Datos y cifras
- Más del 75 % de los cultivos alimentarios del mundo dependen de los polinizadores, que aportan anualmente entre 235 000 y 577 000 millones de dólares de los Estados Unidos a la producción agrícola mundial.
- Más del 50 % de los medicamentos modernos proceden de fuentes naturales. Por ejemplo, algunos antibióticos se obtienen de hongos y hay analgésicos que se elaboran a partir de sustancias vegetales.
- Los bosques albergan el 80 % de la biodiversidad terrestre, absorben aproximadamente 2600 millones de toneladas de dióxido de carbono al año y contribuyen a paliar el cambio climático.
- Las especies exóticas invasoras provocan el 60 % de las extinciones de especies y causan daños económicos en todo el mundo por un valor anual de 423 000 millones de dólares de los Estados Unidos.
- Los ecosistemas sanos proporcionan el 75 % del agua dulce, y los humedales son fundamentales para purificar el agua. Sin embargo, desde 1970 han desaparecido el 35 % de los humedales.
- Los Pueblos Indígenas, que constituyen aproximadamente el 6 % de la población mundial, son partes interesadas importantes y sujetos de derechos en la conservación y gestión sostenible de la biodiversidad. Estos pueblos ocupan más de 38 millones de kilómetros cuadrados de suelo en todo el mundo, donde se encuentra casi el 40 % de todas las áreas protegidas.
Panorama general
La biodiversidad, entendida como la variedad de organismos vivos de todo tipo, es el pilar de la vida en la Tierra. Abarca la diversidad dentro de cada especie, entre especies distintas y entre los ecosistemas, y refleja la riqueza genética de los vegetales, los animales y los microorganismos, así como la complejidad de los ecosistemas.
La salud de los grupos humanos se sustenta en ecosistemas equilibrados que aportan recursos esenciales como aire no contaminado, agua dulce, medicinas naturales y seguridad alimentaria. Además, estos ecosistemas regulan las enfermedades y ayudan a estabilizar el clima. Por ejemplo, los bosques absorben cada año más de 2600 millones de toneladas de CO2 y contribuyen así a regular el clima y a reducir la incidencia de enfermedades asociadas a la contaminación. Sin embargo, la pérdida de biodiversidad se está acelerando a un ritmo sin precedentes. Cerca de un millón de especies están en peligro de extinción, lo cual pone en riesgo recursos vitales y agrava los riesgos para la salud pública en todo el mundo.
Efectos
La biodiversidad es esencial para nuestra supervivencia. Nuestra salud depende de los recursos, productos y beneficios de los ecosistemas (como el agua dulce, los alimentos y las fuentes de combustible; la regulación de plagas y enfermedades de los cultivos; y la regulación de la calidad del aire, el agua y el suelo) necesarios para mantener la salud y la productividad de nuestros medios de vida. Cuando los recursos de los ecosistemas dejan de satisfacer las necesidades de la sociedad, la pérdida de biodiversidad puede dañar directamente la salud. Los cambios en los ecosistemas pueden afectar a los medios de vida, los ingresos y las migraciones a nivel local e incluso pueden provocar o agravar conflictos políticos.
El conocimiento de la biodiversidad de la Tierra permite realizar importantes avances en medicina y farmacología. La diversidad biológica de los microorganismos, la flora y la fauna aporta grandes beneficios a la biología, la farmacología y la medicina, y aporta remedios y medicamentos tradicionales y complementarios.
La pérdida de biodiversidad conlleva también consecuencias económicas significativas, sobre todo en sectores como la agricultura, la ganadería, la pesca y la sanidad. Se calcula que la pérdida de biodiversidad causa pérdidas económicas por un valor de 10 billones de dólares anuales, si se tienen en cuenta el gasto en salud causado por el aumento de la transmisión de enfermedades y las pérdidas en la producción agrícola provocadas por la disminución de polinizadores. Por ejemplo, la reducción de las poblaciones de abejas, que polinizan cultivos cuyo valor supera los 235 000 millones de dólares anuales, pone en peligro la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo.
