Informe mundial
sobre malaria 2024
Preguntas y respuestas de la OMS sobre el informe 2024
La siguiente es una entrevista con el Dr. Arnaud Le Menach, autor principal del Informe mundial sobre malaria de este año. Arnaud es el jefe de la unidad de Información Estratégica para la Respuesta del Programa Mundial sobre Malaria de la OMS.
¿Cuáles diría que son algunas de las noticias y tendencias más alentadoras del informe de este año?
Hay un par de cosas. En primer lugar, en los últimos 25 años se han salvado muchas vidas y se han evitado muchos casos de malaria. En el informe calculamos que desde el año 2000 se han evitado 2.200 millones de casos y 12,7 millones de muertes por malaria en todo el mundo. Sólo en el año 2023 se evitaron más de 177 millones de casos y más de un millón de muertes en todo el mundo. Así, las inversiones en intervenciones contra la malaria están funcionando.
Otra buena noticia: si nos fijamos en las muertes por malaria y en la tasa de mortalidad (número de muertes por cada 100 000 personas en riesgo), éstas también siguen una tendencia a la disminución. A escala mundial, la tasa de mortalidad por malaria se ha reducido a la mitad desde el año 2000 (de 28,5 a 13,7 muertes por cada 100 000 personas). Y las muertes por malaria han disminuido un 4% desde el año 2020. Así que seguimos progresando.
También hay tendencias alentadoras a nivel de los países. Muchos países con una baja carga de malaria siguen avanzando con paso firme hacia el objetivo de la eliminación. En 2023, 47 de los 83 países donde la malaria es endémica en todo el mundo registraron menos de 10 000 casos de la enfermedad. Cuatro países fueron certificados libres de malaria en 2023 (Azerbaiyán, Belice, Cabo Verde y Tayikistán) y Egipto se unió a ellos en 2024.
En países como Liberia y Rwanda el número de casos ha disminuido enormemente. Camboya, la República Democrática Popular Lao y Viet Nam notificaron solo unos pocos casos de malaria por P. falciparum en 2023, a pesar de los problemas de resistencia a los antimaláricos en esa subregión, lo que hace albergar esperanzas de eliminación en esos países. India ha salido del grupo de países de la iniciativa High Burden High Impact (Alta Carga Alto Impacto, HBHI). Desde el año 2000, el país ha reducido los casos de malaria en 17,7 millones y ha logrado una reducción de la incidencia de casos del 93%, pasando de 20 a 1,5 casos por cada 1000 personas en riesgo. Así, estamos viendo grandes progresos. Nunca es tan rápido como nos gustaría, y hay algunos estancamientos preocupantes, pero las tendencias siguen siendo alentadoras.
En cuanto a las intervenciones, se está mejorando el acceso al diagnóstico, tratamiento y medicamentos quimiopreventivos. Los mosquiteros tratados con insecticidas de nueva generación, que protegen mejor contra la malaria que los mosquiteros estándar que sólo contienen piretroides, se están extendiendo más. Y más países están introduciendo las vacunas contra la malaria recientemente aprobadas.
Desafortunadamente, seguimos perdiendo terreno en los objetivos contra la malaria para el año 2030. ¿Cómo volvemos a la senda correcta? ¿Podemos cumplirlos?
En primer lugar, creo que es importante recordar que se trata de objetivos muy ambiciosos. Hemos progresado mucho en las dos últimas décadas, como acabo de señalar, pero aún no estamos donde queremos estar. Por ejemplo, los casos de malaria siguen aumentando en muchas regiones. La región del Mediterráneo Oriental experimentó un aumento particularmente alto del número de casos de malaria tras las catastróficas inundaciones de Pakistán, pasando de unos 500 000 casos en 2021 a 4,3 millones de casos en 2023.
En cuanto a cómo acercarse a los objetivos de 2023, el objetivo clave debe ser llegar a todas las zonas y personas en riesgo con intervenciones que salvan vidas, y garantizar que esas intervenciones se utilicen correctamente. Centrarse en lo esencial, como garantizar que las personas tengan acceso a mosquiteros y duerman bajo ellos, y ampliar el acceso al diagnóstico y tratamiento, es fundamental.
Otra razón clave por la que el progreso se está retrasando es que la financiación mundial de los esfuerzos contra la malaria está muy por debajo de lo necesario. Nuestro informe calcula que en el año 2023 se invirtieron 4.000 millones de dólares estadounidenses en la lucha contra la malaria, menos de la mitad de los 8.300 millones necesarios para cumplir los objetivos mundiales. Ese déficit de financiación ha aumentado en los últimos cinco años, de 2.600 millones de dólares en 2019 a 4.300 millones en 2023.
Como vivimos en un mundo en el que los recursos son limitados, otra forma de avanzar es mediante el uso estratégico de los datos. Necesitamos comprender mejor dónde están funcionando los esfuerzos contra la malaria y dónde es necesario enfocarse más. Más allá de cualquier intervención específica, los países deben adoptar estrategias transversales basadas en evidencia que reduzcan la carga de la malaria. Esto también podría significar trabajar para mejorar la atención primaria en salud o crear asociaciones regionales.
