El paludismo y la pandemia de COVID-19

25 de agosto de 2020 | Questions and answers

La OMS hace un seguimiento continuo de la pandemia de COVID-19 y contribuye en todo momento a hacerle frente. Las preguntas y respuestas que figuran a continuación se irán actualizando a medida que se sepa más sobre el nuevo coronavirus, la forma en que se propaga y cómo está afectando a las intervenciones contra el paludismo en todo el mundo.

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Se han notificado casos de COVID‑19 en países de todas las regiones de la OMS donde el paludismo es endémico. En la Región de África de la OMS, que soporta más del 90% de la carga mundial de paludismo, se han confirmado más de 1 millón de casos de COVID‑19 desde el comienzo de la pandemia. Los informes más recientes - en inglés  sobre la situación de la pandemia de COVID‑19 están disponibles en el sitio web de la OMS.

En marzo de 2020 se informó de la suspensión de las campañas de utilización de mosquiteros tratados con insecticidas y de fumigación de interiores con insecticidas de acción residual en varios países africanos, debido a la creciente alarma generada por la posible exposición a la COVID-19. La suspensión de esas campañas hará que muchas poblaciones vulnerables, en particular niños pequeños y mujeres embarazadas, corran un mayor riesgo de contraer paludismo.

La OMS alienta encarecidamente a los países a que no suspendan la planificación y la ejecución de las actividades de lucha antivectorial, en particular las campañas de distribución de mosquiteros tratados con insecticidas y de fumigación de interiores con insecticidas de acción residual, y a que presten esos servicios aplicando  las mejores prácticas disponibles para proteger a los profesionales sanitarios y a las comunidades de la transmisión de la COVID-19. Es posible que sea necesario modificar las estrategias de distribución previstas para reducir al mínimo la exposición al coronavirus.

La OMS felicita a los dirigentes de Benin, el Chad, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Malí, el Níger, Sierra Leona y Uganda por haberse comprometido a proseguir con las campañas de distribución de mosquiteros tratados con insecticidas durante la pandemia. Otros países están adaptando sus estrategias de distribución de mosquiteros para garantizar que los hogares reciban los mosquiteros lo antes posible y en condiciones de seguridad.

En colaboración con sus asociados, la OMS ha elaborado una serie de orientaciones para garantizar que las personas que padecen paludismo puedan recibir sin correr riesgos la atención que necesitan en los entornos afectados por la pandemia de COVID-19. La publicación titulada Tailoring malaria interventions in the COVID-19 response (adaptar las intervenciones contra el paludismo en el marco de la respuesta a la COVID-19) incluye orientaciones para prevenir la transmisión de la infección mediante la lucha antivectorial y la quimioprevención, la realización de pruebas de detección, el tratamiento de los casos existentes, la prestación de servicios clínicos, la cadena de suministro y las actividades de laboratorio. El documento se ajusta a las orientaciones más amplias de la OMS (en inglés) sobre cómo mantener los servicios de salud esenciales durante la pandemia.

Sí. La administración de tratamiento preventivo intermitente en el embarazo, la quimioprevención estacional para el control del paludismo y el tratamiento preventivo intermitente en los lactantes deberían mantenerse, siempre que se apliquen las mejores prácticas para la protección de los profesionales sanitarios y de otros trabajadores que combaten la COVID-19 en primera línea. Asegurar el acceso a esos y otros recursos básicos de prevención del paludismo es una estrategia fundamental para reducir la presión sobre los sistemas de salud en el contexto de la lucha contra la COVID-19.

La publicación titulada Tailoring malaria interventions in the COVID-19 response (adaptar las intervenciones contra el paludismo en el contexto de la pandemia de COVID-19), elaborada por la OMS y sus asociados, proporciona orientaciones sobre el modo de administrar terapias preventivas a las mujeres embarazadas y a los niños pequeños de forma que se proteja a los profesionales sanitarios y las comunidades contra una posible transmisión de la COVID-19.

Las orientaciones de la OMS siguen siendo las mismas. Los países no deberían reducir las actividades para detectar y tratar el paludismo; ello perjudicaría gravemente la salud y el bienestar de millones de personas afectadas por una enfermedad potencialmente mortal.

