Dieta sana
Una dieta saludable es una de las
bases para la salud, el bienestar, el crecimiento óptimo y el desarrollo, y protege
contra todas las formas de malnutrición. Una dieta malsana es uno de los
principales riesgos para la carga mundial de morbilidad, principalmente en lo
que se refiere a enfermedades no transmisibles como las enfermedades
cardiovasculares, la diabetes y el cáncer.
La evidencia muestra los
beneficios para la salud de una dieta rica en cereales integrales, verduras,
frutas, legumbres y nueces, y baja en sal, azúcares libres y grasas,
particularmente grasas saturadas y grasas trans. Una dieta saludable
comienza a una edad temprana, con una lactancia materna adecuada. Los
beneficios de una dieta de este tipo se reflejan en una mejora de los
resultados educativos, la productividad y la salud a lo largo de la vida.
Una dieta saludable también es
más sostenible desde el punto de vista medioambiental, ya que se asocia a
menores emisiones de gases de efecto invernadero y un menor uso de agua dulce y
de superficie terrestre.
Las dietas saludables, sin
embargo, pueden ser inaccesibles, en particular en países de ingresos bajos y
medianos, así como en lugares y situaciones con tasas elevadas de inseguridad
alimentaria. Se estima que, en todo el mundo, tres mil millones de personas no
pueden acceder a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente. La
proliferación de alimentos altamente procesados, que cuentan con el apoyo de
una comercialización agresiva, la rápida expansión de la urbanización no
planificada y los estilos de vida cambiantes también han contribuido a que
aumente el número de personas cuya alimentación se basa en una dieta malsana
rica en calorías, azúcares libres, sal, grasas saturadas y grasas trans.
Lo que se considera una dieta saludable puede diferir en función de las necesidades individuales, los alimentos disponibles a nivel local, los hábitos alimentarios, las normas culturales y otras consideraciones. Sin embargo, los principios básicos de una dieta saludable son los mismos para todo el mundo. La naturaleza del acceso a los alimentos requiere soluciones más amplias a nivel social para promover unas opciones de alimentos seguros y saludables.
La OMS recomienda:
- atender las necesidades en términos de calorías, proteínas, vitaminas y minerales a través de una dieta variada, basada en gran medida en alimentos de origen vegetal, y buscando el equilibrio entre ingesta y gasto calóricos;
- obtener la mayor cantidad de calorías de los carbohidratos, principalmente a través de legumbres y cereales integrales;
- reducir las grasas totales a menos del 30% de la ingesta calórica total, pasar de la ingesta de grasas saturadas y grasas trans a la de grasas insaturadas y eliminar de la dieta las grasas trans industriales;
- reducir los azúcares libres a menos del 10% (idealmente, el 5%) de la ingesta calórica total;
- limitar la ingesta de sodio a menos de 2 gramos al día (equivalente a 5 gramos de sal); y
- consumir al menos 400 gramos al día de verduras y frutas en adultos y niños mayores de 10 años, y 250-350 gramos al día en niños más pequeños.
La OMS actualiza constantemente las orientaciones sobre lo que se considera una dieta saludable a fin de prevenir todas las formas de malnutrición y promover el bienestar en distintos grupos de población a lo largo del curso de la vida, así como sobre la contribución de los distintos nutrientes y alimentos a este bienestar.
La OMS elabora orientaciones que se guían por la evidencia sobre la mejora del entorno alimentario, como políticas alimentarias y nutricionales en el ámbito escolar, políticas públicas sobre la adquisición de alimentos, políticas sobre el etiquetado nutricional, políticas para limitar la comercialización de alimentos y bebidas entre los niños y políticas fiscales (es decir, tributación y subvenciones). La OMS colabora con los fabricantes de alimentos para mejorar el perfil nutricional de sus productos.
La OMS presta apoyo a los Estados Miembros en materia de adopción y aplicación de políticas proporcionándoles herramientas tales como sistemas para caracterizar los perfiles nutricionales de los alimentos, pautas sobre el contenido de sodio en los alimentos, manuales sobre cómo aplicar políticas fiscales y políticas relativas a restricciones en la esfera de la comercialización.
La OMS vigila periódicamente la adopción y aplicación de políticas sobre el entorno alimentario y sus efectos en la ingesta alimentaria y la salud de la población.