Un gran ejemplo reciente de ello es la Declaración de Yaoundé, firmada a principios de este año por los ministros de salud de los 11 países africanos que sufren cerca de dos tercios de la carga mundial de malaria. Los ministros se comprometieron a aumentar su compromiso y financiación de los programas de control de malaria, mejorar sus sistemas de datos, reforzar las infraestructuras del sector salud y ampliar la colaboración multisectorial. Creo que es un avance emocionante.
El informe de este año se centra en la importancia de la equidad, la igualdad de género y los derechos humanos para reducir la malaria. ¿Puede explicar por qué son importantes para esta lucha?
No creo que podamos eliminar la malaria sin tener en cuenta la importancia de estos aspectos. La salud es un derecho humano, y el acceso desigual a la prevención y al tratamiento de la malaria repercute en la realización de este derecho para todos, en todas partes. La malaria afecta de forma desproporcionada a las personas y comunidades que viven en la pobreza y en situaciones vulnerables, un claro ejemplo de inequidad en salud. Esto, a su vez, empobrece aún más a las familias y los hogares, reduciendo la productividad, desalentando la inversión y debilitando las economías nacionales. En África, la prevalencia de la malaria es mayor en los hogares con bajos ingresos, que también son los que se enfrentan a las mayores barreras financieras para acceder a la atención y al tratamiento.
Las normas de género nocivas también influyen, ya que aumentan el riesgo de infección y limitan el acceso a los servicios. En muchos países donde la malaria es endémica, las mujeres casadas y las adolescentes necesitan permiso para acceder a los servicios de salud debido a nocivas normas sociales y patriarcales. Dependiendo del contexto, algunas actividades u ocupaciones pueden aumentar la exposición a la malaria de mujeres y niñas, o de hombres y niños. Los pueblos indígenas, las poblaciones migrantes y las personas con discapacidad también se enfrentan a menudo a importantes obstáculos para acceder a la atención en salud que necesitan para alcanzar el más alto nivel posible de salud y cumplir sus demás derechos relacionados con la salud.
Para reducir la carga mundial de malaria, debemos invertir en atención primaria en salud como base de unos sistemas de salud fuertes y equitativos. Esto incluye identificar quiénes son los más vulnerables a la malaria y las barreras a las que se enfrentan para acceder a intervenciones y servicios. Desafortunadamente, muchos datos de salud no están desglosados por sexo, edad o procedencia. Necesitamos mejores datos y conocimientos para tomar decisiones más informadas a la hora de adaptar los programas contra la malaria a las comunidades de mayor riesgo.
El informe del año pasado se centró en las crecientes repercusiones del cambio climático en la lucha contra la malaria. ¿Cómo influyeron los factores climáticos y medioambientales a los esfuerzos contra la malaria este año?
Los problemas causados por el cambio climático son muchos y plantean importantes amenazas para la salud. La malaria la transmiten los mosquitos, por lo que cambios en la temperatura y humedad tendrán un impacto directo en la biología de los vectores y, en consecuencia, en la incidencia de la malaria.
El impacto de fenómenos meteorológicos extremos, que se espera que serán cada vez más graves y frecuentes, tendrá graves consecuencias, sobre todo para las personas que viven en situación de vulnerabilidad. Las catastróficas inundaciones de Pakistán en 2022, por ejemplo, aumentaron la transmisión de la malaria y perturbaron los servicios de salud y los medios de subsistencia. El informe de este año muestra que los casos se multiplicarán por 8 en Pakistán entre 2021 y 2023, pasando de unos 506 000 a 4,3 millones.
Los efectos a largo plazo del cambio climático sobre los patrones de transmisión de la malaria -bien sea que aumenten o disminuyan- siguen siendo inciertos. Sin embargo, es probable que los efectos indirectos a largo plazo, como las alteraciones de la seguridad alimentaria y el acceso a la atención en salud, tendrán un impacto en muchas enfermedades, incluida la malaria.
Es necesaria una respuesta urgente para mitigar el cambio climático. Al mismo tiempo, se necesitan más datos sobre el impacto de los efectos del clima en la malaria y pruebas que apoyen la adaptación, para ayudar a construir sistemas de salud resilientes, equitativos y sostenibles.
India salió del grupo de países con una elevada carga de malaria y países como Egipto y Cabo Verde obtuvieron la certificación de países libres de malaria. ¿Qué pueden aprender de estos éxitos otros países con una elevada carga de malaria?
En primer lugar, quiero reconocer y elogiar los exitosos esfuerzos realizados por esos países y su personal de salud pública para eliminar la malaria o reducir significativamente su carga. Es asombroso lo que han conseguido.
