VIH y sida

30 de julio de 2024 | Preguntas y respuestas

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) infecta los linfocitos T CD4 del sistema inmunitario, que ayudan al organismo a luchar contra las infecciones. El virus se multiplica dentro de esas células y acaba dañándolas y destruyéndolas. Sin un tratamiento eficaz de una combinación de medicamentos antirretrovíricos, el sistema inmunitario se debilitará hasta el punto de que ya no podrá combatir infecciones ni enfermedades. 

«Sida» (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) es un término que se aplica a las fases más avanzadas de la infección por el VIH, caracterizadas por la aparición de uno de los más de veinte cánceres o infecciones oportunistas potencialmente mortales. Las infecciones oportunistas se llaman así porque se aprovechan de la debilidad del sistema inmunitario. El sida fue una característica definitoria de los primeros años de la epidemia de la infección por el VIH, antes de que aparecieran los tratamientos antirretrovíricos (TAR).

Hoy en día, al haber cada vez más personas en tratamiento con TAR, la mayoría de los infectados no presentan sida. La probabilidad de que a la persona se le diagnostique una infección avanzada por el VIH —la cual se considera que presentan las personas con un recuento de linfocitos T CD4 inferior a 200 copias, las que tienen una enfermedad definitoria de sida y los niños menores de 5 años con infección confirmada por el VIH— es más probable en las personas con infección no diagnosticada por este virus, en aquellas a quienes se les diagnostica tarde la infección y en las que han interrumpido o nunca han tomado un TAR.

En las personas con infección por el VIH no diagnosticada o no tratada con un TAR, los signos de enfermedad relacionados con este virus pueden tardar 5 a 10 años en aparecer, aunque también pueden ocurrir antes. Por lo general, entre el momento en que se contrae el VIH y el del diagnóstico de sida pasan de 10 a 15 años, si bien este intervalo puede ser mayor. Un porcentaje muy bajo de pacientes han conseguido controlar la infección sin TAR (son los denominados «controladores de élite»). No obstante, la mayoría de las personas necesitan tomar un TAR para no caer enfermos.

 El VIH está presente en varios líquidos corporales de las personas infectadas, tales como la sangre, el semen, las secreciones vaginales y rectales o la lecha materna. El VIH puede transmitirse:

  • por relaciones sexuales vaginales o anales sin protección y, en casos muy raros, por relaciones sexuales orales con una persona infectada;
  • por la transfusión de sangre contaminada;
  • por compartir agujas, jeringas, otro material de inyección o quirúrgico u otros objetos punzocortantes, y
  • por transmisión de la madre al hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia.

Una persona con VIH que esté sometida a un TAR y cuya carga vírica sea «indetectable» no transmitirá el VIH a su pareja o parejas sexuales. 

Aunque la infección por el VIH no tiene cura, se puede tratar con antirretrovíricos, cuya acción consiste en detener la replicación del virus. El TAR puede reducir tanto el número de virus presentes en el organismo que el sistema inmunitario pueda funcionar normalmente y la persona infectada tenga buena salud, siempre que cumpla el tratamiento y este siga siendo eficaz. La probabilidad de transmisión del VIH a otras personas también es mucho menor cuando el tratamiento funciona.

Las evidencias de varios estudios indican que las personas con VIH que tienen una carga vírica «indetectable» no pueden transmitir el VIH a otras personas. Una persona es «indetectable» cuando el TAR ha reducido la cantidad de virus presente en su organismo hasta niveles tan bajos que este no puede detectarse mediante pruebas normales de la carga vírica. En el marco de la atención médica sistemática de las personas con VIH, los profesionales de la atención de salud suelen encargarse del seguimiento de la carga vírica y de la confirmación de una carga vírica indetectable. En numerosos países de ingresos bajos y medianos, las pruebas de medición de la carga vírica pueden no estar disponibles de manera regular o sistemática, por lo que muchas personas no llegan a saber que son indetectables. Sin embargo, pueden estar seguras de que el riesgo de transmitir el VIH se reduce considerablemente cuando siguen el tratamiento, y cuando lo inician sin demora.