Amenazas para la biodiversidad y la salud
La pérdida de biodiversidad avanza a un ritmo alarmante. Las estimaciones recientes indican que la extinción de especies es actualmente entre 10 y 100 veces superior a la que ocurriría de forma natural. Ello se debe principalmente a actividades humanas como la deforestación, la fragmentación de hábitats y el cambio climático. La pérdida de especies representa una amenaza para aspectos esenciales de los ecosistemas, como la polinización, la fertilidad del suelo y la purificación del agua, lo que repercute directamente en la salud de las personas. Por ejemplo, la degradación de los humedales ha hecho que se pierda el 35 % de su cobertura mundial desde 1970. Dado que estos ecosistemas filtran el agua dulce, su deterioro ha provocado un aumento de enfermedades transmitidas por el agua y ha reducido la disponibilidad de un recurso necesario para más de 2000 millones de personas.
La degradación de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad se están convirtiendo en problemas de salud importantes. Cuando se alteran los ecosistemas, pueden verse afectados recursos como la calidad del aire, el agua y los alimentos. Además, perdemos recursos naturales valiosos, como especies animales y vegetales, que podrían aportar beneficios para la salud y la medicina que todavía desconocemos.
Sistemas alimentarios sostenibles y saludables
La biodiversidad es la base de la salubridad y la sostenibilidad de los sistemas alimentarios. Influye directamente en la disponibilidad y el valor nutricional de los alimentos, ya que la diversidad de especies vegetales y animales, ecosistemas y recursos genéticos favorece la producción saludable y duradera de alimentos. Garantizar el acceso a alimentos nutritivos y variados en cantidad suficiente es fundamental para proteger la salud.
La nutrición y la biodiversidad están interconectadas a varios niveles, desde los ecosistemas que proporcionan alimentos hasta la diversidad genética dentro de las especies. Esta variedad es necesaria para mantener la riqueza nutricional de los alimentos, lo que incluye la disponibilidad de micronutrientes. Para que nuestra alimentación sea saludable y tomemos suficientes nutrientes, es imprescindible mantener un amplio grado de biodiversidad.
Asimismo, el acervo genético que proporciona la biodiversidad es fundamental para obtener cultivos alimentarios, ganado y especies marinas resistentes y sostenibles, así como para conseguir variedades resistentes a las plagas, las enfermedades y los fenómenos climáticos extremos. El aprovechamiento de este potencial genético mejora la productividad y la capacidad de recuperación en la agricultura y la ganadería, reduce la dependencia de productos químicos y favorece las prácticas sostenibles. De este modo, no solo se mejora la calidad de los alimentos, sino que se contribuye a mantener la salud y el bienestar de la población.
La biodiversidad sustenta procesos ecológicos esenciales de los ecosistemas, como la fertilidad del suelo, el control natural de plagas, la polinización y la regulación del agua. Su conservación en los medios agrarios favorece la sostenibilidad de los sistemas alimentarios y permiten producir alimentos nutritivos con un impacto medioambiental mínimo.
Sin embargo, las prácticas intensivas de producción de alimentos afectan a la nutrición y la salud en todo el mundo. Actividades como el uso excesivo del riego, los fertilizantes y los plaguicidas afectan a la biodiversidad, y la degradación de los hábitats —por ejemplo, por eliminación selectiva de especies como consecuencia de los monocultivos— y la pérdida de especies aumentan la vulnerabilidad, lo que pone de manifiesto la necesidad de adoptar prácticas que respeten la biodiversidad para mantener la seguridad alimentaria y la salud pública.
Investigación en salud y medicina tradicional
La medicina tradicional sigue siendo fundamental para la atención de salud, sobre todo en la atención primaria, y se calcula que la utiliza el 60 % de la población mundial. El tipo de medicina tradicional más extendido es la fitoterapia. Las plantas medicinales, que se obtienen mediante cultivo o recolección silvestre, brindan a las comunidades y los pueblos indígenas productos naturales con fines medicinales, culturales e incluso nutricionales.
Enfermedades infecciosas
Las actividades humanas alteran la biodiversidad y los ecosistemas, afectando a su estructura y sus funciones. La deforestación, los cambios en los usos del suelo, la pérdida y fragmentación de hábitats, el crecimiento demográfico, el cambio climático, la contaminación, las especies exóticas invasoras, las migraciones y el comercio, entre otros factores, influyen en la dinámica de las enfermedades. Estas alteraciones modifican la presencia de organismos, la dinámica de las poblaciones y las interacciones entre especies, lo que, a largo plazo, repercute en las enfermedades infecciosas. El aumento del contacto entre la flora y la fauna silvestres, el ganado y el ser humano conlleva un mayor riesgo de transmisión de enfermedades.
