Una solución integral y equitativa para el precio de los medicamentos

5 de julio de 2016

Marie-Paule Kieny, Subdirectora General de la OMS para Sistemas de Salud e Innovación

Tras un largo periodo de sequía, la industria farmacéutica de investigación ha puesto en el mercado un aluvión de tratamientos innovadores que pueden prolongar la vida y que generalmente tienen menos efectos colaterales que los antiguos tratamientos. Sin embargo, estos medicamentos no son asequibles para la mayoría de las personas que los necesitan.

Los tratamientos recientes para la hepatitis C y el cáncer (dos enfermedades muy frecuentes) pueden costar desde US$ 50 000 hasta bastante más de US$ 150 000 al año.

Marie-Paule Kieny, Subdirectora General, Sistemas de Salud e Innovación, OMS
Marie-Paule Kieny, Subdirectora General, Sistemas de Salud e Innovación, OMS

Por otro lado, la industria farmacéutica de genéricos está perdiendo interés en fabricar los antiguos medicamentos que ya no están protegidos por patentes porque el precio de mercado se ha reducido tanto que ya no incentiva su producción. El resultado es la reducción de la calidad o la inexistencia de medicamentos.

Dos ejemplos claros son la penicilina benzatínica, antibiótico de elección para algunas infecciones bacterianas, y el metotrexato, utilizado en el tratamiento de las artritis, la psoriasis y algunos cánceres. Su prescripción sigue siendo necesaria, pero a menudo no están disponibles en el sistema de salud.

Estas tendencias recientes representan un doble contratiempo: por un lado, los nuevos medicamentos están fuera del alcance incluso de los países más ricos; por otro, hay una gran escasez de los medicamentos más antiguos.

Precios diferentes en diferentes países

Un estudio publicado en la revista PLOS Medicine a finales de mayo muestra que los precios de dos nuevos medicamentos para la hepatitis C son muy variables según el país, hecho que suscita serias dudas sobre viabilidad de reducir la carga mundial de esta enfermedad.

El estudio revela que, tras los ajustes en función de los tipos de cambio medios de 2015 y del poder de compra, el costo del tratamiento de la totalidad de la población con hepatitis C en cada uno de los 30 países examinados oscilaría entre el 10,5% del gasto farmacéutico total en los Países Bajos y el 190,5% en Polonia.

Algunos gobiernos han encontrado soluciones nacionales para los precios elevados. Por ejemplo, en Australia el Programa de Beneficios Farmacéuticos es el único negociador y comprador de fármacos para el país, y establece precios fijos para los medicamentos.

Otros están buscando soluciones para determinados medicamentos, como el reciente plan de Colombia para aprobar un genérico del antineoplásico imatinib. El precio actual del medicamento de marca para un año de tratamiento es superior al doble de los ingresos per cápita del país.

Otros han puesto en marcha mecanismos para hacer frente a la escasez de fármacos. En los Estados Unidos de América, que viene sufriendo cada vez más desabastecimientos, la autoridad de reglamentación de los alimentos y los medicamentos ha establecido un proceso acelerado de examen para los medicamentos cuyo suministro es escaso, a fin de incentivar a las empresas a que sigan fabricándolos.

Sin embargo, desde el punto de vista de la salud pública mundial, el modo de proceder debe ser integral y sostenible si queremos erradicar las enfermedades infecciosas tratables, afrontar eficazmente el significativo aumento de las enfermedad no transmisibles y crónicas, y atender a la cada vez más numerosa población de personas de edad.

Mecanismos desconocidos de fijación de precios

En medio de la protesta de la población, las luchas políticas y los artículos de los medios de comunicación, nadie parece entender cómo se fijan los precios de los medicamentos. Durante años, las empresas farmacéuticas de investigación han aducido las grandes inversiones de tiempo y recursos necesarias para hacer llegar un fármaco al mercado.

Más recientemente, argumentan que sus medicamentos en realidad ahorran dinero al evitar intervenciones médicas caras, como operaciones quirúrgicas y hospitalizaciones.

Sea cual sea el argumento utilizado, los mecanismos de fijación del precio de productos básicos íntimamente ligados a la salud y a la supervivencia de las personas deben volverse más transparentes, de modo que la comunidad mundial pueda encontrar soluciones eficaces.

Para ello, la OMS tiene previsto reunir a gobiernos, grupos de pacientes y empresas para elaborar un modelo equitativo de fijación de precios que haga asequibles los medicamentos que necesitan los pacientes y mantenga el interés de las empresas en el desarrollo de tratamientos nuevos y mejores y en la producción de genéricos.

Dicho modelo tendrá que girar en torno a una mayor transparencia de la investigación y desarrollo y de la mercadotecnia de la industria farmacéutica, y tendrán que entenderse cuáles son los factores que intervienen en la fijación de precios y los obstáculos con los que se encuentran las empresas para introducir nuevos productos en el mercado.

A finales de 2015 entramos en la era del desarrollo sostenible, con la cobertura sanitaria universal como centro de los esfuerzos mundiales en materia de salud. Eso significa que para 2030, fecha límite para los Objetivos de Desarrollo Sostenible, todos los países deberían ser capaces de proporcionar una cobertura plena con servicios de salud de calidad a la totalidad de su población.

La única forma de que podamos alcanzar este objetivo es mediante un contrato social entre lo público y lo privado, de modo que la innovación y la producción de genéricos pueda responder eficazmente a las necesidades de la salud pública mundial, tanto con respecto a la calidad y eficacia de los tratamientos como a su disponibilidad y asequibilidad.