Dado que los signos y síntomas del paludismo y de la COVID-19 pueden ser idénticos (en particular, la fiebre), es preciso adaptar los mensajes de salud pública a los entornos donde el paludismo es endémico para alentar a las personas que tengan fiebre a que acudan a recibir tratamiento con celeridad, en lugar de quedarse en casa; si no se administra tratamiento de forma inmediata, un caso leve de paludismo podría evolucionar rápidamente hacia una forma grave de la enfermedad y causar la muerte.

Además de las estrategias que suelen adoptarse en la lucha antipalúdica, podría ser conveniente adoptar medidas especiales en el contexto de la pandemia de la COVID-19, como el retorno temporal al tratamiento de sospecha del paludismo o el uso de la administración masiva de medicamentos, que han sido eficaces en situaciones de emergencia anteriores.

El tratamiento de sospecha del paludismo consiste en el tratamiento de casos sospechosos de paludismo sin recurrir a la confirmación del diagnóstico (por ejemplo, mediante una prueba de diagnóstico rápido). Esa estrategia suele reservarse para circunstancias extremas, como en el caso en que exista la enfermedad en entornos en los que no sea posible un diagnóstico rápido.

La administración masiva de medicamentos es una estrategia recomendada por la OMS para reducir con celeridad la mortalidad y morbilidad por paludismo durante una epidemia y en situaciones de emergencia complejas. La estrategia consiste en administrar a todas las personas de una población específica medicamentos antipalúdicos, a menudo a intervalos repetidos, con independencia de que presenten o no síntomas de la enfermedad.

Esas medidas especiales únicamente deberían adoptarse tras considerar detenidamente dos objetivos fundamentales: reducir la mortalidad relacionada con el paludismo y garantizar la seguridad de los profesionales sanitarios y las comunidades. La OMS está estudiando la adopción de propuestas concretas sobre cuándo y cómo aplicar esas medidas; las orientaciones pertinentes se publicarán a su debido tiempo.

Todas las consideraciones expuestas anteriormente son pertinentes para los países en los que está desapareciendo el paludismo y para los que tratan de evitar su reaparición: es preciso mantener las actividades destinadas a prevenir, detectar y tratar los casos de paludismo, sin dejar de hacer lo posible para prevenir la propagación de la COVID-19 y garantizar la protección de quienes prestan los servicios conexos. Los países que están a punto de eliminar el paludismo deben proteger sus importantes logros y evitar que la enfermedad rebrote.  Los países que han eliminado el paludismo deben estar muy atentos a cualquier caso importado de la enfermedad que pueda aparecer para evitar su reintroducción.

La experiencia adquirida en brotes de enfermedades anteriores, como en el caso del brote de ebola que se extendió por África occidental entre 2014 y 2016, ha puesto de manifiesto el efecto negativo que esos brotes tienen en la prestación de los servicios de salud y las consecuencias para enfermedades como el paludismo. El brote de ebola que azotó Guinea, Liberia y Sierra Leona entre 2014 y 2016 debilitó la lucha antipalúdica y provocó un aumento espectacular de los casos y las muertes relacionadas con el paludismo en los 3 países.

Una nueva modelización realizada por la OMS - en inglés y sus asociados y publicada el 23 de abril, ha puesto de manifiesto que el número de muertes por paludismo en el África subsahariana podría duplicarse este año si se altera gravemente el acceso a mosquiteros tratados con insecticidas y a medicamentos antipalúdicos por causa de la pandemia de COVID-19. Esas proyecciones confirman que es de suma importancia mantener las actividades de prevención, detección y tratamiento del paludismo durante la pandemia. (Ver la declaración de la OMS)

En todas las regiones deberían adoptarse medidas de protección para reducir al mínimo el riesgo de transmisión de la COVID-19 entre los pacientes, las comunidades y los proveedores de servicios de salud. La OMS y sus asociados han elaborado un conjunto de orientaciones - en inglés sobre cómo mantener en condiciones de seguridad los servicios de prevención y tratamiento del paludismo en entornos afectados por la COVID-19.

Sí. En las últimas semanas se ha informado de interrupciones en las cadenas de suministro de productos esenciales contra el paludismo –como mosquiteros tratados con insecticidas de acción prolongada, pruebas de diagnóstico rápido y medicamentos antipalúdicos– debido al confinamiento y la suspensión de la importación y exportación de productos para hacer frente a la COVID-19. La OMS y sus asociados están colaborando para garantizar la disponibilidad de instrumentos esenciales para combatir el paludismo, en particular en los países con una elevada carga de la enfermedad, y para que los esfuerzos por contener la propagación de la COVID-19 no comprometan el acceso a los servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento del paludismo.

La OMS sigue atentamente los ensayos clínicos en curso que se están realizando para hacer frente a la COVID-19, incluidos los más de 80 estudios sobre el empleo de cloroquina y su derivado, la hidroxicloroquina, para el tratamiento y la prevención de la enfermedad.

Hasta la fecha, no se ha logrado demostrar en tres grandes ensayos controlados aleatorios, incluido el ensayo Solidaridad de la OMS, que el uso de hidroxicloroquina en los pacientes hospitalizados por COVID‑19 prevenga la muerte ni la progresión de la enfermedad. Además, en 3 ensayos con pacientes con un cuadro clínico leve o moderado no se observó que el uso de la hidroxicloroquina previniera de manera significativa la insuficiencia respiratoria. Así pues, cada vez hay más pruebas de que la hidroxicloroquina no es un tratamiento eficaz contra la COVID‑19. Estas pruebas conformarán la base de la próxima actualización de las orientaciones de la OMS sobre el tratamiento de la COVID‑19.

Se están realizando estudios sobre el uso de la cloroquina y de la hidroxicloroquina para no contraer la COVID‑19, en particular las personas que corren un alto riesgo, como los trabajadores de la salud. En la actualidad, no hay pruebas suficientes que permitan determinar la eficacia de ninguno de estos fármacos en la prevención del contagio o de los síntomas de la COVID‑19. 

Por lo que respecta a las emergencias de salud pública, la OMS dispone de un proceso sistemático y transparente de investigación y desarrollo (I+D), incluso para los ensayos clínicos de medicamentos. El plan de I+D de la OMS («R&D Blueprint») para la COVID-19 se puso en marcha el 7 de enero de 2020 y tiene por objeto agilizar la disponibilidad de pruebas, vacunas y medicamentos eficaces que puedan utilizarse para salvar vidas y evitar crisis de gran escala.

Los antipalúdicos más utilizados son a base de artemisinina (un principio activo extraído de la planta Artemisia annua) o sus derivados, combinados con otros fármacos. Hay informes sobre ciertos productos o extractos —como infusiones o productos de herboristería en comprimidos— elaborados a partir de material vegetal procedente de Artemisia que podrían ser eficaces para prevenir o tratar la COVID‑19.

Sin embargo, los datos obtenidos in vitro indican que los compuestos de artemisinina purificados o los productos o extractos de A. annua no tienen un efecto apreciable contra la COVID‑19 a concentraciones inocuas para las personas. Por lo tanto, las pruebas actuales no respaldan el uso de artemisinina o de productos o extractos de A. annua como antivíricos frente a la COVID‑19.

La OMS insta a extremar la precaución en relación con los informes que pregonan la eficacia de esos productos. Como explica la Organización en en una declaración - en inglés, no hay datos científicos que apoyen el uso de formas no farmacéuticas de Artemisia para prevenir o tratar el paludismo. Tampoco hay datos que demuestren que la COVID-19 pueda prevenirse o tratarse con productos elaborados a partir de material vegetal procedente de la Artemisia.   

El Programa Mundial sobre Malaria de la OMS dirige una iniciativa conjunta en colaboración con otros asociados destinada a mitigar los efectos negativos del coronavirus en los países afectados por el paludismo y, en la medida de lo posible, contribuir al éxito de la respuesta a la COVID-19. La labor se está llevando a cabo en estrecha colaboración con colegas radicados en la sede de la OMS, las oficinas regionales y los países.

En marzo de 2020, antes de que la pandemia se hubiera afianzado en África, la OMS hizo un llamamiento urgente para que se mantuvieran los servicios básicos de prevención y tratamiento del paludismo y se protegiera al mismo tiempo a los profesionales sanitarios y a las comunidades contra la transmisión de la COVID-19. Las conclusiones de un estudio de modelización de la OMS y sus asociados, publicado en abril, reforzaron el llamamiento de la Organización a preservar la continuidad de los servicios de lucha contra el paludismo durante la pandemia.

En colaboración con sus asociados, la OMS elaboró una serie de orientaciones técnicas dirigidas a los países sobre el modo de mantener en condiciones de seguridad los servicios de prevención y tratamiento del paludismo en entornos afectados por la COVID-19. La adaptación de las intervenciones contra el paludismo en el contexto de la respuesta a la COVID-19 se ajusta a las orientaciones más generales de la OMS sobre cómo mantener los servicios de salud esenciales durante la pandemia.