Su Alteza Real la Princesa Sarah Zeid de Jordania
Dra. Flavia Bustreo, Subdirectora General de la OMS para la Salud de la Familia, la Mujer y el Niño
13 de mayo de 2016
Si le pides a alguien que describa en una palabra lo que entiende por hogar, a menudo la respuesta es «confortable» o «seguro». En cualquier parte del mundo, el hogar es el lugar donde uno anhela estar.

Para casi 60 millones de desplazados internos, refugiados y solicitantes de asilo en todo el mundo, el hogar no es más que una idea lejana. Las emergencias humanitarias y los conflictos les han apartado de todo lo que representaba para ellos el confort y la seguridad.
Las personas más afectadas también son las más vulnerables: las mujeres, los adolescentes y los niños.
En todo el mundo, el riesgo de morir en una catástrofe repentina es 14 veces mayor para las mujeres y los niños que para los hombres. Para aquellos que sobreviven, la vida continúa.
Las mujeres siguen teniendo hijos. Los niños continúan teniendo que ser vacunados y los adolescentes deben tener acceso a la educación y a servicios de salud, en particular la anticoncepción.
Sin embargo, la realidad es diferente. Ya no tienen un hogar y los servicios de salud disponibles, si es que existen, son escasos.
Un reto para la salud de las mujeres y las niñas
Se calcula que 26 millones de mujeres y niñas en edad reproductiva viven en situaciones de emergencia, y todas ellas necesitan servicios de salud.
Los datos de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos sobre 50 Estados frágiles muestran que el riesgo estimado de mortalidad materna a lo largo de la vida en estos países es de 1 por 54, en comparación con 1 por 4000 en los países desarrollados. Más del 60% de las muertes maternas, el 53% de las muertes de niños menores de cinco años y el 45% de las muertes de recién nacidos ocurren en entornos frágiles.

En situaciones de crisis, las mujeres y las niñas a menudo no tienen acceso a servicios de salud básicos, como la planificación familiar y la atención prenatal. Cuando estos servicios están disponibles, con frecuencia se les niega el acceso por falta de documentos jurídicos relativos a su estatus migratorio o a causa de su origen étnico o estado civil, por nombrar algunos motivos de discriminación.
Además, los niveles elevados de violencia sexual o de género en las situaciones de emergencia – las violaciones, las mutilaciones genitales femeninas, los embarazos forzados y los matrimonios de niños – contribuyen a agravar la situación de mala salud, privaciones y exclusión en la que se encuentran las mujeres y las niñas.
Lo que tenemos que hacer es garantizar la protección de la salud y los derechos humanos de las mujeres, los niños y los adolescentes en todas las situaciones de emergencia y en todas partes.
Aunque la supervivencia de las mujeres y los niños ha mejorado gracias a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y la Estrategia Mundial 2010 de Salud de las Mujeres y los Niños del Secretario General de las Naciones Unidas, más del 80% de los países que no alcanzaron los objetivos han sufrido recientemente un conflicto, desastre natural o ambos.
Por desgracia, estas dos iniciativas no han permitido alcanzar los objetivos relativos a la salud de las mujeres y los niños en las emergencias humanitarias.
Ahora sabemos cuáles son las lagunas
El año pasado, los países se comprometieron a velar por que nadie se quede atrás al adoptar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El objetivo de la nueva Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, el Niño y el Adolescente, que está integrada en los ODS y en consonancia con ellos, va más allá de la supervivencia.
«Una de las mejores soluciones es una financiación más flexible desde el comienzo de las emergencias».
Dr Dra. Flavia Bustreo, Subdirectora General de la OMS para la Salud de la Familia, la Mujer y el Niño, y Su Alteza Real la Princesa Sarah Zeid de Jordania
Insta a adoptar medidas transformadoras que proporcionen a las mujeres, los niños y los adolescentes los medios para desarrollarse plenamente y transformar las sociedades en las que vivimos.
Para desarrollarse plenamente, las mujeres y las niñas en edad fecunda que viven en situaciones de emergencia humanitaria necesitan servicios de salud sexual y reproductiva. El primer paso es garantizar que todos los países y asociados humanitarios establezcan el Paquete de Servicios Iniciales Mínimos para la salud reproductiva durante las situaciones de emergencia.
Entre otros servicios, este paquete ofrece atención clínica a las supervivientes de violación, proporciona preservativos para prevenir la transmisión del VIH y garantiza la disponibilidad de asistentes de partería competentes para prevenir la mortalidad materna y neonatal.
Para proporcionar estos servicios, la Estrategia Mundial también pide que se aumente el número de profesionales sanitarios y se recopilen de forma más eficaz los datos sobre las necesidades sanitarias de las mujeres, los niños y los adolescentes en emergencias. Estos mismos servicios sientan las bases para reforzar los sistemas de salud a largo plazo.
De media, la duración de los desplazamientos debidos a la guerra y las persecuciones es de 17 años, por lo que debemos asegurarnos de que todos los niños y adolescentes puedan desarrollar plenamente su potencial durante ese periodo.
Por último, una de las mejores soluciones es una financiación más flexible desde el inicio de las situaciones de emergencia. Si los países de ingresos medios y bajos no pueden acceder a los fondos durante las emergencias, ¿cómo podemos esperar que financien un paquete de servicios de salud que incluya nutrición, agua, saneamiento e higiene?
Si deseamos alcanzar los ODS, debemos centrar nuestra atención en un desarrollo sostenible e incluyente en el que se tenga en cuenta a las mujeres, los niños y los adolescentes en emergencias humanitarias. Es nuestra oportunidad de garantizar que no se deje a nadie atrás.
Todo el mundo merece sobrevivir, desarrollar su potencial y transformarse. La próxima Cumbre Humanitaria Mundial tratará de abordar los retos a los que se enfrenta la humanidad, por lo que representa una oportunidad crítica para que los gobiernos reafirmen su compromiso. La Agenda para la Humanidad debe convertirse en una realidad para todas las mujeres, todos los niños y todos los adolescentes, en todas partes.