Creo que, como he mencionado antes, hay un par de estrategias esenciales que los países mencionados pusieron en marcha. Entre ellas se incluyen mejoras en el manejo de los casos, fortalecimiento del control de vectores, garantizar un suministro estable de productos esenciales contra la malaria, la existencia de buenos sistemas de vigilancia de la malaria - todas ellas fueron fundamentales para los progresos realizados. Otro tema común en estos países es la importancia de tener un enfoque multisectorial y comunitario para luchar contra la malaria. Así que, se combinen los esfuerzos contra la malaria con otras intervenciones de salud pública, fomentar el compromiso político y el liderazgo local, incluyendo la participación de las comunidades, y promover la colaboración regional y transfronteriza.
También quiero insistir una vez más en el valor esencial de disponer de buenos datos. Comprender dónde se está propagando la malaria y cuál es la mejor manera de apoyar a las comunidades con intervenciones puede marcar la diferencia, y combinar múltiples estrategias ayuda a que todas ellas funcionen con eficacia.
En este informe hay buenas noticias sobre las vacunas contra la malaria. ¿Cómo las vacunas continuarán teniendo un impacto en el futuro?
Sí, ahora tenemos dos vacunas recomendadas contra la malaria, y lo que hemos visto en los últimos años es muy alentador. Alrededor de 2 millones de niños en Ghana, Kenia y Malawi recibieron la vacuna RTS,S entre 2019 y 2023. Durante ese tiempo, hubo una reducción del 13% en la mortalidad infantil general y una reducción del 22% en las hospitalizaciones por malaria grave entre los niños en edad de recibir la vacuna.
En diciembre de 2024, 17 países habían introducido vacunas contra la malaria en sus programas rutinarios de inmunización infantil. Debemos garantizar que el suministro de vacunas siga supliendo la demanda y seguir trabajando para fortalecer el suministro y los sistemas de vigilancia. Estas vacunas, si se utilizan a gran escala, podrían salvar decenas de miles de vidas adicionales cada año.
Los mosquiteros tratados con insecticida siguen siendo la principal herramienta de control de vectores en la mayoría de los países donde la malaria es endémica. ¿Qué impacto están teniendo y cómo pueden los países trabajar para aumentar su apropiación y uso?
Sí, los mosquiteros tratados con insecticida siguen siendo una intervención crucial. Desde 2004 se han distribuido más de 3.000 millones de mosquiteros tratados con insecticida en todo el mundo, y desde su introducción han contribuido a reducir drásticamente la carga de malaria. En 2023, el 73% de los hogares del África subsahariana poseía al menos un mosquitero tratado con insecticida, y el 52% reportó dormir bajo él.
Sin embargo, se ha observado un aumento de la resistencia de los vectores a los insecticidas piretroides que se utilizan habitualmente en los mosquiteros tratados con insecticida. En los últimos años, se ha producido un cambio hacia nuevos tipos de mosquiteros que incluyen dos ingredientes activos, es decir, piretroides-PBO o mosquiteros de doble ingrediente activo. Estos nuevos mosquiteros se están convirtiendo en la nueva norma. Alrededor del 78% de los 195 millones de mosquiteros entregados en el África subsahariana en 2023 eran estos mosquiteros más eficaces, frente al 59% de hace un año. Esperamos fomentar tendencias que aumenten la adquisición, entrega y uso de estos nuevos y más eficaces mosquiteros tratados con insecticidas.
Además de los mosquiteros y las vacunas, ¿hay otras innovaciones e intervenciones antimaláricas que hayan contribuido a mover la aguja este año?
Hay muchos. Desafortunadamente, no existe una fórmula mágica para eliminar la malaria, especialmente en comparación con otras enfermedades. Se necesitará una combinación de estrategias e intervenciones para lograr avances sustanciales. Pero hay muchas intervenciones prometedoras que están teniendo un impacto.
Mencionaré rápidamente tres. En primer lugar, un mejor manejo de los casos: estamos observando un cambio positivo hacia una atención más oportuna y eficaz de los niños africanos que padecen malaria. En segundo lugar, la quimioprevención estacional de malaria, es decir, la administración de dosis mensuales de medicamentos antimaláricos a los niños durante la temporada alta de malaria. Se calcula que 53 millones de niños estarán protegidos con la quimioprevención estacional en 2023, frente a solo 170.000 en 2012. Y tres, el tratamiento preventivo intermitente de la malaria durante el embarazo. Esta intervención ha sido adoptada por 34 países africanos y se calcula que protege a un 44% de las mujeres embarazadas y niñas en situación de riesgo.
Combinando estas y otras intervenciones, mejorando la atención a las poblaciones vulnerables a la malaria y utilizando datos para comprender el impacto de estos esfuerzos podemos aliviar la carga de la malaria. Aún no estamos donde queremos estar, pero podemos conseguirlo si damos a esta lucha la prioridad que merece, empleamos estas estrategias y trabajamos juntos a nivel local, nacional y regional para acabar con la malaria para siempre.