Al asegurar que el sistema inmunitario sigue sano, el TAR permite que las personas con VIH tengan una vida larga y saludable. Sin embargo, en algunos contextos, muchas personas que viven con el VIH no son diagnosticadas, no reciben tratamiento o no lo toman como es debido, con lo que la enfermedad progresa.

Las personas con VIH que desarrollan una inmunodeficiencia grave y que no están tomando tratamiento antirretrovírico contraen con frecuencia infecciones oportunistas y algunos cánceres raros, como el sarcoma de Kaposi. La tuberculosis es la principal causa de muerte en personas que viven con el VIH en África, y una de las principales causas de muerte en todo el mundo. La búsqueda sistemática de síntomas de tuberculosis y el inicio temprano del TAR pueden mejorar en gran medida la salud de las personas que viven con el VIH. Otras coinfecciones frecuentes en algunas poblaciones son las hepatitis B y C.

La infección por el VIH puede dar lugar a una serie de problemas de salud. Como las personas infectadas viven ahora más tiempo y envejecen, las enfermedades no definitorias del sida, como las enfermedades cardiacas, el cáncer y la diabetes, se están volviendo más frecuentes. 

La realización de pruebas de detección del VIH es la única manera de saber si una persona está infectada o no. El VIH se puede diagnosticar mediante pruebas diagnósticas rápidas que proporcionan resultados en cuestión de minutos.

El conocimiento del estado serológico tiene dos beneficios importantes:

  • Quienes den positivo pueden iniciar un tratamiento antes de que aparezcan los síntomas, lo que puede prolongar su vida y evitar complicaciones de salud.
  • Quienes conozcan su estado serológico, reciban TAR y lo sigan sistemáticamente, y cuya carga vírica se haya suprimido, no pueden transmitir el VIH a sus parejas. 

La OMS recomienda que las pruebas de detección del VIH estén disponibles en todos los centros de salud y por medio de diversos entornos comunitarios.  Las personas también pueden utilizar kits de autodiagnóstico para saber si están infectadas.   En caso de que den positivo, siempre deben confirmar el resultado en un centro de salud.

Las principales vías de transmisión del VIH son las relaciones sexuales sin preservativos, las transfusiones de sangre o productos sanguíneos contaminados por el virus, el hecho de compartir agujas, jeringas y otros materiales de inyección, la exposición al virus a través de instrumental quirúrgico u otro instrumental de perforación de la piel que esté contaminado y la transmisión vertical de las madres con VIH a sus hijos. Padecer otra infección de transmisión sexual (ITS) también puede aumentar el riesgo de contraer el VIH (y viceversa). El VIH y diversas otras ITS son plenamente prevenibles, y hay diferentes intervenciones basadas en evidencias para detener su transmisión.

Sin embargo, muchas personas no tienen acceso a la información y los conocimientos necesarios para prevenir el VIH. En algunos casos, importantes obstáculos legales y sociales impiden que accedan a servicios y medidas de prevención eficaces. Algunos grupos de población tienen más riesgo de contraer la infección, como los hombres que tienen relaciones homosexuales, los consumidores de drogas inyectables, las personas recluidas en cárceles y otros entornos cerrados, los profesionales del sexo y sus clientes, y las personas transgénero. A estas poblaciones se las denomina «poblaciones clave», y a menudo están marginadas en sus comunidades, se las criminaliza o se encuentran con importantes obstáculos para acceder a la prevención y el tratamiento del VIH y a otros servicios de salud. En algunos entornos, otras poblaciones pueden ser particularmente vulnerables a la infección por el VIH, como las adolescentes del África meridional.

A nivel mundial, el VIH, al igual que otras ITS, se transmite principalmente a través del sexo vaginal y anal sin protección. Se pueden utilizar varios métodos para evitar que esto suceda. Se recomienda el uso de una combinación de intervenciones preventivas eficaces, como:

  • usar preservativos masculinos o femeninos y un lubricante compatible de forma sistemática y correcta;
  • en el caso de las personas seronegativas, tomar profilaxis antes de la exposición al VIH (PrEP) para prevenir su transmisión;
  • en el caso de las personas ya infectadas, tomar TAR para reducir la carga vírica a niveles indetectables, lo que significa que no pueden transmitir el VIH a sus parejas sexuales;
  • en el caso de los adolescentes y hombres que viven en entornos con una alta prevalencia del VIH, la circuncisión voluntaria practicada por personal sanitario cualificado reduce el riesgo de infección por el VIH al mantener relaciones heterosexuales;   
  • el diagnóstico y tratamiento de otras ITS, y
  • siendo conscientes del propio estado serológico y, en el caso de las personas con VIH, siguiendo el tratamiento antirretrovírico para prevenir la transmisión a su pareja o parejas.

Es más probable que se produzca una infección por el VIH si otra persona padece una ITS, y viceversa. La probabilidad de infección por el VIH u otros patógenos de transmisión sexual aumenta significativamente cuando las personas adoptan comportamientos sexuales de riesgo (por ejemplo, cuando no utilizan preservativos o tienen relaciones sexuales con múltiples parejas sin protección o bajo los efectos de las drogas y el alcohol). Además, las llagas y las inflamaciones que provocan algunas ITS facilitan la infección por el VIH. La evidencia indica que el herpes genital (HSV-2) casi triplica el riesgo de contraer el VIH, tanto en el caso de los hombres como de las mujeres. Las mujeres que viven con el VIH también tienen un alto riesgo de infección por el virus del papiloma humano (VPH) y seis veces más probabilidades de padecer cáncer del cuello del útero, entre otros ejemplos. 

Las intervenciones de reducción de daños tienen por objeto reducir los daños derivados del consumo de drogas inyectables, como el VIH o la hepatitis vírica, sin interrumpir necesariamente el consumo de drogas. El suministro de agujas/jeringas estériles u otro material de inyección en el marco de programas de distribución de agujas/jeringas ayuda a las personas que se inyectan drogas a utilizar agujas/jeringas estériles en cada inyección, lo que reduce el riesgo de que contraigan el VIH. El tratamiento sustitutivo con opioides es un tratamiento basado en evidencias para los dependientes de estas sustancias, que reduce el riesgo de infección por el VIH y tiene otros beneficios para la salud. 

El VIH puede transmitirse de una madre a su hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia. Sin embargo, esa transmisión vertical puede prevenirse con intervenciones eficaces, como el TAR de la madre y un breve tratamiento del hijo con antirretrovíricos. Otras intervenciones eficaces consisten en medidas para evitar que las embarazadas contraigan el VIH, prevenir embarazos no deseados en mujeres con VIH, y prácticas apropiadas de lactancia materna. Los servicios de realización de pruebas de detección del VIH deben integrarse en los servicios de salud maternoinfantil, incluidos los servicios de planificación familiar, para que las mujeres en situación de riesgo puedan acceder fácilmente a las pruebas. Además, los servicios de planificación familiar deben integrarse en los servicios de TAR. Las embarazadas y las madres diagnosticadas de infección por el VIH deben recibir TAR lo antes posible para que sus hijos nazcan sin el virus.

La profilaxis previa a la exposición, o PrEP, es un medicamento que pueden tomar las personas seronegativas para no infectarse. Cuando se toma como se recomienda, es muy eficaz para prevenir la infección por el VIH. La PrEP se recomienda para aquellas personas con mayor riesgo de contraer el VIH. Dependiendo del lugar, estas personas pueden incluir a los hombres que tienen relaciones homosexuales, los profesionales del sexo, los consumidores de drogas inyectables, las personas recluidas en prisiones u otros entornos cerrados, las personas transgénero, y las adolescentes y mujeres jóvenes del África meridional. Los productos de profilaxis anterior a la exposición de acción prolongada también han demostrado su eficacia para prevenir la infección por el VIH. Un anillo vaginal mensual para las mujeres y una inyección intramuscular administrada cada ocho semanas a hombres, mujeres y personas transgénero diversas también son eficaces. Aunque, en la actualidad, la disponibilidad de estos productos sea limitada, se están realizando esfuerzos a nivel mundial para facilitar un mayor acceso a ellos.

La circuncisión masculina practicada por personal sanitario cualificado reduce el riesgo de transmisión sexual de la mujer al hombre en aproximadamente un 60%. La circuncisión masculina voluntaria a cargo de personal sanitario cualificado, que requiere una sola intervención, proporciona protección parcial de por vida contra el VIH y otras infecciones de transmisión sexual. Siempre deberá considerarse como parte de un conjunto integral de medidas preventivas de la infección por el VIH, y no debe sustituir a otros métodos de prevención conocidos, como los preservativos femeninos y masculinos. El paquete de servicios mínimo debe incluir: educación sobre relaciones sexuales sin riesgo, promoción de los preservativos, tratamiento de las ITS, pruebas de detección del VIH y una vinculación con los tratamientos para los  hombres y adolescentes a partir de los 15 años que viven en entornos con una alta prevalencia del VIH.

Si se utiliza de manera correcta y sistemática en cada coito, el preservativo es un método económico y de eficacia comprobada para prevenir la infección por el VIH y otras ITS en hombres y mujeres.

No, actualmente no hay cura para esta infección. La ciencia avanza a gran velocidad: tres personas han logrado una «cura funcional» al someterse a un trasplante de médula ósea por un cáncer, lo que ha propiciado la renovación de los linfocitos CD4, que no pueden infectarse por el VIH. Con todo, todavía no se dispone de un tratamiento definitivo ni de una vacuna que permita tratar y proteger a todas las personas con esta infección o con riesgo de contraerla. En todo caso, si se toma correcta y permanentemente el TAR, la infección se puede controlar y tratarse como otras enfermedades crónicas. En todo el mundo hay personas infectadas por el VIH que están sobreviviendo hasta la vejez. 

Aunque el TAR ayuda a que el sistema inmunitario se mantenga fuerte, las personas con VIH pueden beneficiarse del asesoramiento y el apoyo psicosocial para asegurarse de que están realmente "viviendo bien". La infección por el VIH es tratable, pero es una enfermedad crónica de por vida, y las personas pueden necesitar apoyo para su salud mental y cambios en su estilo de vida para mantener una buena salud. El acceso a una buena nutrición, agua potable e higiene básica también puede ayudarlas a mantener una buena calidad de vida. Al igual que la población general, las personas con VIH pueden padecer muchas otras afecciones que necesiten tratamiento y atención. El enfoque de la atención sanitaria centrado en las personas, en particular a través de los servicios de atención primaria, tiene por objeto prestar a las personas con VIH servicios de salud integrales que abordan todos sus problemas de salud. 

 

Las personas que viven con el VIH pueden correr el riesgo de contraer la viruela símica por la debilidad de sus sistemas inmunitarios. Existen pruebas de que la inmunodepresión puede aumentar el riesgo de infección por la viruela símica en caso de exposición, o el riesgo de padecer un cuadro grave o incluso de morir. Sin embargo, es necesario recabar más datos para saber a ciencia cierta cómo funciona.

Numerosas personas que, como consecuencia del brote actual, han contraído la viruela símica, también viven con el VIH, pero ha habido relativamente pocos casos graves de viruela símica debido probablemente a que, en la mayoría de los casos, la infección por VIH estaba adecuadamente controlada. Desde el inicio del brote, se ha notificado una alta prevalencia de la infección por VIH (un 52%; 14 573/28 006) entre los casos con estado serológico conocido con respecto al VIH. La viruela símica y el VIH tienen factores de riesgo conductuales comunes, como la transmisión a través del contacto sexual. Es necesario considerar la posibilidad de realizar pruebas de detección de la infección por el VIH a toda persona con viruela símica si aún no se conoce su estado al respecto. 

Se recomienda a quienes tienen relaciones sexuales con múltiples personas, y en particular a las personas que viven con el VIH, que adopten medidas para reducir el riesgo de exposición a la viruela símica, evitando el contacto directo con toda persona que presente síntomas, así como evitando las situaciones de alto riesgo en las que puedan producirse múltiples contactos, también con personas que no sean conscientes de que han contraído la viruela símica. Reducir el número de parejas sexuales puede reducir el riesgo.