avance científico al reunir a miles de expertos para que analicen la creciente base de datos científicos y la traduzcan en orientaciones concretas, y para que establezcan una hoja de ruta en materia de investigación que permita colmar las lagunas de nuestro conocimiento.
Hemos dado a los países las soluciones que necesitan enviando cientos de millones de productos médicos esenciales por todo el mundo, y hemos impartido formación gratuita en línea en 50 idiomas.
Y hemos trabajado día y noche para promover la solidaridad.
La pandemia nos ha enseñado que pese a todo lo que nos hace diferentes, somos una sola humanidad.
Compartimos el mismo ADN, el mismo planeta, las mismas esperanzas, sueños y miedos.
La COVID-19 se nutre de la división, pero unidos podemos derrotar la enfermedad.
En última instancia, la historia nos juzgará no por cómo acabemos con la pandemia, sino por lo que aprendamos, lo que cambiemos y el mundo que dejemos a nuestros hijos.
Gracias una vez más por este gran honor.