La biodiversidad influye de manera decisiva en la regulación de las enfermedades, ya que permite mantener el equilibrio de los ecosistemas y evitar que una especie predomine sobre las demás. Gracias a este equilibrio, se limita la propagación de zoonosis, es decir, las enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos. Según estudios recientes, más del 75 % de las nuevas enfermedades infecciosas, como el ébola o la infección por el virus de Nipah, son de origen zoonótico y suelen surgir en zonas donde la deforestación o los cambios en los usos del suelo han alterado los ecosistemas y los hábitats. Al mantener la biodiversidad, los ecosistemas protegen a los seres humanos de los riesgos de exposición a reservorios de enfermedades.
Cambio climático
El clima es un elemento esencial de los ecosistemas, y los cambios en las condiciones climáticas en los ecosistemas terrestres, acuáticos y marinos afectan directa e indirectamente a la salud de las personas.
La biodiversidad también se ve influida por la variabilidad y los cambios en el clima y por los fenómenos meteorológicos extremos (como las sequías y las inundaciones, entre otros) que repercuten directamente en la salud de los ecosistemas, la productividad y la disponibilidad de bienes y recursos de los ecosistemas para uso humano. La acidificación de los océanos, que guarda relación con las concentraciones de carbono en la atmósfera, afecta a la biodiversidad marina. A largo plazo, los cambios en el clima inciden en la viabilidad y la salud de los ecosistemas y provocan cambios en la distribución de especies animales y vegetales, patógenos e incluso los asentamientos humanos. A la hora de hacer frente a estos cambios, cada vez se tienen más en cuenta los enfoques basados en los ecosistemas —también denominados «soluciones basadas en la naturaleza»—, que pueden atenuar los efectos del cambio climático en la biodiversidad y la salud humana y facilitar la adaptación a sus efectos.
Los ecosistemas, como los bosques y los humedales, funcionan como sumideros naturales de carbono que absorben CO2 y regulan las temperaturas del planeta. La destrucción de estos ecosistemas acelera el cambio climático, lo que provoca un aumento de las olas de calor, las inundaciones y otros riesgos para la salud relacionados con el clima, como el estrés térmico, la malnutrición y la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, como el paludismo y el dengue.
Respuesta de la OMS
La OMS elabora planes de salud pública que tienen en cuenta la biodiversidad y compendios de evidencia sobre biodiversidad y salud a nivel mundial, ayuda a los países a evaluar las deficiencias en materia de salud derivadas de la pérdida de biodiversidad y monitorea las políticas de salud fundamentadas en la biodiversidad para garantizar el respeto de los derechos humanos, la equidad y la salud para todos.
El Centro Mundial de la OMS para la Medicina Tradicional presta apoyo a los sistemas de saberes tradicionales en un marco basado en los derechos que promueve prácticas de salud sostenibles.
La OMS aboga por reforzar los sistemas de salud para hacerlos resilientes al clima y a los cambios en la biodiversidad, mediante la integración de esta en las políticas de salud pública a través de iniciativas como el enfoque de «Una sola Salud», que abarcan las enfermedades infecciosas y no transmisibles, la seguridad alimentaria y la resistencia a los antimicrobianos con un enfoque pangubernamental y pansocial basado en la equidad.
Además, la OMS fomenta la colaboración intersectorial proporcionando formación, orientación y apoyo para formular políticas en materia de salud basadas en la biodiversidad. El Grupo de Trabajo de Expertos en Biodiversidad, Clima, Una Sola Salud y Soluciones Basadas en la Naturaleza (en inglés) diseña estrategias basadas en la evidencia para hacer frente a la pérdida de biodiversidad y a sus efectos en la salud. Asimismo, la OMS colabora con la iniciativa Nature for Health (N4H), que busca combatir la pérdida de biodiversidad y el cambio climático para prevenir los riesgos de pandemia desde su origen, mediante la promoción de políticas y la capacitación en consonancia con el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal.