D. Spitz
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Las medidas de apoyo individualizadas son fundamentales para una experiencia positiva del parto, según la OMS

15 de febrero de 2018
Comunicado de prensa
Ginebra

La Organización Mundial de la Salud ha publicado nuevas recomendaciones para establecer normas mundiales relativas a la atención a las mujeres embarazadas sanas y reducir las intervenciones médicas innecesarias.

Se calcula que, en todo el mundo, se producen 140 millones de nacimientos al año. La mayor parte de ellos transcurren sin complicaciones para la madre y el bebé. No obstante, en los últimos 20 años, el personal médico ha incrementado el número de intervenciones a las que anteriormente solo se recurría para evitar riesgos o tratar complicaciones, como la infusión de oxitocina para acelerar el parto o la cesárea.

«Queremos que las mujeres den a luz en un entorno seguro con asistentes al parto competentes en instalaciones bien equipadas. Sin embargo, la creciente medicalización de los partos normales está socavando la capacidad propia de las mujeres de dar a luz e incide de forma negativa en la experiencia que tienen del parto», afirma la Dra. Princess Nothemba Simelela, Subdirectora General de la OMS para Familia, Mujer, Niño y Adolescente.

«Si el parto evoluciona con normalidad y tanto la madre como el niño están en buen estado, no se requieren intervenciones adicionales para acelerar el parto», señala.

El parto es un proceso fisiológico normal que se puede desarrollar sin complicaciones para la mayoría de las mujeres y los bebés. Sin embargo, los estudios indican que una parte importante de las mujeres embarazadas sanas sufren al menos una intervención clínica durante el parto y el nacimiento. Además, a menudo se las somete a intervenciones sistemáticas innecesarias que pueden resultar perjudiciales.

Las nuevas directrices de la OMS comprenden 56 recomendaciones basadas en pruebas científicas en relación con la atención que es necesaria a lo largo del parto e inmediatamente después de este para la madre y su hijo. Entre ellas, cabe destacar las que se refieren a estar acompañada por la persona elegida durante el parto y el nacimiento; garantizar la asistencia respetuosa y la buena comunicación entre las mujeres y los profesionales sanitarios; proteger la privacidad y la confidencialidad; y permitir a las mujeres tomar decisiones en cuanto al tratamiento del dolor, la posición durante el parto y el nacimiento y la necesidad natural de empujar.

Cada parto es diferente y avanza a su propio ritmo

En la nueva directriz de la OMS se reconoce que cada parto y cada nacimiento es diferente y que la duración de la primera fase activa del parto varía de una mujer a otra; en un primer parto, por lo general, no supera las 12 horas, y en los partos posteriores no suele durar más de 10 horas.

Para reducir las intervenciones médicas innecesarias, la directriz de la OMS establece que el parámetro de referencia utilizado anteriormente para la velocidad de dilatación cervical, de 1 cm por hora durante la primera fase activa del parto (que se registra por medio de un partograma, que es un gráfico en el que se documenta la evolución de un parto normal) puede no ser realista para algunas mujeres y no resulta preciso a la hora de identificar a las mujeres con riesgo de tener resultados obstétricos adversos. La directriz hace hincapié en que una velocidad de dilatación cervical menor por sí sola no debería tomarse por costumbre como indicación de que se debe intervenir para acelerar el trabajo de parto o el nacimiento.

«Muchas mujeres desean un parto natural y prefieren hacer caso a su cuerpo para dar a luz a su bebé sin intervención médica», explica Ian Askew, Director del Departamento de Salud Reproductiva e Investigaciones Conexas de la OMS. «Incluso en los casos en que se desea o se necesita una intervención médica, es importante incluir a las mujeres en la toma de decisiones con respecto a la asistencia que recibirán para asegurarse de que su experiencia del parto sea positiva.»

Asistencia de alta calidad para todas las mujeres

Las intervenciones innecesarias durante el parto están muy extendidas en los entornos de ingresos bajos, medianos y altos, lo que suele ejercer presión sobre los ya escasos recursos con que cuentan algunos países y amplía aún más las desigualdades.

Cada vez más mujeres alumbran a sus bebés en centros de salud con profesionales sanitarios competentes y las derivaciones oportunas, y merecen una asistencia de mayor calidad. Alrededor de 830 mujeres mueren cada día por causas relacionadas con el embarazo o el parto; la mayoría podrían prevenirse con una asistencia sanitaria de alta calidad durante el embarazo y el parto.

Una asistencia irrespetuosa que atenta contra la dignidad prevalece en numerosos centros de salud, de manera que se violan los derechos humanos y se dificulta el acceso de las mujeres a los servicios sanitarios durante el parto. En muchas partes del mundo, es el profesional sanitario quien controla el parto, de modo que las mujeres embarazadas sanas se ven más expuestas a recibir intervenciones médicas innecesarias que interfieren con el proceso natural del parto.

Conseguir los mejores resultados posibles desde el punto de vista físico, emocional y psicológico para la mujer y su bebé requiere un modelo de asistencia en el que los sistemas de salud permitan a todas las mujeres acceder a una asistencia cuya prioridad sea la madre y su hijo.

Los profesionales sanitarios deben informar a las mujeres embarazadas sanas de que la duración del parto varía considerablemente de una mujer a otra. Si bien muchas mujeres desean que el parto y el nacimiento se produzcan de manera natural, también saben que pueden ser impredecibles y entrañar riesgos, y que puede precisarse un estrecho seguimiento y, en ocasiones, intervenciones médicas. Incluso en los casos en los que las intervenciones son necesarias o deseadas, por lo general las mujeres desean participar en la toma de decisiones y compartir habitación con su bebé tras el alumbramiento para tener una sensación de logro personal y de control.